El gobierno de la Revolución Ciudadana, finalmente ha iniciado el proceso de
cancelar la deuda pendiente que mantenía con el sector de comercio exterior
ecuatoriano.
El Presidente Correa, ha dado importantísimos pasos en estas últimas semanas en
lo concerniente al rescate de este sector, que tenía el injusto tratamiento, similar
a aquel que el dicho popular muy sabiamente refiere como que al pariente pobre
nadie lo reconoce. Y es que con la franqueza que requiere el tema, esa era la relación
que este sector parecía tener bajo una institución cuyo objetivo central es el de la
política internacional, donde el peso fundamental de sus funciones se encuentra
en el ámbito político y diplomático. Especialmente en una cancillería fuertemente
marcada por conceptos ideológicos y posturas políticas. El comercial, requiere
de otro tipo de enfoques, tanto en el ámbito internacional, como en los temas
transversales e interinstitucionales a nivel interno.
El fortalecimiento de la institucionalidad de este sector, sumados a la decisión
presidencial de atender con mayor decisión política a los acercamientos y acuerdos
que se necesitan con la Unión Europea y con otros bloques comerciales y socios
comerciales, le abren las puertas al sector de comercio exterior de un proceso de
fortalecimiento, tecnificación y de competencias claras; elementos que se requería a
gritos optimizar.
El presidente, sabiamente ha reconocido, que el factor suerte hasta ahora ha
jugado un papel fundamental en el desarrollo y fortalecimiento de este sector, tan
importante para la estructura de un sistema dolarizado en el que se requiere de
mucho tino para mantenerlo fuerte y saludable. El Viceministerio de Comercio
Exterior ha jugado un papel de suma importancia, para que con las pocas
herramientas con que contaba se haya emprendido un proceso de diversificación
de mercados y crecimiento del comercio, sin embargo de que muchos temas le eran
adversos.
Cualquier política pública que pretenda mejorar nuestra inserción estratégica en los
mercados internacionales, demanda primeramente de una fuerte institucionalidad,
con competencias claras y estables. Se requiere que el comercio exterior sea
administrado por un organismo técnico especializado, donde temas tan importantes
como la coordinación interinstitucional y la continuidad, se constituyan en
factores claves de las estrategias que se pretenden emprender en cada una de las
competencias de este importante sector, que es pieza fundamental de un proceso
tan históricamente significativo, como lo es el cambio de la matriz productiva.
La institucionalidad del comercio exterior demanda primeramente del
reconocimiento de que nuestra realidad y prioridades son diferentes a cualquier
modelo del que se pretenda tener como ejemplo. Necesita girar tanto en el
desarrollo de nuestros sectores e industrias estratégicas, como en las relaciones
económicas e integración internacional, sin olvidar que tanto el incremento de
nuestros productos exportables, como la sustitución selectiva de importaciones son
prioridad en el modelo de desarrollo humano de los ecuatorianos.