No son verdes, serán negros, de luto y de muy penosa recordación. Toda persona o familia de clase media que tenga que sufrir sus consecuencias, que no pueda calentar el agua, planchar su ropa, usar aires acondicionados o pagar la matricula del vehículo que, con mucho esfuerzo, adquirió y que todavía no ha terminado de pagar recordará cada uno de los días a sus opresores, a quienes nos agobian, cada vez más con mayores y nuevas limitaciones, con nuevos y más altos impuestos.
Es un absurdo y un contrasentido que este mismo Gobierno que incentivó la compra y la adquisición de vehículos híbridos, liberando de impuestos su importación, ahora, un par de años después, pretenda cobrar excesivos impuestos de circulación, por cilindrajes de 3 000 cc o valores mayores a $30 mil. Precisamente por ser híbridos, una tecnología más cara, todavía en desarrollo y expansión, los consumidores estuvieron dispuestos a pagar un precio mayor, por la promesa de que estarían contribuyendo con un menor consumo de combustibles, una menor emisión y menor contaminación.