Un buen momento para relajarse y aprender, son las cenas con las amigas de variado estado civil: solteras, casadas, y divorciadas de una, dos y hasta tres vueltas. En ésta ocasión, el menú verbal lo monopolizaron aquellas que siguen en busca del verdadero amor; unas porque aún no han encontrado a ese “príncipe azul” y otras, porque cuando creyeron haberse casado con uno, con el tiempo se dieron cuenta de que no era más que un “sapo”, y lo descartaron.
Con o sin hijos, ellas, al igual que muchas mujeres de más de 30 años, siguen en busca de su alma gemela; el problema está en que cuando el asunto comienza a ponerse serio, ellos, los que temen al compromiso, ejecutan todos los planes que conocen para estropear las cosas y salir con la trillada excusa de no querer “coartar su libertad”, la cual según algunos, es el bien más preciado que tiene el ser humano.
Lo cierto es que la sola palabra “compromiso” o aún peor “matrimonio”, puede hacer temblar hasta a los más valientes, de allí que en el Ecuador, según los datos del INEC, el estado civil divorciado en los últimos 10 años se incrementó en un 95,3% frente al 11,1% de los matrimonios.
Ahora, el miedo en general no es algo negativo, se trata de un mecanismo de defensa que crea nuestra mente cuando percibimos una situación de riesgo, pero cuando la situación de “supuesto riesgo” se produce ante un estímulo positivo (amor), se trata de un miedo irracional y éste siempre tiene como base la inseguridad.
Según el psicólogo Pepe Acosta, la inseguridad se produce por privaciones tempranas de lazos emocionales que no permiten al sujeto manejar un monto suficiente de amor como para compartirlo; es como si lo poquito que tienen lo van a perder, siendo una característica propia de estos individuos la “baja autoestima”, quienes para disimularla intentan camuflarla o compensarla con actitudes y conductas que denoten fortaleza, como “el machismo” o los “celos irracionales”.
Si usted conoce a un hombre de mediana edad con miedo al compromiso, déle un buen consejo y recomiéndele un psicólogo que lo ayude a superar su miedo al cambio.
Buen punto de vista femenino.Pero he visto que cuando el hombre ama no le importa cuántas vueltas o cuántas cargas. Tal vez el hombre tampoco encuentra su «princesa azul»