23 noviembre, 2024

Antes que tú

Definitivamente los tiempos cambian. Para poder entender esta poesía de Federico Barreto, hay que ubicarse en su tiempo, o cuando menos en la época en que los de mi edad o mayores, estábamos en los 15 abriles.

En esa lejana época, se creía que la mujer debía llegar virgen al matrimonio. Ahora los tiempos han cambiado. Hasta las ballenas usan bikini. Prácticamente el único traje de baño que se puede comprar de una pieza es un monokini, es decir, un bikini sin la parte superior. Al hombre le gustan las “grillas” que bailan el “perreo”, que gustan de jugar a la “ruleta sexual”, y las madres se ponen felices cuando sus hijas bailan imitando a Madonna, a Lady Gaga, a Shakira o a cualquier otra artista que baile con movimientos sensuales, o mejor dicho, sexuales.

La costumbre social ha ido calando fuerte en el alma del ser humano. Ahora es común que los enamorados vivan juntos y consideran una aberración el casarse sin haber probado si son o no compatibles sexualmente. Le damos demasiada importancia a lo material, a lo físico, al hedonismo, a la diversión. Como alguna vez me dijo una madre: “la que no exhibe no vende”. Sigo creyendo, capaz ingenuamente, que la mujer no es un objeto sexual que se compra y se vende. Para mí, la riqueza espiritual de la mujer es lo más hermoso que ella tiene. La moral debe ser respetada, así como debe ser respetada la mujer. A mi modo de ver es ella misma la que se degrada, al aceptar mostrarse desvestida en público y al permitir que se la mancille con las letras de las canciones y los insinuantes bailes actuales.

Pero dejemos de hablar de la mujer y leamos otra poesía de Federico Barreto: “Antes que tú”:

Antes que tú
Federico Barreto

Sonríes, al pasar, con ironía
porque me juzgas un rival vencido…
¡imbécil! la mujer que has elegido,
antes que fuera tuya, ha sido mía.

En sus labios de rosa bebí un día
la esencia del licor apetecido
¿y tú de qué te ufanas? ¿qué has bebido?
¡las sobras de la copa de ambrosía!

Ella probó en mis brazos la ventura.
para mí fue la flor de su hermosura.
yo fui, sábelo bien, su primer hombre.

¿Hoy la posees? No me causa enojos
cuando la besas tú, cierra los ojos
y bajando la voz dice mi nombre…

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