Guayaquileños

Me dirijo a los guayacos de cuerpo y alma. No a aquellos que les importa un rábano las permanentes agresiones, diatribas, burlas y mofas que se dirigen a nuestra ciudad y provincia. ¿Recuerdan ustedes la buena obra cívica, de investigación y difusión de nuestra tergiversada y postergada historia, que hicimos desde el Archivo Histórico del Guayas? Labor que la prensa y la ciudadanía reconocieron.

Reivindicamos lo regional y lo local, y gritamos en todo el litoral que somos orgullosamente montubios y defendimos su cultura. Fueron catorce años de arduo trabajo y de acciones intensas para rescatar al AHG del silencio. Le dimos vida pues no pensamos que debía ser un simple depósito de libros y documentos viejos. Retomamos la línea de Julio Estrada Icaza y desde 1997 hicimos de éste un laboratorio de ideas, investigación, formación docente y capacitación en la historia real, sin prejuicios, sin mentiras y sin tergiversaciones. Capacitamos miles de maestros en Ciencias Sociales. Años dedicados a organizar con personas capacitadas y con autoridad, mesas redondas, conversatorios, conferencias y crear vínculos con las escuelas rurales. Cientos de libros de nuestra historia salidos de sus talleres, revistas, etc. Trabajo que estoy seguro que queda en la memoria de los buenos guayacos.

Este recuento me lleva a preguntar a quien ordenó que el AHG sea silenciado: ¿por qué, todo ese servicio prestado a la sociedad guayaquileña, ha cedido el paso a singulares y curiosas clases de quichua para los costeños? ¿Qué tienen que ver Guayaquil y el Guayas con una lengua que nunca hablaron? ¿Por qué no se enseña a los jóvenes y a los maestros qué es un amorfino y qué representa para el habla popular y la cultura montubia?

¿Por qué se ha suspendido la investigación regional y local, la publicación de libros, de la revista del Archivo, de las Actas del Cabildo, del periódico Identidad?. ¿Es que no hay presupuesto para la investigación? Los excelentes funcionarios que aún tiene el Archivo se han de morir de tedio y dada su calidad es una ofensa a su inteligencia. Los guayacos respetamos todas las culturas indígenas ecuatorianas, exigimos respeto a lo nuestro. Reconocemos el valor de Rumiñahui pero lo ubicamos como parte del proceso nacional, valorando su esfuerzo de resistencia pero sin tenerlo por nuestro líder regional.

Nuestros líderes regionales fueron los montubios que lucharon por la Independencia del Ecuador, que en marzo de 1845 expulsaron al gobernante extranjero. Los miles montubios que murieron con Alfaro por sus ideales liberales, y con Nicolás Infante, Vargas Torres, la Ñata Gamarra, el Tigre de Bulu Bulu, los hermanos Alfaro, Crispín Cerezo que iniciaron la más profunda transformación de nuestra historia.

Hasta 2010 el Archivo Histórico del Guayas fue la expresión viva de nuestra historia regional, por eso no cabe el utilizar sus aulas para enseñar quichua distorsionando su verdadero propósito institucional. Es insólito que desde las altas esferas no se reconozcan ni se respeten las características regionales del litoral y de Guayaquil.