22 noviembre, 2024

Entorno Urbano

El guayaquileño suele ser quejoso y poco cuidadoso de su escenario urbano y esto contribuye para la despersonalización del entorno dentro del cual se desenvuelve la vida urbana de Guayaquil.

Nuestra Ciudad tiene todos los elementos que son propicios para una presentación impecable de su urbanidad, Tiene cerros, río, esteros, planicie, malecones, monumentos, etcétera. Sin embargo, como en toda ciudad que avanza, existen detalles y circunstancias que la harían sentir descuidada. Veamos –a vuelo de pájaro- algunas de esos detalles y circunstancias.

En las calles: cables enrollados (léase tallarines) de energía eléctrica, televisión, telefonía, amarrados a postes inclinados por el peso o la tensión; basura en las cunetas; señales de tránsito y publicitarias amontonadas fastidiando al conductor vehicular y al peatón mismo; los grafitis ocurridos, oportunos, siempre ingratos con la estética de la Ciudad (existen excepciones); el tráfico con sus congestionamientos y caos –ya hemos hablado de ello-, el ruido provocando la costumbre de Ciudad ruidosa con el cuento que somos tropicales.

Malecones: hechos positivos. Son modos de aprovechar las orillas y concretar nuevos escenarios públicos. Producen zonas recreativas de alto uso Nuevos emprendimientos de construcción y diversión familiar.

Áreas verdes que aún no llegan al nivel que exigen los códigos internacionales, pero que se han incrementado en los últimos años. En algunos lugares de la Ciudad son mantenidas por la comunidad cercana o por la empresa privada o por la Municipalidad. Muchas de estas áreas se observan destruidas o descuidadas. La Administración de la Ciudad las está restaurando a pesar de la pérdida económica que significa (hay que recordar que las áreas verdes producen déficit económico frente una utilidad social).

Los edificios: una fachada frontal para mostrar la cara hacia la calle y ¿las culatas? Bien gracias. De ellas nadie se preocupa y en su descuido desdicen de lo que quiere expresar su fachada principal. Y existe algo más… Los aires acondicionados hacia la calle y sobre la acera, en algunos casos chorreando agua sobre los transeúntes. Falta creatividad en el diseño y, quizás, modernización y exigencia de las ordenanzas respectivas.

Las urbanizaciones: las hay de todo tipo y para todo bolsillo. Abiertas, cerradas, modernas, tradicionales, caras, baratas, etcétera. Están teniendo su efecto sobre la Ciudad. Son nuevas ciudadelas dormitorio.

Los estacionamientos en el centro: buen dolor de cabeza producto de un tráfico desmesurado y la costumbre del auto al pie.

De las urbanizaciones y el estacionamiento nos ocuparemos en otra oportunidad.

Las áreas marginales: expresión de la pobreza del País y del atractivo de la Ciudad. Tenemos décadas de asentamientos precarios e informales que van siendo legalizados lentamente pero, cuyo costo de infraestructura urbana es superior (probablemente) a lo que producen en impuestos prediales. Además de extender horizontalmente la Ciudad e incrementar distancias, tiempos, distorsiones y exigencias.

Y viene lo gordo, la seguridad: Guayaquil es Ciudad de contrastes y desafíos. No podemos aspirar a que sea perfecta, pero, sería interesante que a cualquier hora del día o la noche podamos caminar tranquilos admirando, disfrutando y usando los diferentes escenarios urbanos sin temor a ser asaltados. Creemos que las administraciones estatal y local deben adoptar una “ideología de la seguridad” para que todos trabajen en una sola dirección.

Estamos convencidos que el mantenimiento y mejoramiento de los “detalles” del entorno urbano es cosa de todos los días, de todas las autoridades, de todos los ciudadanos. Estamos convencidos, decimos, que Guayaquil necesita que los ciudadanos, individual o colectivamente, colaboremos con la Municipalidad y, a su vez, la Municipalidad colabore y adoctrine al ciudadano en las mejores formas de vida urbana y el valor de su entorno. En otras palabras: que el ciudadano se entrene en el uso de su Ciudad.

Artículos relacionados

“Por sus hechos… ¡los conoceréis!”

Nuestro país sufre al momento una crisis terrible en su institucionalidad –o mejor dicho, de lo que queda de la institucionalidad-. La Asamblea Constituyente reunida en Montecristi perdió a su Presidente, quien sin dar más explicaciones que su rostro compungido y decepcionado, sorprendió a los ecuatorianos al salir –al parecer por su propia cuenta- del segundo cargo más importante del país. ¿Cuáles fueron los motivos?. Su salida se da en un momento en el cual la Asamblea cuenta –de acuerdo a las encuestas- con una baja impresionante en la aceptación popular y no son pocos los que la comparan con un Congreso Nacional de esos a los cuales no queremos ni referirnos. El capitán deja el barco en una tormenta terrible y cede posiciones a sus coidearios…

La percepción que siempre ha dado el señor Acosta ha sido la de un político serio, a veces intransigente, pero honesto en cuanto a su vida pública, por lo cual goza de cierta respetabilidad en algunos foros nacionales que hoy están manifiestamente sorprendidos. Ha sido su vida una muestra del concepto cuyas palabras definitorias me sirven para abrir el presente artículo, efectivamente…

No hay comentarios

  1. Excelente su comentario! Lamentablemente la obra municipal va decayendo, se va rezagando. La «regeneración» nos tiene embroncados; por doquier las calles, bocacalles y aceras destrozadas, donde lentamente van rehaciendo, caotizando más el tráfico vehicular y peatonal. Las compañías de televisión por cable, con sus tallarines sin fin ¿paras qué se regenearon estas calles? ¿No era para «esconder» estos cableados? Interagua abriendo zanjas que luego olvida resanarlas. ¿Para qué inaugurar parques por todos lados si luego estos son olvidados de mantener y cuidar? No, qué pena o tristeza de ver nuestra querida Ciudad… ¡Lista que ser «bocado» del centralismo glotón y magalómano!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×