A Bolívar le resultaba intolerable la idea de un país independiente al sur de Nueva Granada, no controlada por él y al margen de su proyecto de Colombia. “ni la España ni ninguna Potencia Europea reconocerá pequeñas Repúblicas por los peligros de que están amenazadas, y mucho menos la de Quito que, colocada en medio de las grandes Repúblicas de Colombia y del Perú, vendría a ser objeto de pretensiones y de guerra, a que no podría ella ocurrir por sí sola y que la envolverían frecuentemente en los desastres de contiendas ruinosas y aún de facciones intestinas por el cuidado que tendrían las naciones vecinas de dividir los ánimos y ganar partido en su interior para sostener sus pretensiones” (Bolívar a Sucre, 21/01/18219). Visión de Bolívar que nos ha perseguido como maldición.
La abundante correspondencia que sostuvo el Libertador con distintas personalidades, apenas celebrado el armisticio con Pablo Morillo, jefe de la expedición militar encargada de sofocar la rebelión, a menos de dos meses del 9 de Octubre y después de éste, deja en claro que Guayaquil de una forma u otra, sería colombiano. Mientras aun permanecía en Venezuela escribe a Santander: “No sabemos si Guayaquil reconoce o no el gobierno de Colombia y si es parte de nuestro territorio” (Bolívar a Santander, 21/12/1820). Enterado de las estratégicas condiciones que reunía la ciudad-puerto, inicia su marcha para sin contar que se vería entrampado en Bomboná. “Estoy en marcha para Quito y Guayaquil. El general Valdés me precede con la vanguardia del ejército del sur, y el general Sucre lo seguirá de cerca” (Bolívar a V. Rocafuerte, 10/01/1821) “Me hallo en marcha para ir a cumplir mis ofertas de reunir el imperio de los Incas al imperio de la Libertad; sin duda, que más fácil es entrar en Quito que en Lima” (Bolívar a San Martín, 10/01/1821).
Bolívar ignoraba totalmente el agreste y malsano camino y los obstáculos que le esperaban en su marcha a Quito por Pasto, y menos que solo podría entrar con la ayuda desde el sur, gracias al Guayaquil libre. “es necesario que Vds. dirijan todos sus esfuerzos al Sur, para que esté tomado Quito antes del armisticio: éste es mi mayor encargo por ahora, porque es lo más importante y más necesario, y porque la paz se está esperando por instantes, y porque si no tenemos Quito, no lo cederán” (Carta a Santander, 10/07/1821).
“A mediados de septiembre estaré en Bogotá de paso a Quito. Pero cuidado, amigo, que me tenga Vd. adelante 4 ó 5.000 hombres, para que el Perú me dé dos hermanas de Boyacá y Carabobo. No iré, si la gloria no me ha de seguir (…) El fruto de once años no lo quiero perder con una afrenta, ni quiero que San Martín me vea, sino es como corresponde, al hijo predilecto” (Carta a Santander, 10/08/1821).
En junio de 1821 Sucre desembarcó en las costas manabitas para reemplazar a Mires, encargado de Bolívar para someter en Guayaquil. El 15 de ese mes el Cabildo de Guayaquil se dirige a Bolívar, felicitándose por su presencia de lo cual, pronto estarían arrepentidos. Con Sucre, el hombre de confianza, su fuerza militar y energía personal, las cosas cambiaron radicalmente, y el gobierno no pudo evitar la celebración de un nuevo tratado, que anuló el anterior. A partir de entonces, comenzó un verdadero asedio y una obsesión para incorporarla a Colombia, aunque fuere utilizando la fuerza.
Con esta presión ejercida por quien ostentaba plenos poderes del Libertador, la Junta se vio obligada a declarar como conveniente la necesidad de reunir la provincia a alguna de las grandes asociaciones de la América meridional, y por lo atractivo que resultaba su agregación a Colombia, iba a recomendarlo a la Junta Electoral, entre tanto, la provincia quedaba bajo sus auspicios y protección.
Este nuevo convenio, dentro del normal juego de intereses, facultaba a Bolívar a incluirla en todo tratado de “alianza, paz o comercio que celebrare con las naciones amigas, enemigas y neutrales”, y autorizaba a Sucre, para negociar en su nombre, “la regularización de la guerra entre Colombia y España por el tratado del 25 de noviembre pasado, comprenda también a la provincia de Guayaquil”. Entre los pocos bienes que otorgaba a la provincia el citado convenio, estaba el de reconocer a Guayaquil, “los más importantes apoyos a la libertad de Quito” (Arts. 2º. 5º y 6º), como una de sus más caras aspiraciones patrióticas.
Ya superados los primeros escollos y suscrita la intención, Sucre, que se encontraba acantonado con sus tropas en Babahoyo, envió una proclama, fechada el 11 de agosto de 1821, invitando a dar el paso para que el pueblo decida su destino. “Recibiendo el mando de las tropas que deben salvaros, dice Sucre, he jurado a mis compatriotas, que el suelo en que visteis la luz no será profanado por los tiranizado. (…) ¡Guayaquileños! Colombiano como vosotros, es mi deber verter mi sangre por vuestra gloria; pero amante de vuestra felicidad, yo os invito al paso que decida vuestros destinos. (…) vais a incorporaros a la sociedad colombiana: al convidaros a vuestra decisión os recomiendo la uniformidad, la unión más estrecha, y la resolución más firme de morir o de ser libres”. Finalmente entró en la ciudad, e inició el acoso a Olmedo y al gobierno. El 30 del mismo mes, dirigió una carta en la que insistía al ayuntamiento en la inmediata convocatoria de la representación, so pena de utilizar la fuerza para vencer su obstinada y permanente negativa.
En una segunda carta, con manifiesta pérdida de la paciencia por el modo como los guayaquileños defendían su libertad y trabajaban por su autonomía, dice: “Cuando la junta de guerra de Babahoyo solicitó a V.E. la reunión de la Junta Electoral creyó este reclamo en sus atribuciones (…) Una negativa tan obstinada no manifiesta la menor mira generosa por parte del Gobierno, y los males de la provincia exigían ya, ó salvar nuestra complicidad de estas mira, ó impeler al Gobierno a satisfacer los votos públicos”.
En una extensa carta, imposible de reproducir totalmente, fechada el 28 de diciembre de 1821, Olmedo, sin tener a otra persona a quien recurrir, se queja ante Francisco Salazar, representante de San Martín en Guayaquil, debido a las actitudes y acciones de las tropas colombianas por querer provocar una guerra civil: “después lo pusimos en noticia del señor General Sucre a efecto de que impidiese cualquier suceso desagradable y sus Contestaciones fueron las protestas más eficaces para borrar toda impresión con el particular” (…).
“El Cuartel de Cívicos dio parte de que algunos oficiales de Colombia montados, habían atropellado y dispersado la guardia; dos Ayudantes del Comandante General habían sido arrestados en el dicho Batallón al comunicar sus ordenes y el uno de ellos por intimación de un Coronel de Colombia” (…).
“Parece que se creyó conmover al pueblo, para que se proclamase a Colombia al entrar el Batallón, dando repetidos vivas a la Republica, mas el Gobierno que conoce la opinión publica estaba seguro del resultado. Efectivamente el Batallón volvió a las 6 a sus Cuarteles tremolando el Pabellón de la República; pero el Pueblo no hizo novedad, y ninguna persona correspondió ni a los vivas, ni a las invitaciones que le hicieron tres Oficiales de Colombia que lo conducían” (…).
“El Pueblo, a quien no se ha podido ocultar ni los autores, ni el fin de tal movimiento, se armo y corrió a sostener el Parque amenazado cada momento, y esto alarmo al Coronel Ybarra y demás Jefes de Colombia que armados de Lanzas corrieron las Calles amenazando al Pueblo. Este fermento que es la señal de una guerra civil se ha sosegado a lo menos en apariencia con la salida del resto del Batallón, de los oficiales que causaron la subversión, y de algunos mas oficiales de Colombia que han seguido a la división. Sin embargo las continuas amenazas que se traslucen, mantienen a los vecinos en la inquietud que es consiguiente, pues recelan otra sorpresa” (…).
“El Gobierno no puede prescindir de hacer a Vuestra Señoría esta manifestación, porque aunque Vuestra Señoría mismo ha presenciado estos hechos, y ha visto pronunciada de altamente la opinión publica quiere depositar en sus manos este relato como un testimonio de la opresión que se intenta hacer a la libertad.”
Los párrafos transcritos son muy elocuentes, en particular el último que no solo deja ver el rechazo del pueblo a la integración forzada a Colombia, sino el abuso y dominio militar al que Bolívar lo sometió. Manifestaciones que claramente contradicen las afirmaciones de Bolívar y sus adeptos, que los guayaquileños se sometieron felices y contentos.
Sucre subrayaba lo delicado de su posición, que estando en campaña debía distraer su tiempo por atender la incorporación de Guayaquil y que una resolución tan simple, que además contaba con el apoyo del pueblo, no necesitaba de tantos preparativos. Finalmente viene la amenaza diciendo: “Si V.E. la concede ó la convoca, podemos juzgar ese desprendimiento mal justificado en cuatro meses; si V.E. la niega, yo repito que las armas de Colombia no se prostituyen a consideraciones particulares, y que ellos deben salvar su honor, los deberes de Colombia y los verdaderos intereses de la provincia.”
Por el tono que fue tomando la situación, resultó imposible a la Junta de Gobierno no convocar a la Junta Electoral. El 31 de agosto de 1821 se reunió el Ayuntamiento, con la asistencia de Sucre en persona que, reiteró los términos amenazantes de su carta. La mayoría de las personalidades que entonces conformaban el Cabildo eran partidarios de la agregación a Colombia. Entre estos y Sucre, consiguieron una declaratoria en pro de la anexión.
Efectivamente, la visión de bolívar nos ha perseguido como maldición. Lo que ocurre es que Guayaquil es, ella misma, una paradoja, que reúne en su seno a liberales y socialistas, bolivarianos y anti-bolivarianos, comunistas y capitalistas y ha carecido históricamente, como el artículo de José Antonio lo argumenta, de la contudencia requerida para, primero, sacudir el centralismo disfuncional de la Gran Colombia, y posteriormente el centralismo rapaz que la pretende pemanentemente reducirla a ciudad de segunda categoría – con la lamentable anuencia de algunos que se dicen guayaquileños, y otros que, a diferencia de José Antonio, son protestantes de cafetín.
Ni Bolivar ni Sucre fueron tan libertadores ni Olmedo fue lo Suficiente astuto para prevenir tamano acto de tirania. Si corremos la historia a nuestros dias actuales, vemos como el movimiento liderado por Chavez desde Venezuela ha querido reeditar tamano descaro y el gobierno ecuatoriano ha dejado debilitarse en el aspecto de alianzas internacionales mas convenientes para nuestra soberania. Dejaremos que el actual regimen nos entrege a intereses del hemisferio socialista?
Bolivar, el mayor tirano en la historia de Latino America, no por algo es el idolo de Chavez y Correa
Saludos. me alegra su entereza en realizar este comentario sobre el «Libertador», nefasto personaje para Guayaquil, convertido en un dogma en la actual República del Ecuador. Ojalá que logremos nuestra verdadera independencia, no autonomía, que con eso no hacemos nada.
espero otras voces similares al autor del artículo, especialmente de los «nobles» y «patricios» ciudadanos de nuestra querida ciudad de Guayaquil, porque del resto, poco o nada les importa estos temas tan trascendentales, impuestos por Quito, para cubrir su supuesto «Primer Grito de Independencia», otra falacia histórica.
Considero que nuestro Ayuntamiento debería mantener una agresiva campaña de desmitificación de tantas mentiras, y escribir una verdadera historia, especialmente relacionada con el origen Provincia Independiente de Guayaquil, completamente oculta y soslayada por mezquinos intereses. Comenzemos dambiando los nombre de la Rotonda, el malecón, los colegios, las calles, las escuelas, en centro de Convenciones, y otros lugares que perennizan injustificadamente dicho nombre.
napoleón Sotomayor
Saludos. me alegra su entereza en realizar este comentario sobre el «Libertador», nefasto personaje para Guayaquil, convertido en un dogma en la actual República del Ecuador. Ojalá que logremos nuestra verdadera independencia, no autonomía, que con eso no hacemos nada.
espero otras voces similares al autor del artículo, especialmente de los «nobles» y «patricios» ciudadanos de nuestra querida ciudad de Guayaquil, porque del resto, poco o nada les importa estos temas tan trascendentales, impuestos por Quito, para cubrir su supuesto «Primer Grito de Independencia», otra falacia histórica.
Considero que nuestro Ayuntamiento debería mantener una agresiva campaña de desmitificación de tantas mentiras, y escribir una verdadera historia, especialmente relacionada con el origen Provincia Independiente de Guayaquil, completamente oculta y soslayada por mezquinos intereses. Comenzemos dambiando los nombre de la Rotonda, el malecón, los colegios, las calles, las escuelas, en centro de Convenciones, y otros lugares que perennizan injustificadamente dicho nombre.
napoleón Sotomayor
Estimado sr. Gomez: es una delicia poder leer sus articulos y la informacion que estos siempre aportan.Bolivar,se entiende,fue un lider muy dificil siempre de catalogar.Por un lado tenemos los defensores de su accion y por el otro los detractores que fueron muchos tambien.Dicese que todos contamos como nos fue en la fiesta ,dependiendo con quien nos toco bailar y, a gran parte de los ecuatorianos,los abrazos y las aspiraciones del libertador siempre nos parecieron un poco de «mano fuerte militar». La pregunta,ya no como ecuatorianos,seria ?la gran colombia valio la pena,debio haberse defendido y mantenido y no estos desgranados paises que todabia luchan por ser naciones modernas cuando pudieron ser estados confederados en pie de igualdad?.Bolivar tenia un sueno, «delirio» dirian sus oponentes,de una gran nacion hispanoparlante como unico remedio frente a los poderes extracontinentales ,pero tambien del naciente coloso norteamericano. Estoy seguro,que los mismos motivos que tubieron los Norteamericanos( creacion de una nacion fuerte confederada como el mejor medio de defenza frente a los poderes de la vieja europa)fueron los de Bolivar independientemente de sus metodos para lograrlo.
Excelente, claro y aleccionador articulo.
Pero me pregunto: de que sirvio a Colombia la anexion forzada de nuestras tierras, si nos las supieron administrar y finalmente las naciones de la Gran Colombia se dispersaron dejandonos atrasados en relacion a otras naciones que se mantuvieron como unidad en si.
y empezamos nuestra Republica del Ecuador endeudados y como indico retrasados en todos los procesos por los que pasan todos los pueblos en formacion de Estado.
Gracias por tan excelente artculo, los guayaquilenos siempre hemos sido como dice la cancion madera de guerreros y da pena saber que no pudimos ser un pequeno pais independiente y tanto Colombia como Peru siempre vieron en nosotros la ambicion por el grn puerto que representabamos.