21 noviembre, 2024

Andrés Eloy Blanco

Andrés Eloy Blanco fue un abogado, escritor, humorista, poeta y político venezolano que nació en Cumaná, cuna también de nuestro prócer Antonio José de Sucre, el 6 de agosto de 1896 y murió el 21 de mayo de 1955 en México, D.F., en un accidente de tráfico, cuando estaba exiliado.

Miembro de la generación del 28 y fundador del partido político Acción Democrática. Siendo estudiante fue encarcelado por participar en manifestaciones contra el régimen. Obtuvo varios premios en bellas artes por sus poesías, entre ellos, el primer premio en los juegos florales de Santander Cantabria, en España, por el que viajó a España a recibirlo, donde fue nombrado miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Viajó luego a Cuba donde se reunió con intelectuales cubanos y venezolanos exiliados.

En 1928 comienza a editar clandestinamente el diario disidente “El Imparcial”. Su actividad política lo llevó varias veces al exilio. Venezuela no ha reparado mayormente en este brillante escritor.

Quiero presentar ahora solamente dos poesías de él: Su hermosísimo poema “La renuncia” y su poema que, hecho canción, ha recorrido el mundo hispano y que es un canto social (presento aquí el poema, no la canción): “Píntame angelitos negros”:

La renuncia
Andrés Eloy blanco

He renunciado a ti. No era posible
fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.

Yo me quedé mirando cómo el río se iba
mientras quedaba en cinta de la estrella…
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba…

He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;

Como el que ve partir grandes navíos
con rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

Como el marino viejo que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.

He renunciado a ti, como renuncia
el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales
en los escaparates de las confiterías…

He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos a un poco de lo que antes quisimos
y al final, ¡cuántas veces el anhelo menguante
pide un pobre pedazo de lo que antes tuvimos!

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño…

PÍNTAME ANGELITOS NEGROS
Andrés Eloy Blanco

-Ay, compadrito del alma,
¡Tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le miraba el hueso;
como se me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendría dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito de Cielo.

-Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.

Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.

Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.

¿No hay un pintor que pintara
angelitos de mi pueblo?
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.

Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.

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