23 noviembre, 2024

Más Sobre la Anexión

Ecuador era imprescindible para bloquear el paso de las fuerzas españolas que aun se hacían fuertes en el territorio peruano. Y urgente era la posesión de Guayaquil por su poder económico, pues las tierras altas interandinas eran improductivas y además se hallaban en una profunda pobreza. Y lo más importante, su posición estratégica, salida al mar que permitiría la viabilidad de la acción armada contra el último reducto español.

Para captar la simpatía de la clase alta, echó mano del argumento de la necesidad de salvar Guayaquil del dominio de la plebe, enviando una arenga que decía: “Sólo vosotros os veíais reducidos a la situación más falsa, más ambigua, más absurda, para la política como para la guerra. Vuestra posición era un fenómeno, que estaba amenazando la anarquía; por eso he venido, guayaquileños, a traeros el arca de salvación.”

Bolívar no tenía la absoluta seguridad que el Colegio Electoral aprobaría la anexión, tenía un profundo desasosiego, pues la representación democrática la tenía la Junta de Gobierno, la militar y de facto, Bolívar, sustentada en sus 1.300 bayonetas: “Yo espero que la Junta Electoral que se va a reunir el 28 de este mes, nos sacará de la ambigüedad en que nos hallamos, Sin duda debe ser favorable la decisión de la Junta, y si no lo fuere, no sé aún lo que haré, aunque mi determinación está bien tomada, de no dejar descubierta nuestra frontera por el Sur, y de no permitir que la guerra civil se introduzca por las divisiones provinciales” (Bolívar a Santander, 22/07/1822).

Como ya hemos visto, el 13 de julio decretó la total incorporación de Guayaquil y su provincia a Colombia, que posteriormente sería confirmada por el “voto mayoritario de los guayaquileños”.

Tan pronto obligó al Colegio Electoral la incorporación de Guayaquil a la República de Colombia, e instado por Bogotá, inició la exacción requerida por el erario, para financiar el presupuesto colombiano. En vista de los pobres resultados afirmó: “Quito, ese país que, según la fama y según la experiencia, es el pueblo más descontentadizo, suspicaz y chino, en todas sus cualidades morales. (…) Últimamente se ha descubierto que el departamento de Quito no da nada, y que Guayaquil lo ha de dar todo” (a Santander, 23/09/822). En este punto cabe preguntarse, si la intención de ocupar, tener y tomar Guayaquil, era solo política y militar, o en buena medida económica. Guayaquil le aseguraba ingresos que otros departamentos no le daban no obstante su manifiesta adhesión.

Consumada la anexión, el Libertador pronunció una arenga: “Guayaquileños: Terminada la guerra de Colombia ha sido mi primer deseo completar la obra del Congreso, poniendo las provincias del sur bajo el escudo de la libertad, de la igualdad y de las leyes de Colombia. El ejército libertador no ha dejado a su espalda un pueblo que no se halle bajo la escolta de la Constitución y de las armas de la República.”

“Guayaquileños: vosotros sois colombianos de corazón porque todos vuestros votos y vuestros clamores han sido por Colombia, y porque de tiempo inmemorial habéis pertenecido al territorio que hoy tiene la dicha de llevar el nombre del padre del Nuevo Mundo, mas yo quiero consultaros para que no se diga que hay un colombiano que no ame sus sabias leyes” (El Patriota de Guayaquil).

Posteriormente, tanto Olmedo como los vocales de la Junta Francisco María Roca, y Rafael Ximena, partieron a Lima, de donde estos dos últimos no retornaron jamás en vida. Incorporados a Colombia como Departamento de Guayaquil. Bolívar se ufana de los resultados que había previsto y escribe a Santander, que el sometimiento “no fue absolutamente violento, y no se empleó la fuerza, mas se dirá que fue el respeto a la fuerza que cedieron estos señores” (22/07/1822).

Con estas palabras deja traslucir el efecto de la presión y coerción que ejerció sobre Guayaquil. Esto no debió sorprender a San Martín, que venía en viaje para asistir a la histórica reunión que se celebró los días 26 y 28 de julio de 1822, pues había sido advertido por Bolívar en más de un documento. Es evidente que ni Bolívar ni San Martín, podían concebir en sus planes el nacimiento de un estado enquistado entre Colombia y Perú. De allí que la intención y deseo mayoritarios de los guayaquileños, de constituir uno basado en el ente político de la Audiencia de Quito, del cual Olmedo era partidario inequívoco y su indiscutible líder, nunca tendieron abiertamente a ello, porque habría sido un acto impolítico. El solo plantear esta tendencia, habría debilitado la decisión, tanto de Bolívar como de San Martín, de apoyar militarmente la concreción de algo ajeno a sus intenciones.

Cuando todo estaba consumado, a manera de justificación, los colombianistas publicaron una carta en el Patriota, que los representantes de las cabezas de familia de Guayaquil, habían dirigido un año atrás a su Ayuntamiento (sesión del Cabildo del 31 de agosto de 1821, con Sucre presente), manifestando la intención de incorporarse a Colombia. “Vuestra Excelencia ha oído el voto libre de esta capital por su incorporación a la República de Colombia en el Cabildo de 31 de agosto de 1821, al que concurrió invitado el jefe de la división del sur (Sucre) según lo expresa el acta de aquel día” (Semanario El Patriota de Guayaquil, del 13 de julio de 1822). Carta que aparentemente firmaron mayoritariamente los vecinos de la ciudad, ya que constan numerosos nombres en ella.

Finalmente, se reproduce la nota que por medio de su secretario, el Libertador envió a la Junta Superior de Gobierno de Guayaquil (Suplemento al Patriota, 13/07/1822), que dice: “Su Excelencia el Libertador de Colombia para salvar al pueblo de Guayaquil de la espantosa anarquía en que se halla, y evitar sus funestas consecuencias, lo acoge, oyendo el clamor general, bajo la protección de la República de Colombia, encargándose Su Excelencia del mando político y militar de esta ciudad y su provincia: sin que esta medida de protección coarte de ningún modo su absoluta libertad, para emitir franca y espontáneamente su voluntad, en la próxima congregación de su representación a lo que la Junta respondió en el acto que: deseando evitar todo motivo de inquietud y discordias, cesaba desde luego en las funciones del gobierno y lo comunicaba a los cuerpos”. Esto evidencia que se quiso dar visos de legalidad a lo que fue totalmente fraudulento, y que el Libertador, utilizó a su secretario el general José Gabriel García para hacerlo decir lo que él no quería firmar.

En vista de la efervescencia, descontento y ambiente de resistencia pasiva que había en la ciudad por el atropello que había significado la anexión, las primeras medidas tomadas por Bolívar para neutralizar cualquier reacción de los guayaquileños, fue el licenciamiento de todas la milicias que existían en la provincia y el envío de los batallones Guayaquil y Yaguachi, veteranos de la batalla del Pichincha, como tropas auxiliares al Perú.

Los meses que duró la autonomía guayaquileña, forjada sobre ideales de libertad de expresión, asociación, comercio, etc., acunados por un pueblo acostumbrado a luchar contra la adversidad y a preservar íntegra su comunidad, empezó a verse amagada que con la llegada de Sucre en junio de 1821. Una vez sometida Guayaquil, Bolívar cree alcanzar la quimera de una Colombia grande, que al sumarla a un territorio desarticulado y desconocido por la gran mayoría de sus habitantes, no pasó de ser sino el sueño de un gran hombre.

Bolívar, Una vez consumada y consolidada la anexión de Guayaquil por la fuerza, descansó en espera de la llegada de San Martín, quien al llegar a Puná en la “Macedonia”, se encontró con Olmedo que esperaba su viaje al Perú. Enterado de los acontecimientos decidió no subir hasta Guayaquil. Bolívar envió emisarios especiales para hacerlo cambiar de actitud.

Finalmente los dos libertadores se entrevistaron el 27 de julio, sobre cuyos resultados surgieron dos versiones: la bolivariana que insiste “en que la discusión se redujo a asuntos políticos, que San Martín no trató el estatuto de Guayaquil ni pidió ayuda militar, y que tampoco buscó el acuerdo de Bolívar para poner una monarquía en el Perú. Según los partidarios de San Martín, el protector necesitaba y requirió el apoyo del ejército de Bolívar para completar la destrucción del poder realista en el Perú; y para conseguirlos se ofreció servir bajo el mando de Bolívar.” (John Lynch. Las Revoluciones Hispanoamericanas, 1808 – 1826, 1976).

Para Bolívar, la reunión de Guayaquil, fue un acto social que culminó con un gran baile de gala. Él tenía todos los ases en la mano y tenía asegurada la posesión tanto del norte como del sur. Durante un año, descansó en Guayaquil esperando la oportunidad de saltar al Perú.

Las cartas reproducidas, que se hallan recopiladas en muchas obras, memorias, epistolarios, etc., descubren y describen un escenario en el cual se evidencia, no una actitud democrática del Libertador, ni una apertura por comprender el proyecto independentista de los guayaquileños y de sus líderes, sino una obsesión por someter autoritariamente a una provincia que se “atrevió” a erigir un proyecto autonómico y que lo quiso negociar bajo reglas liberales y democráticas. Bolívar y su irrealidad, evitaron la permanencia de la autonomía provincial de Guayaquil, hecho que, a lo largo de la historia hasta nuestros días, nos ha conducido a un sometimiento y sujeción destructiva, y a constantes enfrentamientos regionales.

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  1. Saludos. Realmente abochorna seguir conociendo detalles de la ignominiosa actitud de ciertos guayaquileños, que desde aquella época, siempre se han demostrado claros y fervientes partidarios de los mezquinos intereses comerciales y personales. Esta actitud sigue vigente hasta la presente fecha, donde se puede vislumbrar que no hay peor enemigo de un guayaquileño que … otro guayaquileño.
    Por ello no me llama la atención que ciertos ciudadanos domiciliados en esta ciudad, aún pretendan continuar con el mito de Bolívar, tal vez unos, por desconocimiento, y otros, por intereses creados.
    Por ello no hay que olvidar la famosa frase pronunciada por Vicente Rocafuerte: «Se ha preferido la vara del mercader a la Musa de Junín», refiriéndose a la elección para Presidente de la República en la COnvención Nacional celebrada en Cuenca, donde el próspero comerciante Vicente Ramón Roca, derrotó a Olmedo. Frente a este triste episodio de compra de votos, hay autores que niegan aquello, ya que Roca «ejerció influencias» y que Olmedo «no movió un dedo».
    Quienes tenemos algo de rubor o pudor, conocemos perfectamente cuales son las «influencias» que puede ejercer un comerciante; y que puede hacer un poeta.
    Esta es la realidad de nuestro querido Estado Independiente de Guayaquil,convertido de Estado Independiente a ciudad secundaria dentro del nuevo orden político regional originario de Quito, eternos acólitos de Bolívar.
    Saludos,
    Napoleón Sotomayor

  2. Guayaquil fue víctima de su sinuosidad en ese momento, pues luego de haber mantenido, apoyado y constituído a los ejércitos realistas que lucharon en contra de la Independencia americana durante 13 años, es decir, 1809-1922, se quedó sin ejército, pues sí lo tuvo, pero para luchar en contra de los libertadores, y fue finalmente vencido, exterminado y/o licenciado, el 24 de mayo de 1822, en Pichincha, ya que un enorme porcentaje del ejército realista de Aymerich estuvo conformado por guayaquileños. Así lo demostraré en mi próximo libro en el que con nombres y apellidos daré a conocer que los «Próceres» de Guayaquil, constituyeron, financiaron y mantuvieron a los ejércitos realistas que lucharon en territorio del actual Ecuador y Colombia bajo el mando de Sámano, Montes y finalmente, Aymerich, precisammente en contra de la libertad.

  3. Posemos la Nómina de los soldados del Ejército Real en el sector de Calibío en enero de 1814, seguramente horas antes del ataque perpetrado por el Gral. Nariño, en el cual derrotó ampliamente a los Ejércitos del Rey. Contiene los nombres de los soldados destacados en ese punto del: a) Real de Lima, b) del batallón de españoles de Lima, c) de las Milicias de Guayaquil; y, d) de los Dragones de Guayaquil.

  4. Teneos también la Solicitud del soldado Tomás Vera de la tercera División de los Pardos de Guayaquil, al Presidente Montes, quien pide ser trasladado a un lugar más cálido como Otavalo. Le fue concedido. 4 fojas, 2 de septiembre de 1814.

  5. Es digno de conocerse el Proceso Penal seguido contra los soldados Mariano Muñoz del Real de Lima; Vicente Requejo, Granadero de las Milicias de Guayaquil y Simón Erraes de la 8va. Cía del Batallón de Cuenca, por robo efectuado el 16 de marzo de 1815 al ciudadano español Don Clemente Puche, vecino de Guayaquil . En el proceso aparecen las identificaciones y lugar de nacimiento, los nombres de los oficiales instructores y el año desde que pertenecen al ejército. En este proceso, se descubre por vez primera, que los soldados del Real de Lima, provenían de varios lugares del Perú y del actual Ecuador. En el juicio aparece el señor José Cornejo y Avilés como defensor de oficio, siendo capitán graduado del Real Ejército y Ayudante Mayor del Batallón de Infantería de Pardos de la Plaza de Guayaquil.

  6. En el expediente promovido por el Teniente graduado del Escuadrón de los Dragones de Guayaquil don Rafael Ramos,aparece solicitando se lo coloque en el Regimiento Veterano de Lima, 4 de abril de 1816. Es un muy importante expediente que contiene la hoja de vida y méritos del oficial realista, además del nombre de innúmeros jefes y compañeros de armas del Ejército del Rey. Se descubre que participó bajo las órdenes de Montes desde 1812.

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