He dudado mucho para escribir este artículo. Lo que me motiva a escribirlo, es la vorágine de impulsos que recibo como ciudadano a favor de ciertas cosas y en contra de otras. La avalancha de noticias en un sentido y el silencio total de otras, que me hacen sentir como que estoy siendo utilizado, y que la intromisión dentro de mi cabeza, es para impedir que piense, y obligarme a pensar en cosas que no quiero o no deseo pensar. Siento que no soy libre para pensar, que se “da pensando por mí” y esta falta de libertad de pensamiento, me provoca un dolor de cabeza, que se agudiza intensamente cuando, a alto volumen se repite una y otra vez lo que se quiere obligar a considerarse como criterio universal del país. Las sabatinas son un lavado cerebral que ahoga.
Lo bueno del Gobierno está a la vista. No es necesario repetirlo incesantemente. Ahora hay vías de comunicación, carreteras excelentes; es una felicidad y un orgullo circular por nuestras carreteras y calles (hasta que nos saturen de ciclovías). La forma como se maneja el problema de la salud, pese a la infinidad de problemas que existían desde “ilo témpore” y existen. Ahora hay atención aunque estemos saturados “hasta el cogote” y gratuita, de modo que “la salud es de todos”. El esfuerzo por mejorar la educación, por mejorar la calidad de los profesionales es un reto, una obra de titanes que el Gobierno ha emprendido y que estoy seguro que lo irá logrando poco a poco.
Lo malo es la forma como no se corrige a los amigos que han actuado mal. Se han demostrado los abusos de gente del Gobierno, gente amiga, que ha comido cheques para hacer desaparecer evidencias, , gente que ha falsificado títulos, que ha dado préstamos sin el respaldo debido, que han presentado garantías que no les pertenecían para obtener préstamos y que incluso sus abogados defensores son pagados por el Estado. Preocupa más responder y demostrar errores de los enemigos políticos, que perseguir a los delincuentes que han abusado de las arcas públicas. Esta forma de hacer justicia, que se ve parcializada, es mala para los ojos de la gente sensata y recta.
Lo feo es que se pretenda tapar el sol y negar lo bueno que hace el que no está alineado con el Gobierno. Hay gente buena dentro y fuera del Gobierno. La potestad de ser bueno y de servir, no está ligada a pertenecer al partido de Gobierno. Aceptar que mi opositor hace obras buenas me enaltece porque significa que mi ejemplo es seguido por otros y que se incrementa la esperanza de un resurgir del país. El hecho de que los noticieros y la prensa no hayan comentado los programas de la Alcaldía de Guayaquil y que el discurso del Gobierno se haya centrado en la posible reelección del Alcalde y no en su obra, es algo que daña al país.
Una semana entera los diarios han tenido en primera plana la muerte de un futbolista extraordinario y un hombre que en verdad, debe ser un ejemplo en el país, por su dedicación, su entrega, su don de gentes y su dominio al no dejarse vencer por los vicios que encadenas y limitan al hombre, pero todo debe tener un límite. Toda exageración es mala. Ni la muerte de Roldós causó tanto revuelo como la de Benítez.