Iba a cumplir diez años de vida, cuando mi papá, mi mamá, mi hermana Manena y yo nos cambiamos a vivir “solos”, (dejando la casa de los abuelos), en un departamento ubicado en el segundo piso del edificio Barcia- Fernández, en las calles Rumichaca y Alcedo, Guayaquil.
Entre los vecinos de aquel nuevo lugar, estaba un joven que acababa de ingresar a la universidad. No recuerdo o no sé si en algún momento me enteré qué estudiaba el joven, lo que sí supe yo y supimos todos, es que por su situación de universitario, él tenía algunos impases con su mamá…
Aquel departamento al que fuimos a vivir mi familia y yo, tenía en cada habitación una ventana que daba a una claraboya, por dicha claraboya no solo circulaba el aire y entraba la luz, también circulaban las palabras dichas por los demás ocupantes del edificio. Permitían tales claraboyas que todos estemos al tanto de lo que ocurría en cada departamento, en una época en que no había internet, por lo que nadie tenía Facebook ni twitter. No era necesario hacer “re-twitt” ni dar “like”; bastaba con estar o no de acuerdo con lo que le sucedía al vecino y poner caritas, triste, feliz o enojada, al momento de encontrarnos en el ascensor.
Creo que las cosas que ocurren en la vida nunca son por coincidencia; si pasan antes es porque anticipan y si pasan después es por consecuencia.
Una mañana, en pleno desayuno, mi mami, mi papá, mi hermana y las personas de servicio doméstico escuchamos algo parecido a la siguiente conversación, entre una madre y su hijo:
-Chico, saca y recoge la basura de los tachos de la casa y también la de la cocina y las bajas al botadero de la esquina.
Chico no contesta.
-¡Chico! * (Asteriscos porque no puedo recordar las palabras exactas, si eran chico de mier… o chico pende… o chico hijo de… otra, que seguro no era ella) ¡Chico! ¡Qué bajes la basura!
Chico no contesta.
-¡Chico! ¡Te estoy mandando a hacer algo!
-¡Mamá! ¿Cómo pretendes que recoja y baje la basura? ¿Qué? ¡¿No sabes que soy un joven universitario?!
-¡Joven universitario! ¡Joven universitario! ¿Joven universitario? ¡Trash! ¡Plof! ¡Cuash! ¡trata tan!
Los platos, la basura, los tachos y me imagino que un sinnúmero de utensilios domésticos caían sobre el eminente personaje, su indignada madre no había entendido que el estar en las aulas universitarias había cambiado el estatus de su hijo, quien ofendido y moreteado en su cuerpo y en su orgullo, terminó recogiendo la basura y llevándola al botadero de la esquina.
Al subir, al primer piso, a donde estaba su departamento, se escuchó al chico decir, con un tono de voz lleno de aflicción: “mamá, soy un joven universitario”. Luego el sonido de una puerta que se cerraba mientras una madre suspiraba en la cocina, a la vez que arreglaba los trastes del desayuno. Es fácil darse cuenta, que en mi casa, los del segundo piso, todos, estábamos a la expectativa del desenlace. Nunca hemos olvidado al “joven universitario”.
Hoy más que nunca lo recuerdo, cuando el segundo de mis hijos cumple, con la bendición de Dios, 21 años de vida. Universitario como aquel de la historia, en algún momento en sus primeros meses de universidad, le pedí que hiciera un trabajito similar a mi vecino del primer piso. A lo que mi hijo, suspendido en la nebulosa de estar “a otro nivel”, me respondió: “pero mami, si ya estoy en la universidad, solo debo dedicarme al estudio”. ¡Ah! Le dije. Así que “joven universitario”, anda haciendo nomás lo que te he dicho que hagas, a no ser que quieras que el espíritu de mi vecina se apodere de mí. Luego, le conté la historia.
¡Feliz día, Victorino Antonio!, mi joven universitario.
UNIVERSITARIOS O NO, LOS CRIAN COMO ANINADOS QUE SOLO PODRAN SOBREVIVIR HASTA QUE LAS MAMITAS LOS ENGRIAN. LUEGO, CUANDO SE ENFRENTAN A LA REALIDAD DE LA VIDA, NI EL TITULO LOS SACA DEL PROFUNDO MUNDO IRREAL EN EL QUE HAN VIVIDO. O APRENDEN RAPIDITO A SOBREVIVIR O SE PIERDEN EN LA VIDA. POR FAVOR, CRIEN A SUS HIJOS CON DIGNIDAD PERO TAMBIEN CON REALISMO.
También fui padre de tres universitarios, digo fui porque ahora ya son profesionales, la actitud de los jóvenes depende de los valores que se les haya inculcado en el hogar, es decir cómo los hemos educado. D
Este comentario es interesante y aleccionador, en la vida todo es de acuerdo a las circunstancias, pero no hay diferencias mayores: es decir todo vuelve porque la vida es un circulo y estas historias nos vuelven a la realidad. Buen articu
lo, felicitaciones
te pasaste karina eres muy sabia te felicito ,,,
Me encantò. Mi hijo es universitario y contribuye a las actividades de la casa y familia.