Hay muchas maneras de observar, vivir o proyectar la miseria humana… Pero la miseria
social y la miseria política son, quizás, las que más han confrontado la paciencia,
promovido la impotencia, generado multiplicidad de aberraciones. Ambas tienen como
esencialidad una condición humana deteriorada y en un proceso de tugurización
espiritual interminable. Sin embargo poseen una identidad individual que las diferencia a
cada una. A ver si comprendemos bien este fenómeno de las relaciones socio culturales…
- Que una sociedad esté integrada, mayoritariamente, por una población con ingresos
inferiores al costo de la canasta familiar, y subsista buena parte de ella por debajo de
la línea de la indigencia, es miseria social. Es miseria política, en cambio, cuando los que
ambicionan el poder sufragan las candidaturas comprando esta miseria social con bonos
sinónimos de mendicidad, para obtener los votos…
- Es miseria social la existencia de incapacitados, pero usarlos para propaganda para
trepar en posición so pretexto de cubrir algo de esa incapacidad, con el auxilio de algún
aparato terapéutico, es miseria política, rayana en lo canallesco…
- Las colas interminables de gente enferma a las puertas de los hospitales, en donde no
hay ni gasas esterilizadas, ni hilo para suturar, ni los fármacos que los mismos tratantes
recetan es miseria social. La miseria política está en hacer creer a la ciudadanía que
esto ha concluido con el Centro de Llamadas (call center), que le da cita a un enfermo
terminal para 2 o 3 meses después, y con suerte. Claro, las colas, ahora, son virtuales.
Miles de enfermos en espera de ser atendidos a través de un calendario cuyos días no
transcurren… Esta cola no se ve. El sistema encubre con la miseria política la miseria
social…
- Cuando los nativos subsisten, en sus territorios de origen, sin escuelas o con educación
de mala calidad, con sus hijos con alto nivel de desnutrición, las madres sin atención
durante y después del embarazo y toda la comunidad bebiendo y lavándose en aguas
contaminadas por el petróleo, indudable que hay miseria social. Sin embargo, y a
sabiendas del daño irreparable, cuando los gobiernos de turno siguen proponiendo,
como gran fuente económica del Estado, seguir explotando el petróleo, no hay duda
que semejante acción no es más que una miseria política fuertemente bribona y
desvergonzada…
- Por cierto que cientos de miles de familias poseen algún espacio físico para
sobrellevar la vida, al ritmo que el poder encumbrado lo ordene, aunque integradas por
5 o 6 personas en uso de un promedio de 40 metros cuadrados. ¿Es o no una miseria
social semejante existencia en reciclaje de tugurización? Definir esta falacia en términos
de “solución viviendística”, e insistir en su bondad porque se ha cambiado la caña por
cemento, no es otra cosa que miseria política…, que no soluciona la miseria social…
- La humanidad ha vivido permanentemente en el miedo. Antes de la sociedad y ahora
en ella. El temor ante los eventos de la naturaleza y su confrontación es parte del subsistir
como especie. Que grave, eso sí, y en gran contradicción, que la sociedad que concretó
para socorrerse la amenace de muerte todos los días, por lucha inútil entre individuos,
grupos, familias. Más que miseria social como resultado. La miseria política aparece al
hacerse unos cuantos con el poder económico, aprovechando el conflicto de intereses,
mediante la explotación inhumana por la fuerza, casi siempre en función de las armas… O
de la amenaza y el chantaje!
Ambas miserias proyectan una condición humana deteriorada. Sólo reflejo de
irracionalidad. Casi un retorno al grito instintivo de la especie. Algo así como un
monólogo en el abismo del zoo que aun cada quien lleva por dentro!
Excelente artículo Dr. Arteaga. La miseria social está minimizada por el populismo del siglo XXI y la miseria política está aplacada por el temor a la lucha y la protesta de un pueblo. Mientras la injusticia y la reprersión policial y militar perduren, habrá miseria social y política para rato.