22 noviembre, 2024

El Ejemplo de Benedicto XVI

EL PODER DE LAS PALABRAS: “En cierta ocasión un famoso poeta se encontraba en un bar. Fue reconocido por un humilde obrero, quien se le acercó y le pidió un gran favor. ¿Podría Ud, famoso poeta, ayudarme? –Dígame- respondió el poeta. Mire, yo no sé escribir y deseo enviar una carta de amor a mi novia. ¿La podría Ud, escribir por mí? El escritor se sonrió desconcertado, levantó los hombros con un gesto de imposibilidad, trató de explicarle que eso no podría ser. Pero el obrero insistía en su demanda. ¿Qué quieres que yo diga en tu carta? Preguntó el escritor. –No sé- contestó el obrero, si lo supiera, no se lo estaría pidiendo Al escritor le impresionó la respuesta, se quedó un rato pensativo y le dijo: Vuelve mañana a esta misma hora y tendrás tu carta.

El escritor estuvo por la noche luchando con las palabras, tratando de expresar un amor profundo. Al día siguiente fue al bar con su carta, y cuando llegó el obrero, se la leyó. Al obrero se le iluminaron los ojos y dijo con agradecimiento y admiración: Sí, es perfecto. Eso era precisamente lo que yo quería decirle a mi novia, pero no sabía que era eso”.

ESCRIBIR ES COMUNICARSE, derramarse en los demás. Uno escribe, pero el texto se realiza en el lector. Las palabras viajan dentro de él, le pertenecen. De ahí que leer necesita de un silencio previo. Leer necesita una escucha previa, un diálogo profundo consigo mismo, anterior al diálogo con el texto escrito. Solo quien es capaz de escucharse, es capaz de escuchar el silencio y podrá decir y escribir palabras verdaderas.

¿QUÉ NOS DEJA BENEDICTO XVI? El testimonio de una vida en búsqueda de la verdad que es amor, belleza, unidad, ante todo, libertad. A esto lo denomina Dios, cuyo misterio no lo puedes comprender del todo, pero lo puedes captar, palpar, que tiene rostro y figura, que ilusiona y apasiona en la vida y misterio de Jesús de Nazaret. Esta búsqueda está expresada y nos la comunica en sus escritos, sus libros, sus homilías, sus encíclicas, sus exhortaciones. Fue un Papa de la palabra escrita, pensada, orada y sentida. Un papa que sabe del poder de las palabras, no solo de su sentido o significado. Como sabe del poder de las palabras, y como tiene experiencia de ese poder atractivo y transformativo de la PALABRA HECHA VIDA Y REVELADA EN JESÚS, sabe de su proceso evolutivo para captarla, para dejarse transformar y responderle con verdad y vida, fue lo que dijo en su última audiencia.

Benedicto a sus 85 años, nos invita a seguir dejándonos transformar por el poder de la palabra de Dios, a no dejarnos corromper ni alterar por el poder de la palabra manipuladora, aduladora o ideológica de un mundo que habla o pronuncia palabras sin escuchar el silencio, sin meditar, sin escucharse a sí mismo.

En su discurso de despedida, su última audiencia oficial ante más de 200 mil personas, ratificó de manera sencilla lo que la Palabra de Dios hizo en él y por ello simplemente se sentía AGRADECIDO por el inmenso amor de Dios en su vida y misión. ANIMÓ A TRANSMITIR ANIMO Y CONFIANZA en el que sabe ejercer el poder por el amor inspirador de sus acción y quien llevará adelante a sus hijos e hijas a la unidad y libertad plena, sabiendo ejercer la libertad individual y tomando las decisiones por más dolorosas que sean, con tal que dejen crecer y den espacio a otros, a las nuevas generaciones para que sepan ejercer su derecho a decir su palabra y escribir su propia historia. El mundo está en las manos de Dios, quien sabrá dirigirla en libertad hacia la gloria. Y, por último, nos transmitió una profunda ALEGRIA de quien con serenidad y sencillez sabe escuchar la Palabra de Dios y responderle en su momento, para seguir creciendo. Retirarse a tiempo es un ejemplo de sabiduría de quien sabe confiar y creer en la Palabra de vida. Es apostar por la libertad de los hijos e hijas de Dios que deberán saber escuchar LA PALABRA DE VIDA. Las decisiones bien tomadas, transmiten serenidad y alegría, lo que reflejó su rostro.

La Iglesia, con sus grandezas y miserias, está en las manos de Dios. La Iglesia debe cambiar, implementar las pautas del Vaticano II, es un imperativo de los tiempos, no podemos esperar. La iglesia debe confiar en las nuevas generaciones. Benedicto XVI nos acaba de dar un ejemplo de vida. Que los responsables de elegir al nuevo papa, no desperdicien esta oportunidad.

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