Carta de Navidad a la Madre pobre

Esta carta la escribí en 1999 en que “me tomé” la cruzada de
tocarle el corazón a la madre pobre, para que preserve a su hijo de
caer en la mendicidad.

Salí, por mi cuenta a algunos barrios de la ciudad, y poblados
cercanos a la carretera, donde reuní a algunas madres, para hablar
con ellas y repartir esta carta.

Siempre con la esperanza en la mujer madre que todo lo haría
por su hijo.

CARTA DE NAVIDAD A LA MADRE POBRE

21 DE DICIEMBRE DE 1999

Lily Pilataxi de Arenas

Estoy llorando
de un modo
distinto…

Por una y cien madres pobres, que borraron la Navidad
de los sueños de sus hijos.

Lloro si, pero de un modo distinto ¡Por ti!, ¡madre pobre! Que amargada,
frustras la Navidad de tus hijos, con desesperanza en el alma; ante el
ingenuo creer, que la Navidad solo la pueden tener los ricos, con buenos
regalos, juguetes costosos y cenas en grandes mesas.

Y engañada por ti misma, inconsciente de tu fuerza, ciega de tu valer,
arrojas tus hijos a la calle, a mendigar de puerta en puerta… “un
juguete…”, “las pascuas…” o “un regalito…”

Les enseñas que se humillen, a que giman su pobreza, despedazando sus
días, creando rencor en su alma al sentirse miserables.

Y entonces es, cuando mi llanto tiene voz de rebeldía, contra ti, madre
pobre, que no sabes que a tus hijos no les importan los trajes, los
juguetes, ni la cena.

Les importa es tu presencia y tu cariño; la importancia de ir cogidos de tus
manos…saber que tú los proteges y que sientes la alegría de ser su madre
querida.

A tu niña, antes que la muñeca rubia que le regalan por lástima, mil veces
preferiría una hecha por tus propias manos y más bueno le sabría el pan
compartido contigo, a que la sienten sin ti, entre vajilla de plata.

Y a tu hijo, qué feliz lo haría aquel camión de madera construido por su
padre, más la sonrisa de su madre.

Una mesa o un cajón, eso no tiene importancia; en vez de mantel de
seda, haz uno de estrellas juntas, de papel o de retazos, unas tazas,
unas galletas (si tú o tu esposo trabajan, no faltará ningún dulce) pero
disfrútenlo con sus hijos.

No importa tu fe religiosa ¡arma tu “nacimiento”! o si prefieres un árbol,
no necesita ser pino, puede ser solo una rama de tantos árboles nuestros,
Sal a buscarlo con tu hijo y adórnalo con ángeles y estrellas de papeles de
revistas recortadas o plisadas. ¡Y entona, entona canciones!

Deja ya de sufrir, porque no tienes lo mismo que los señores de enfrente.
Mira la luz del día, el sol, la luna en la noche, y aparta de tus hijos, la
amargura de su alma.

Hazlos felices!, esfuérzate por amarles, por enseñarles la luz que tienen
los días claros, para que su destello le alcance en toda la oscuridad y así,
no les faltará nunca una sola “Noche buena”…

Porque la “noche buena” de tus hijos, ¡Eres tú madre querida!…