24 noviembre, 2024

Soleá del amor generoso

Siguiendo con las Soledades de Manuel Benítez Carrasco. Quiero presentar ahora, su
Soledad del amor generoso:

Soleá del amor generoso
Manuel Benítez Carrasco

Todo es cuestión de hidalguía,
tú me lo negaste todo,
yo te di cuanto tenía.

Ni un suspiro a mi cuidado
contestando a mi suspiro;
fuiste de duro zafiro
siendo de vidrio quebrado.
Ni un rosal viejo y gastado
merecí de tus antojos,
sólo me diste despojos
de tu zarzal y tu roca,
que me sangraron la boca
y me cegaron los ojos.

Ni una mirada siquiera,
ni una palabra sencilla,
ni siquiera la semilla
de una sonrisa ligera.
Cuando yo te daba entera
mi flor de luna y mi todo,
tú… pagabas a tu modo.
Y así, mientras mi hidalguía
te daba cuanto tenía,
tú me lo negabas todo.

¿Que te di yo? Casi nada,
mi beso recién comprado
y en la fragua del costado,
una hoguera desbocada.
Te di mi huerta cercada,
llena de rosas y lirios,
te di mi voz y los cirios
de mis noches en desvela
y un corazón sin cancela
roto de tantos martirios.
Te di mi risa y mi canto,
te di mi templo y mis ritos,
mi boca llena de gritos,

mis ojos llenos de llanto,
te di tanto, tanto, tanto
que darte más no podía
y cuando ya no tenía
nada en casa que pidieras,
yo para que no dijeras,
te di la casa vacía.
Pero, ¿para que decirte
cosas que no han de llegarte?
Caña frágil que se parte
no entiende de mi buen trigo.
Y ya ves, ni te maldigo.
¿Para qué? Desde aquel día
tu bajeza y mi hidalguía
se definen de este modo:
Tú, me lo negaste todo,
yo te di cuanto tenía.

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Me permito copiar los datos del contexto histórico de este poema de Jorge Wagner Velasco, investigados por su sobrino, mi amigo, colega y compañero, el Dr. Guillermo Wagner Cevallos:

“Este poema, dedicado a la memoria del Teniente Gustavo Ledesma Vásquez, nacido en Guayaquil, miembro de las guardias Nacionales, heroicamente fallecido el 23 de julio, en la primera ofensiva del Perú, en la llamada Batalla de Zarumilla, fue escrito el año de 1941, inmediatamente después de la Convención de Talara, donde se acordó la separación de fuerzas con una zona desmilitarizada de algunos kilómetros, pero con la Provincia de El Oro ocupada y la amenaza de atacar Guayaquil y Cuenca. Fue inspirada por la trágica derrota de nuestras armas, pese a la heroica actuación de nuestros combatientes que lucharon en condiciones de desventaja numérica y de armamento y la posterior ocupación de la Provincia del oro, parte de Loja y las guarniciones ecuatorianas de la Amazonía a partir del 29 de julio, cuando habíamos mantenido un alto al avance enemigo. Este ataque sorpresivo y contrario al Derecho Panamericano y a pesar del acuerdo del cese de hostilidades, con la garantía de Estados Unidos, Brasil y Argentina, firmada el 26 de julio, se dio, en un estado de agotamiento de las fuerzas ecuatorianas, huérfanas de refuerzos y de parque y confiadas en el respeto al alto al fuego.

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