Todo ser humano tiene derecho a que su nombre sea limpio y a que nadie pueda enlodarlo con una calumnia o una mentira. Como bien advierte Rubén Darío en su verso “La calumnia”: “Puede una gota de lodo sobre un diamante caer; puede también, de ese modo, su fulgor obscurecer. Pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante por más que lo manche el cieno.”
Hablar mal de otro es uno de los vicios más arraigados del ser humano. No hay vicio que dañe más el alma del ser humano que lo practica, que éste. La suspicacia, el creerse dueño de la verdad, hace que el hombre piense que es real el dicho: “Piensa mal y acertarás”. Es muy difícil que otorguemos el beneficio de la duda. Recuerdo una anécdota que leí hace un tiempo, de un chico que tenía su novia y un día, al ir a visitarla llevando la sortija de compromiso, para pedirle matrimonio, al llegar a la esquina, la vio en la puerta de su casa abrazando y besando a otro chico. Fue corriendo a su casa a escribir una carta grosera de rompimiento y al ir a entregársela, ella le contó feliz que su hermano acababa de regresar de la guerra y estaba en la Sala. No sabía luego, como romper esa carta.
Hay personas que sólo mueven su lengua para verter el veneno que llevan dentro. Deberían morderse la lengua y morir envenenados. “Hablar es fácil, lo difícil es hacer”, decía con toda propiedad el Dr. Leopoldo Izquieta Pérez, cuando fue Ministro de Salud.
TODOS, absolutamente todos, tenemos derecho al buen nombre, no sólo los que nos gobiernan, aunque por la forma en que se actúa pareciera que fuera sólo para ellos ese derecho. El Gobierno puede acusar, cambiar las leyes, hacerlas retroactivas, meter a la cárcel a ancianos, y nadie puede, ni con pruebas hablar algo en contra de ellos. Ya no hay arresto domiciliario inmediato, es una dádiva, no un derecho, hay que rogar que se conceda, y mientras tanto el preso puede ser vendido, violado o matado dentro de la cárcel, si no paga un caporal que lo cuide y una celda privada, sea o no culpable. ¿Es esta la justicia que deseamos? ¿Es la venganza una forma válida de justicia? La mayoría manda y si la mayoría así lo indica, uno ya es culpable antes del juicio. Eso, antiguamente (cuando era cometido por un Juez) se llamaba prevaricato. Recuerdo el caso de un sabio Profesor de Derecho a quien se le pidió que ayude a un estudiante que era famoso por su ociosidad y ya había repetido dos veces. Queriendo ser magnánimo, le pidió que defina lo que era prevaricato y el estudiante le dijo que era el delito de robo de ganado. El Profesor sólo le contestó que prevaricato sería si se lo robaban a él.
“La ley es ley para todos”, dice en “A buen juez, mejor testigo” José Zorrilla. Y así debe ser. La ley no debe ser usada para beneficiar a alguien o para perjudicar a otro. El Verdadero Juez, al que nos enfrentaremos luego de esta vida, dará cuenta, con la ley y la justicia divina, de todos nuestros actos, los malos y los buenos. Ojalá que él no aplique la ley de “NI PERDÓN, NI OLVIDO”, de la que tanto se jacta la revolución ciudadana, sea benevolente con nuestras faltas y tome mucho más en cuenta nuestras buenas acciones que las malas.
De acuerdo, podria anadir que estamos viviendo el remmemorable IMPERIALISMO ROMANO cuando una de las innumerables fallas era sentenciar al reo antes del juicio pues ta se sabia la sentencia.
EL BUEN NOMBRE SE LO GANA CON LAS DIARIAS ACCIONES DESDE CUALQUIER LUGAR. HACIENDO EL BIEN SIN ESPERAR VOTOS A CAMBIO, DICIENDO SIEMPRE LA VERDAD POR MAS FUERTE QUE SEA, TRATANDO DE MEJORAR CADA DIA APRENDIENDO A CUMPLIR CON LAS LEYES JUSTAS Y NO CREANDO LEYES CON DEDICATORIAS QUE NO BENEFICIAN A LA SOCIEDAD. DEJANDO LA EGOLATRIA A UN LADO PARA PODER VER A TODOS COMO IGUALES. ASI ES COMO DEJAMOS PARA NUESTROS HIJOS UN BUEN NOMBRE.