Es alentador visitar Brasil y admirar a ese gigante de Latinoamérica, no
sólo por sus logros a nivel mundial, sino por el fortalecimiento de sus
instituciones, entre ellas -quizá la más importante- la Función Judicial y
su cabeza, el Supremo Tribunal Federal (STF), lo que equivale en nuestro
país, la Corte Nacional de Justicia.
El escándalo conocido como mesalao, estalla en el 2005, cuando un
diputado gobiernista, Roberto Jefferson, presidente del Partido de los
Trabajadores (PT), al cual pertenece Lula, por disputas internas denunció
a José Dirceu de Oliveira e Silva; en aquel entonces, era el todo poderoso
Ministro de la Presidencia del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva;
Dirceu manejaba una organización mafiosa que compraba votos de
parlamentarios mediante pagos mensuales (de ahí el nombre de mensalao)
, para de esa forma no sólo garantizar la mayoría parlamentaria para
aprobar proyectos de interés del Gobierno de Lula, sino ir construyendo
una base de un plan para perpetuarse en el poder. La denuncia obligó a que
el parlamento nombre una comisión que investigue el presunto delito. La
investigación tuvo sus frutos, se estableció que existía una compleja red de
corrupción que involucraba a las más altas figuras políticas del Gobierno
de Lula y de su partido. La primera manifestación de Lula fue la de decir
que nunca supo nada, que había sido engañado por sus colaboradores más
inmediatos y que, por ende, pedía perdón al pueblo brasileño.
El Ministerio Público Federal recogió toda la información producida por
la Comisión Parlamentaria, además de su propia investigación, llegó a la
conclusión de que había pruebas contundentes en contra de Dirceu y su
pandilla, de esa forma presentó la denuncia al STF que la aceptó.
Lo que Lula nunca quiso creer es que el caso pasaría a la Justicia, para el
común de los ciudadanos ésta siempre estuvo al servicio de los poderosos
y de los gobiernos que con descaro metían la mano en la justicia para
manipularla a su antojo, seguramente el caso del mensalao, quedaría en la
impunidad.
Sin embargo, contra todos los pronósticos, después de 7 años, el proceso de
juzgamiento público se hace realidad.
A la entrada de la sede del STF se yergue una figura imponente de una
mujer, tallada en granito, con los ojos vendados y una espada en sus manos,
dedicada a la Justicia, es la obra maestra del escultor brasileño Alfredo
Ceschiatti.
Por la importancia del tema continuaremos la próxima semana.
Cuando el principio de separacion de los poderes funciona,entonces se puede hablar de libertad,justicia,igualdad. Es precisamente la posibilidad del uso de la ley por parte de los contrarios,la que crea la necesidad por parte de todos del respeto a las reglas. Dele todas extraordinarias al mejor y le dare ,en poco tiempo, un tirano.
Ya están en la jaula la mayoría de corruptos que subieron al poder a ese ignorante y vivaracho de Lula. Solo falta que lo metan preso a él como el principal instigador de ese fraude contra la democracia brasileña. Solo cuando lo encierren, entonces podemos decir que Brasil tiene un verdadero futuro, y que la justicia de ese país es idónea.
Da gusto ver que en ese país hay esperanza y futuro, aunque muy lejano, pero al menos hay una expectativa; mientras que nosotros seguimos sumergidos en el lodazal de la demagogia, la putrefacción, la corrupción y el pus pestilente que emana desde Carondelet. ¿Hasta cuándo Padre Almeida? ¿ Hasta cuándo???