Seguimos aquí, en primera línea, convirtiendo toda una historia de siglos que judíos y árabes han protagonizado en territorio palestino, en un breve relato, en el espacio y tiempo, todo un desafío, que nos permitirá fraguar un criterio en torno a este conflicto. En nuestro encuentro anterior nos quedamos con algunas dudas que espero queden satisfechas y resueltas en breves momentos.
Ha terminado la Segunda Guerra Mundial, ya iba siendo hora, y los judíos cambian de aliados, dirigiendo sus miradas hacia los Estados Unidos, los grandes vencedores de la contienda, en detrimento de los británicos. Una decisión que, a corto plazo supondrá un baño de sangre.
Aunque los sionistas se encuentran divididos entre la izquierda encabezada por Ben Gurion y la derecha de Menájem Beguin, ambas fuerzas se unen para defender la inmigración y la independencia y ambos llaman a la lucha armada contra Inglaterra, generalizándose la violencia hasta el extremo de que judíos, árabes y británicos la practican, especialmente el Irgun y otros grupos radicales, artífices de numerosos atentados con víctimas, pero también el ejército británico intenta ejercer el control expulsando a los pasajeros judíos que llegan en barcos cargados de inmigrantes ilegales, arrestando a los alborotadores y ajusticiando con la horca a los terroristas. Los ingleses se han metido ellos solitos en un buen embrollo ya que no pueden reprimir a los judíos sin ser acusados de antisemitismo y más que la van a liar con la historia trágica del barco Éxodo que albergaba miles de inmigrantes judíos rescatados del Holocausto y que fue apresado por los británicos a la altura de Gaza. Los pasajeros fueron transferidos a barcos de la Armada y enviados a Francia donde siendo obligados a desembarcar se negaron con huelga de hambre incluida.
Ante el temor de una mala opinión pública se vieron forzados a llevarlos de regreso a Alemania donde quedaron alojados en campamentos de refugiados. Varios miembros de la comisión de las Naciones Unidas fueron testigos de estas trágicas escenas. La decisión estaba tomada y había que poner término a la soberanía británica, pero a quién transmitir la soberanía, a quién deberá pertenecer Palestina. El bochorno público en el que se vio sumida la Gran Bretaña fue mayúsculo e influyó en el cambio diplomático de compasión hacia los judíos y el final reconocimiento de un estado judío en 1948.
Ocho de los once delegados proponen dividir el país en dos estados: uno judío y otro árabe. Jerusalén tendrá un status internacional y no formará parte de ninguno de los dos. Los judíos reciben más de la mitad del territorio, aunque sólo constituyan un tercio de la población; centenares de miles de árabes tendrán que vivir bajo un gobierno judío. Los delegados árabes de la ONU no aceptan que Palestina sea ocupada por los judíos y proponen que Europa ceda parte de su territorio para ellos. Todos los delegados árabes expresan su decepción y su cólera por la división. La resolución del comité para Palestina fue aceptada por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones, el 29 de noviembre de 1947.
A partir del día siguiente los árabes se lanzan a las calles de Palestina. La muchedumbre ataca el centro comercial judío y los judíos responden con voladuras de plástico. Las víctimas van aumentando de día en día. Comienza una guerra ante la que los británicos permanecen impasibles y cuya soberanía terminará en seis meses. 1948 fue el año de la liberación de los judíos y el año de la catástrofe para los árabes. Un ejemplo triste que esta contienda nos brindó fue la masacre de Deir Yassin, donde más de cien civiles palestinos fallecieron por obra y gracia del Irgun. Aunque Ben Gurion condenó la masacre, Deir Yassin se convirtió en un símbolo y en un ejemplo, hasta el punto de que conforme avanzaba la ofensiva, las ciudades y los pueblos árabes se iban vaciando pues no deseaban correr la misma suerte que los de Deir Yassin.
Un terrible éxodo que hace huir a los palestinos hacia Gaza o hacia Beirut. Ciudades que quedan desiertas y con cadáveres en las calles. Los árabes que quieren quedarse son expulsados a la fuerza. Se dirigen a lo que queda de Palestina: Gaza al sur, Cisjordania al oeste y en el norte cruzan la frontera hacia Líbano o Siria; algunos atraviesan el río Jordán y esperan el final de la guerra para volver a sus casas. ¿Reaccionarán de alguna manera los líderes de los países árabes?, ¿cuál será el desenlace final de la contienda?, ¿conseguirá el pueblo judío ser reconocido como Estado?. Tengo el presentimiento de que nos volveremos a encontrar y con toda seguridad hallaremos las respuestas en ese encuentro.