21 noviembre, 2024

Un despertar verde

Ella venía de muy lejos,
arrastrando su soledad
Se refugió en un parque solitario
en busca de la serenidad

Dejando caer áridos recuerdos
se acostó sobre la fresca hierba
y se entregó a la experiencia

El sol la consoló y la acarició
de tal manera
que casi juró que era él
Ella se vistió de sol
y en el sol estaba él

Unos morenos cachorros
olieron su necesidad
Y corrieron, conmovidos,
a ofrecerle su amistad

En el centro había un árbol
tremendo tronco espiritual
Su sabiduría, manos verdes
y su sombra, abrazo maternal

El perro corría tras el pájaro
y el pájaro era Dios
Las aves cantaban para nadie
y nadie era yo

Fue en aquel parque forastero
donde encontró ella su hogar
El silencio era Dios
y la naturaleza su altar

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Quiero ahora que llenemos de nostalgia nuestra alma, leyendo este precioso poema que recuerda una época pasada.
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MITOLOGÍA DEL MONTUBIO QUE SE FUE

Jorge Wagner Velasco

Mis ojos me han puesto triste
y yo me he quedado quieto
para mirar un recuerdo
verde de guachapelíes
que me llaman en secreto.

Mi selva se ha hecho lejana
y quiero verla de nuevo,
quiero volver a la orilla
que dejé hace tanto tiempo.
La tierra siempre es amiga,
el trillo nunca es ajeno,
las canciones de mi tierra
nacen del alma y del cuerpo.
No hay luna como la luna
que anochece en mi recuerdo
verde claro de hierbales,
ni sol que alumbre más cierto.

A buen juez, mejor testigo 9-VII-12

José Zorrilla y Moral fue un poeta y dramaturgo español que nació en Valladolid el 21 de febrero de 1817 y falleció en Madrid el 23 de enero de 1893. Su padre era un hombre conservador y absolutista, seguidor del relator de la Real Cancillería. A sus 9 años, se trasladaron a Madrid, donde su padre trabajó como Superintendente de policía y él ingresó al Seminario de Nobles, regentado por los jesuitas, donde participó en representaciones teatrales escolares. Muerto Fernando VII, su padre fue desterrado a Lerma (Burgos) y él fue enviado a estudiar derecho a la Universidad de Toledo, bajo la vigilancia de un pariente canónigo en cuya casa de hospedó; pero como se distraía en otras ocupaciones, el canónigo lo devolvió a Valladolid para que siguiera estudiando allá, junto a sus padres, pero por su carácter díscolo, la rigidez de los estudios su atracción por el dibujo, las mujeres y la literatura de los diversos maestros de la época, su padre desistió de sacar algo de él y mandó que lo llevaran a Lerma, a cavar viñas. A medio camino de su destierro, robó una mula y huyó a Madrid y se inició en su hacer literario, frecuentando ambientes artísticos y bohemios y pasó por períodos de mucha penuria. Fingió ser artista italiano para dibujar en el Museo de las Familias, escribió y publicó algunas poesías y discursos revolucionarios y terminó perseguido por la policía, refugiándose en la casa de un gitano. Escribió en varios diarios entre ellos El Español y El Porvenir. Se casó en 1838 con una viuda irlandesa con un hijo, con la que tuvo un matrimonio infeliz, teniendo varias amantes. En 1839 empezó a escribir sus dramas, por los que fue contratado en exclusiva por Juan Lombía empresario del Teatro de la Cruz, donde laboró de 1840 a 1845, época en la que estrenó 22 dramas. En 1845 abandona a su esposa y se fue a París, donde mantuvo amistad con Alejandro Dumas, George Sand, Víctor Hugo y Gauthier. Vuelve a Madrid en 1846, al morir su madre y vende sus obras a la Casa Baudry, que las publicó en tres tomos. Recibió varios honores habiendo sido nombrado miembro de la junta del recién fundado Teatro Español y fue nombrado miembro de la Real Academia. En 1885 muere su padre y fue un duro golpe para él, pues su padre se negó a perdonarle.

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