21 noviembre, 2024

Inmunidad, impunidad o inmundicia.

Tres palabras distintas, obviamente tres conceptos diversos.
Sin
embargo, desde mi punto de vista, el reflejo claro de una sola realidad:
Revolución Ciudadana.

La INMUNIDAD es un privilegio constitucional que tienen los
parlamentarios, congresistas, diputados o asambleístas, como se los
quiera llamar, conocido en Inglaterra con el nombre de FREEDOM
FROM ARREST y en Francia como INVIOLABILITÉ, en virtud del cual no
podrían ser detenidos (salvo el caso de flagrancia), ni PROCESADOS sin
autorización del Parlamento, congreso, cámara, Asamblea o cualquiera
que sea el nombre, a fin de evitar de que se los persiga y se les impida
el ejercicio de sus funciones por motivos políticos.

En el Ecuador no ha sido eliminada, como sorprendentemente mal lo
asegura el Presidente de la Asamblea, pero tampoco es completa o total;
no significa que esté prohibido o se impida enjuiciar a un asambleísta,
es una prerrogativa que obliga a estudiar cada caso en particular que
sea requerida la autorización de enjuiciamiento por juez competente,
precisamente para salvaguardar el ámbito y alcance de las funciones de
legislar y fiscalizar de los asambleístas.

Sin embargo, en el Ecuador revolucionario, una jueza terminó borrando
cientos de años de historia jurídica de un plumazo, al procesar sin
autorización de la asamblea nacional y sentenciar a un asambleísta
a pagar prisión y multa por un supuesto delito de injurias contra el
Presidente, Rafael Correa.

Preocupa mucho que aquella dama de los ojos cubiertos que sostiene
una balanza actúe de forma tan visiblemente dirigida, pues para casos
de supuestos actos de corrupción del gobierno la IMPUNIDAD es la que
reina, pues no veo que avancen los procesos contra el primo Pedro o
el ministro come cheques, tampoco he leído sobre responsables en los
casos de las ambulancias y los chalecos con sobre precios, las viviendas
con techos voladores, se archivó el juicio por la liberación del violador
que fue premiado por la Corte Cervecera y muchos otros casos más
olvidados por los promotores del prohibido olvidar.

Preocupa además, que el Presidente y demás funcionarios utilicen a la
justicia para saldar cuentas con opositores de un gobierno cuyo principal
discurso ha sido el de borrar las malas prácticas de gobiernos pasados,
entre ellos la judicialización de la política. Más allá de que quienes
manejan la reestructuración de las cortes y su nueva conformación han
sido empleados directos de este régimen en algunas carteras de estado.

Pero preocupa mucho más el precedente que esto marca y el mensaje
que la sentencia lleva implícita, para asambleístas amigos y enemigos
por igual, pues si algo no le gusta al gobierno, tengan o no razón, podrán
y serán enjuiciados.

Definitivamente es un cambio de época, y para mal, pues en otra época
no hubiéramos permitido tantos abusos de poder. Creo que es hora
que despertemos del letargo, no vayamos a terminar como Venezuela,
porque tener a una Asamblea timorata y a una justicia subyugada es un
signo de INMUNDICIA que ni toda la carga publicitaria de ciclistas con
banderas de Ecuador, cantos del Che Guevara y música de los Beatles
podrá borrar.

Artículos relacionados

Reflexión económica: comentarios a las medidas económicas del 26 de agosto

La situación económica que los ecuatorianos experimentamos día a día en nuestras actividades normales; comprando bienes y servicios, produciendo o trabajando para alguna institución pública o privada, evidencia claramente la dificultad de generar riqueza y si queremos ser más explícitos podemos utilizar una frase del argot popular, “la dificultad de llevar el pan de cada día al hogar”.

En estas circunstancias, el gobierno nacional presentó un paquete de medidas económicas, que tienen como objetivo: proteger la dolarización, preservando la liquidez en el sistema y canalizando el ahorro público a la inversión; disminuir la evasión tributaria, a través de incentivos a los sectores productivos y estimulando la demanda interna de los hogares.

El poder y la degradación de la política

Ejercer el poder a través de la Presidencia de la República es indiscutiblemente una experiencia única para cualquier ser humano, es posiblemente el cargo más anhelado, aún cuando sea en el fondo del alma de muchos individuos y el paso por tal cargo inevitablemente genera cambios en las personas, algunos permanentes e irreversibles y otros apenas temporales. Pero aquél que habiendo vivido tal experiencia pretenda aseverar que no ha sufrido ningún cambio en su personalidad y en su formación humana, o miente o está incurriendo burdamente en el pecado de la soberbia.

Y es que hay cambios inevitables. Quiérase o no, el ejercer el poder pone a un ser humano en posición de recibir información muy rica en calidad y a la vez abrumadora en su cantidad, la misma que una vez asimilada, por lo menos parcialmente, deja, para bien o para mal, huella indeleble en el alma de una persona.

No hay comentarios

  1. Excelente artículo. ¡Bravo! ¡Así se habla!
    Están pasando tantas cochinadas en esta dictadura, que ya la gente ha perdido la facultad de asombrarse.
    Nadie estará jamás a salvo. Aquellos a$ambleístas que hoy aplauden y celebran, mañana serán las próximas víctimas. En dictadura todos, sin excepciones, corremos riesgos. Hasta cuándo se va a aguantar tanta sinvergüencería .. Los buenos tienen la palabra. Recuerden que somos más.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×