21 noviembre, 2024

Conflicto Árabe-Judio (IV)

En nuestro encuentro anterior nos quedamos con el triste éxodo que inundó de refugiados árabes los territorios contiguos a Palestina. Los líderes de estos países que acogieron a los refugiados son también árabes y de alguna manera esperaban el final oficial de la soberanía británica para actuar, pero no todos ellos albergaban los mismos intereses. Y cuáles son?

Por un lado está Abd Allah de Transjordania, hijo del que fuera jerife de la Meca y cabeza de la dinastía de los hachemíes a quien los británicos le habían prometido el gobierno de un único estado árabe a cambio de su ayuda en la lucha contra el imperio otomano; pues bien, el muy respetable hijo del jerife negoció secretamente con los judíos a quienes prometió aceptar su nuevo estado a cambio de que les dejaran apoderarse del territorio prometido al Estado Palestino. Transjordania era una especie de corredor a través del desierto que comunicaba las dos zonas de influencia británica: Irak y Palestina.

También está Faruk, rey de Egipto, quien quiere controlar las ambiciones territoriales de Abd Allah pero sus generales temen una derrota militar. Mientras tanto, Siria, Líbano e Irak están tan seguros de la victoria que deciden hacer la guerra; lo que demuestra que la seguridad en sí mismo no es determinante para alcanzar el objetivo que se pretende. Lo que sí es seguro es que hay días en la historia que una vez acabados invitan a ser recordados por siempre, especialmente por los que fueron sus protagonistas, para bien o para mal; y éste es el caso del 14 de mayo de 1948, fecha bienaventurada para unos que añorarán por la proclamación por Ben Gurion de la independencia de Israel, y maldita para otros que exhumarán del olvido por el abandono de la tierra palestina del último alto comisionado británico y por la entrada de ejércitos árabes en Palestina, procedentes de Egipto, Transjordania, Siria, Líbano e Irak; y estos últimos no entran precisamente para pasar unos días de vacaciones, sino con la convicción de destruir el Estado judío, devolver los sionistas al mar y permitir el regreso de los refugiados árabes. La guerra está servida y en la ciudad de Jerusalén la batalla es especialmente dura; un ejemplo es el viejo barrio judío que queda arrasado por la intervención árabe.

El representante palestino ante las Naciones Unidas, rechaza el alto el fuego y esta organización envía un mediador con la intención de imponer una tregua; él es optimista, así lo confirma a los medios de comunicación, pero pronto cambiará de opinión al recorrer el país y descubrir los pueblos árabes destruidos tiempo atrás y el alcance del éxodo palestino. Se dedica a escribir, a detallar unos informes sobre lo vivido y visto, pero eso preocupa y mucho a los israelitas, para quienes ese mediador es peligroso, hasta el punto de aparecer muerto y llevarse sus informes a la tumba. C´est la vie, dirían los israelitas; son ellos ahora, los que están bien armados y organizados y su consecuencia es que los árabes son derrotados. A lo largo de 1949, Israel fue firmando armisticios con los países árabes contendientes y tras la contienda aumentó bastante su territorio, en comparación al que tenía inicialmente asignado por las Naciones Unidas. Gracias a la marcha de los palestinos, la población es casi enteramente judía. Jerusalén quedó dividida en dos: la parte oeste será la capital de Israel y la parte este pasa a dominio jordano.

Los territorios de Cisjordania y Gaza quedan bajo control árabe, pero no formando un estado palestino sino que Gaza queda bajo control de la administración egipcia y Cisjordania es anexionada por el rey Abd Allah. En lugar de un Estado para los palestinos, la ONU crea una oficina de ayuda para los refugiados árabes y ya en 1949 comienzan a levantarse los primeros campamentos, en Cisjordania, Gaza, Líbano, Jordania y Siria. Son sobre todo campesinos, aquellos que no poseen nada, los que ocupan los campamentos.

El 11 de mayo de 1949, Israel es admitido como Estado miembro de la ONU. Cuando los delegados israelíes toman sus escaños, los delegados árabes se levantan y se marchan de la sala en señal de protesta. Eso sí, Israel no fue admitida gratuitamente, tuvo que comprometerse a permitir el regreso de los refugiados palestinos, pero esta resolución no será respetada, al contrario, una de las primeras leyes del Estado israelí es confiscar las viviendas de los palestinos ausentes y así los israelíes se instalan en las casas de los que ya no están allí.

Durante los años cincuenta Israel acogió a cientos de miles de judíos venidos de África y de Oriente Medio, casi la misma cifra que de palestinos exiliados; ellos no han conocido el antisemitismo del que fueron víctima los judíos europeos, pero los árabes los consideran traidores y deciden marcharse. Los árabes que permanecen en Palestina son ciudadanos israelíes pero sus derechos están limitados y viven lejos de sus familiares exiliados.

Hasta aquí un caudal de información que nos permitirá concebir una opinión sobre el conflicto árabe-israelí que nos dará seguridad para enfrentarnos a un debate sobre esta contienda.

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