Antonio Machado, el genial poeta español, decía en uno de sus versos: “Caminante no hay camino, se hace el camino al andar”, queriendo significar que el ser humano no viene al mundo con una ruta trazada sino que le toca hacerla. Algunos pierden el sendero al dejarse llevar de las pasiones o buscar única y exclusivamente el propio interés. Esos viajeros de la existencia pueden tener éxito momentáneo, pero, al no dejar ningún legado espiritual, poco a poco se pierde el recuerdo de sus existencias. Otros, en cambio, ponen lo mejor de sí en ir burilando una serie de obras en beneficio de sus semejantes. Cuando la labor no solo se refiere a una sola faceta, el beneficio social para sus semejantes es mucho mayor. Ejemplo de un hombre de múltiples méritos fue el Doctor Alfredo Escala Maccaferri quien falleció en esta ciudad en medio de la consternación de quienes lo conocimos y apreciamos al médico estudioso, bien intencionado e idealista que siempre fue.
Alfredo, venía profesando con singular conocimiento la ciencia de la medicina, cumpliendo con el juramento Hipocrático, siempre conservando la calma haciendo que su conducta inspire confianza al paciente. Discípulo de Galeno, Ambrose Paré, Miguel Servet, Pasteur y Lister había ganado para la profesión médica una alta reputación por sus conocimientos y por la importancia que le daba al aspecto ético.
En el ramo educativo, además de su ejercicio en la cátedra de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Guayaquil, tuvo el mérito de ser Decano de la Facultad de Medicina y Vicerrector General de esa prestigiosa Universidad.
En este Ecuador que tantos halagos se hacen a quienes no han cultivado el espíritu, valga estas letras en memoria de un hombre que curó a los enfermos y se dedico a la educación y al fortalecimiento de la Universidad Católica de Guayaquil.
Alfredo Escala Maccaferri, que tanto luchó en la vida, nos entregó su última lección: No rendirse jamás, luchar hasta el final, hasta que las fuerzas decaigan, hasta que el aliento termine. Luchar hasta el último momento como hizo el contra esa terrible enfermedad que finalmente lo derrotó. Paz en su tumba.
Muy sentidas tus frases Carlos. Los Escala Macaferri y yo crecimos juntos y Leonardo, el hermano mayor ya fallecido, fue mi compañero de aula durante los doce años de colegio. A «Cochocho» lo conocí desde que era un bebito pecoso y singularmente alerta, y lo vi triunfar como estudiante y luego como profesional. Su ausencia convoca a la tristeza, pero rendimos homenaje a una vida bien vivida, con sentido de misión y trascendencia, y con enormes cualidades como ser humano.