1.
Todos podemos hacer milagros, como coprotagonistas, como el
niño de este milagro, actuando ‘en equipo’ con Dios.
Es curioso el paralelismo y la correspondencia que existe en la intervención de
cada uno de los dos protagonistas de este milagro: Jesús y el niño. Uno y otro aportan con todo lo que tienen: Jesús, su infinito poder divino (da Su
Todo); el niño sus cinco panes y sus dos peces (da su todo). Uno y otro
concurren para resolver un problema sin
solución humana posible, una situación en la cual “no hay ya
nada que hacer” porque los seres humanos han llegado al límite de sus
posibilidades: ¿Saciar el hambre de más de 5.000 personas, al caer la tarde, en
un lugar desértico y solitario, lejos de los poblados, con 5 panes y 2 peces? Uno
y otro no piensan en sí mismos en
absoluto, ni se buscan a sí mismos. Así como Jesús huye de todo reconocimiento,
popularidad y vanidad (Jesús entonces,
sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la
montaña, él solo); el niño, luego de haber obrado ejemplarmente,
desaparece, discreto, sin dejar huella; ni siquiera sabemos sus datos personales:
aparece y desaparece como una luciérnaga en la noche, sin dejar rastro alguno.
Veámoslo.
Christian, recibe un fuerte abrazo de quien está acordándose de ti.
Tońo Posada