Uno de los más bellos sonetos de Federico Barreto es este, en el que describe una de las realidades maravillosas del amor en sus últimos versos:
A LA ORILLA DEL MAR
Federico BarretoSentados en la playa, en aquel día,
a media voz, hablábamos de amores;
tú demostrabas dudas y temores,
yo te juraba eterna idolatría.Abajo, a nuestros pies, el mar gemía
cual si llorara incógnitos dolores;
arriba, sobre el Cielo entre fulgores,
el sol, una hostia de oro parecía…Contemplé el panorama prodigioso;
te vi a mi lado bella y conmovida,
¡y, más que nunca, me juzgué dichoso!Y bendije, mujer, mi buena estrella,
y amé la vida – no porque es la vida –
amé la vida ¡porque estás en ella!