El cuento de los lemmings esos pequeños roedores que en una película de Walt Disney, allá por 1958, se suicidaban arrojándose al mar desde un acantilado, es basada en un libro infantil inglés, la “Children´s Encyclopaedia”, de Arthur Mee (1908) que relata que “avanzan en línea recta, por montañas y valles, a través de jardines, granjas, pueblos, manantiales y estanques; envenenan el agua y provocan fiebre tifoidea (…) continúan hasta el mar y provocan su destrucción metiéndose en el agua (…) Es triste y terrible, pero si ese éxodo funesto no tuviese lugar, los lemmings habrían dejado Europa pelada hace mucho tiempo”.
Mitos como éste o el del “flautista de Hamelín”, de los Hermanos Grimm, grafican bastante bien lo que está ocurriendo con la humanidad, gracias a la globalización mal entendida que vivimos.
El mundo corre frenético a su propia destrucción, dejándose llevar por la irreflexión. El dejarse llevar por las costumbres raras que se ven como curiosidades de otras partes del mundo, y que se comienzan a adquirir y a incorporarlas a la vida de nuestras sociedades, es el inicio de nuestra propia destrucción.
El internet, ese fabuloso avance que nos permite explorar todo nuestro mundo y gran parte de nuestro universo, en vez de ser usado para el bien, lo usamos para el mal. Ahora se ha perdido prácticamente el control del hogar, la pornografía aparece prácticamente en todo y la gente cree sinceramente que eso está bien. Recuerdo el caso de una señora que me llevó a consulta a su hija de 14 años. Una niñita de jugar aún con muñecas, pero iba vestida con una minifalda exageradamente alta, y cuando le indiqué a la madre que no me parecía correcto que la vista en esa forma, la madre me contestó: “Ay, Doctor, la que no exhibe, no vende.”, con lo que me dejó callado.
En toda época ha habido embarazos juveniles, bullying, patanes, groseros y “poco hombres”, que se llenan la boca hablando mal de la mujer e incluso inventando para buscar dañar la integridad de una chica. Abusadores abundan y desgraciadamente es tal la propaganda que tiene este tipo de comportamiento, que ya los padres, por bueno que sea el hogar, no pueden detener esa desenfrenada carrera hacia el acantilado. La humanidad corre a su propia hecatombe.
La extrema derecha, en su forma miope de ver las cosas, no se da cuenta de que su actitud represiva, autoritaria, punitiva, en vez de ser de beneficio para la humanidad, acelera la carrera al mar. Bendigo a Dios por habernos enviado a un Pastor como el Papa Francisco, con visión misericordiosa y humana, que piensa en el ser humano como hijo de Dios, que necesita encontrar a su Padre y reconciliarse con él.
El hombre es proclive al mal (Existe la virtud, yo no lo niego / pero siempre en conjunto defectuoso / hay rasgos de virtud en el malvado / y hay rasgos de maldad en el virtuoso), pero lo que lo salva es la infinita misericordia de Dios.
Ayudemos con nuestras oraciones a nuestro Papa Francisco, y sigamos con humildad el camino seguro por el que nos guía a nuestro Padre Dios.