“La celebración del “día del pisco” para los peruanos, es como conmemorar
un segundo día nacional, pero para mí, es además la celebración de un
motivo muy personal. Acostumbraba a preparar pisco y brindarlo en las
reuniones que hacía con mis amigos, y justamente en una reunión en mi
casa, estaba la que ahora es mi esposa. Se encontraba entre los invitados, y
obviamente, le brindé un pisco… y desde ese momento, es la persona más
importante de mi vida”.
El párrafo anterior está entre comillas, pero no es textual. Es un intento de
reproducción de las bellas y románticas palabras que pronunció el actual
Cónsul General del Perú en Guayaquil, Carlos Briceño, con motivo de la
celebración del día del pisco, en el conocido restaurante, La Alameda de
Chabuca.
Una vez, terminado su breve y emotivo discurso, me acerqué a la esposa del
cónsul, una encantadora francesa, llamada Margot, y al comentar sobre lo
dicho por su esposo, ella confirmó: “¡así fue!, con un pisco nos conocimos y
desde ahí nunca nos hemos separado”.
Dicen que el efecto del pisco es de mucho beneficio para la salud, ya que
cura la tristeza y trae en su reemplazo la alegría, tanto así, que los peruanos
recomiendan comenzar el día ¡con tres piscos Sour, en ayunas!
Como médico que soy, sugiero tener más cautela, y tomar pisco, si, pero
luego de haber desayunado. Porque si no, ciertamente, irás muy alegre
a tus actividades; más desinhibido de lo habitual, y, como decimos los
guayaquileños, podrías meter la pata, y no manejarte de manera acertada.
Pero bueno, lo cierto es que a tan agradable remedio, ¿quién puede
rechazarlo? Más aún, después de conocer oficialmente, como el pisco puede
ayudarte a conseguir un gran amor…
La moraleja de esta historia, no es que te pongas a beber, y creas que así
encontraras a la pareja ideal. Lo que debemos aprender es que no todo en
la vida debe ser tan rígido, y aún en los momentos de mayor protocolo, se
pueden dejar las inhibiciones y las convenciones; y tal como lo hizo el Cónsul
del Perú, logremos expresarnos más allá de lo cotidiano, compartiendo lo
mejor que tenemos, nuestros sentimientos, con toda la poesía y la sobriedad
de la que es capaz, un alma enamorada.