22 noviembre, 2024

Microcuentos

Érase una vez un abismo que se vistió de astros y se llamó cielo.
El sol abrazó a la luna y le dijo: No haremos el amor, haremos las estrellas.

Érase una vez una lágrima que se durmió sobre una nube y despertó lluvia.
La lluvia, al llorar sus penas, creó un hogar para las ballenas.

Érase una vez un suspiro que se coló entre un par de labios;
Entró como anhelo y salió como beso.

Érase una vez la historia de un pensamiento.
Fue tejido por finas manos y se convirtió en mandamiento.

Érase una vez una flor que se dejó seducir por una espina;
De tanto enjugar sus heridas se convirtió en poesía.

Érase una vez un ostentoso barco
Que mandó a construir el mar sólo para poder navegar.

Érase una vez un joven deseo
Que de tanto empeñarse se convirtió en apego.

Érase una vez una montaña que se mudó a la Tierra.
Al no encontrar el amor, se conformó con un corazón de piedra.

Érase una vez la historia de un hombre solitario.
Quería sepultar viejos rencores bajo el manto de nuevos amores.

Érase una vez la historia de una mujer hermosa.
Vendió su belleza por un puñado de rosas.

Érase una vez un alma pura que cayó prisionera de un miserable cuerpo.
Desde entonces anhela ser rescatada,
Y de la infame amalgama verse emancipada.

Érase una vez un microcuento sobre la existencia;
Escudriñó las palabras hasta dar con su esencia.

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Ernesto Noboa y Caamaño

Ernesto Noboa y Caamaño fue un poeta guayaquileño, figura del modernismo en la poesía latinoamericana, nacido el 11 de agosto de 1889, hijo de Don Pedro José Noboa y Carbo y de la Sra. Rosa María Caamaño y Gómez Cornejo, dos miembros de familias acomodadas y muy conocidas. Se vio siempre acosado por una neurosis que sólo la morfina lograba calmar. Casi toda su obra se encuentra publicada en su libro “Romanza de las horas”, publicado en 1922. Muchos de sus poemas fueron convertidos en canciones, sobre todo pasillos.

Su poesía Emoción vesperal es la más conocida y recordada, tanto en Ecuador como en otros países. Su poesía tuvo mucha influencia de los poetas franceses, sobre todo del grupo de los llamados “poetas malditos”, como describió Paul Verlaine a Tristan Corbière, Arthur Rimbaud, Stephane Mallarmé, Marceline Desbordes-Valmore, Villieres de lísle-Adam y Pauvre Lelian, que era un anagrama de su mismo nombre. Aparte de ello, influyeron también en sus versos Charles Baudelaire, Heme, Samain, Laforque, Poe, el modernista cubano, Julián del Casal, Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez.

No hay comentarios

  1. Me encanto la comparacion y la lirica usada….
    Hace tiempo que no leia algo que en verdad me volviera a el pensamineto absatracto y a generar sueños.
    Me ha gustado mucho , mis felicitaciones a el autor….

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