21 noviembre, 2024

La guerra con armas químicas

ABC

Toda guerra es inmoral. Destructiva. Inhumana. Desgraciadamente el hombre, que viene desde siempre hablando de paz, ha estado también desde siempre, principalmente, promoviendo la guerra… Violencia encaminada a obtener, de una u otra forma, el poder para imponer valores y principios en beneficio de los intereses sociales, económicos y/o políticos de quienes están encaramados en su gestión de mando. ¿Justificaciones? Muchas. Libertad. Democracia. Solidaridad. Hermandad en la fe. Igualdad. Podría llenarse una enciclopedia de buenas y maravillosas intenciones… Pero lo cierto es que, como dijera, terminantemente, el argentino Juan Bautista Alberdi, al sancionarse a favor de la guerra el despojo y la destrucción, es convertida en el “derecho del crimen; contrasentido espantoso y sacrílego, que es un sarcasmo contra la civilización”. Claro que para algunos de los apologistas y profetas de la devastación social, la guerra, tal cual predicaba von Moltke y sus émulos fascistas, da dignidad al humano y hace de la sociedad una fuente de creatividad. Algo tan difícil de creer y al margen de toda sensatez que, sin embargo, promovió, en la práctica, millones de muertes en las 2 guerras mundiales del siglo XX. ¿Esto es dignidad? ¿Dónde lo creativo? Hoy, incluso, más de un billón 300.000 millones de dólares están programados en compra venta de armas en el mundo, contra apenas 20.000 millones destinados para detener el hambre y la desnutrición…

¿Cómo calificar, entonces, una guerra con armas químicas y/o biológicas, si, lo dicho hasta aquí, sólo responde a lo conocido de “guerra convencional”? Indudablemente, un crimen de lesa humanidad que, de ser global, no dejaría en pie mucho de lo que hoy, tan orgullosamente, es calificado de civilización. ¿Cuántos lugares agrícolas están aun, en Vietnam, sin poder ser cultivados luego de que fueran sembrados con bombas de napalm y fósforo blanco? ¿Y cuántos miles de pobladores (niños, mujeres y ancianos) tienen que vivir con las mal formaciones, causadas por la destrucción del delta del río Mekong, mediante el uso de herbicidas hormonales y napalm? La información periodística y la desclasificada de la época habla mucho, y no a favor, sobre este tópico por la intervención militar de Estados Unidos en la península de Indochina…Sin embargo, y pese al daño contra la naturaleza y las personas, los agentes químicos no han dejado de ser utilizados, con cualquier pretexto que permita liquidar al “enemigo”. ¿Pruebas? Sólo como referencia principal.,, Saddam Husein (Irak), con el visto bueno de USA, embiste contra Irán con gases tóxicos (1980/88) y Bretznev (URSS) contra Afganistan (1978/1982). Pero, hay datos y pruebas que en ataques de fuerzas armadas gobiernistas, en luchas controladas incluso contra civiles (movimientos de oposición), en varios países latinoamericanos, los gases tóxicos han sido claves para la “disuasión enemiga”.

¿Es que, entonces, la guerra con gases químicos no es sorpresa? Sin lugar a dudas. Lo efectos devastadores, sin embargo, han promovido su prohibición y la reglamentación de las armas tóxicas. De tal forma el Protocolo de Ginebra de 1925 es claro al respecto de su prohibición, en cuanto al “empleo en las guerras de gases asfixiantes, tóxicos o similares, así como de todos los líquidos, materias o procedimientos análogos…”. La ampliación de su cometido es contundente con la Convención Internacional para la Prohibición de Armas Químicas, suscrita y ratificada por casi todos los países desde 1997, con excepción de unos cuantos que al parecer, no están de acuerdo en rendir cuentas de sus actos, por malévolos que fueran, al mundo. En este sentido sólo ciertos países que necesitan de estos gases como materia prima de delicados productos industriales pueden poseerlos y fabricarlos, pero, siempre, en las dosis establecidas según la calidad y cantidad de producción. Claro que aunque una supervisión internacional está de por medio es, igual, un tratado con débiles protecciones, y no tan seguro para un ejemplar ajuste de cuentas con los transgresores (juicios y condenas)…

En el caso actual de Siria, el gobierno de Bashar al Asad, con 13 años en el poder del país, autoritarista y dictatorial, se sentía intocable, al no ser firmante del Convenio. Tuvo, incluso, la desfachatez de amenazar con ataque de armas químicas a la oposición en armas. Con más de 2 años de guerra, cerca de 3 millones de sirios desplazados a las fronteras, más de 100.000 muertos incluidos 40.000 civiles, de alguna forma, ha jugado a las escondidas sacando ventajas. El juego es, por supuesto, no con riesgo propio sino con el padrinazgo de Rusia y China que, vienen dándole protección a cambio de una continua venta de armas, y pretendiendo hacer, en su territorio, una cabeza de playa hacia el Mediterráneo (Europa). Ni los derechos sociales ni los derechos humanos individuales, eso sí, y con su ausencia el desangre de la población siria, cuenta un mínimo en las decisiones que hoy se están tomando. Importa, antes que nada, los intereses económicos, pesados con trampa, en la típica balanza política del poder internacional.

Está bien que Siria sea obligada a firmar la Convención contra el uso de armas químicas y muy bien que sea destruido todo el arsenal que posee de las mismas. ¿Y el crimen, casi genocidio, de tantos desaparecidos en una confrontación, en exclusiva, por defender la posición de estatus social de la familia Asad, con más de 4 décadas alimentándose del Estado como de alacena propia, con saldo a favor de más 40.000 millones de dólares, familiarmente distribuidos? ¿Hasta aquí la agitación mundial por la justicia? ¿Y las facturas por cobrar, a la mano de los políticos que declaran “crímenes de lesa humanidad” la acometida militar de Asad? ¿Y las Naciones Unidas con un Secretario que casi no opina, pero muestra cansancio por un ir y venir sin saber porqué? Decía un viejo campesino, dueño ya de mil secretos, “Yo, he visto al plomo flotar y, al palo de balsa, irse a pique…”. Esperemos

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El pasado sábado 12 de Septiembre escuche el informe semanal del Sr. Presidente de la Republica, como lo hago casi todos los sábados por necesidad informativa de los acontecimientos políticos del país, y me causo mucha pena y vergüenza oír decir al primer ciudadano del país, que cuando iba al sepelio de su edecán, comentaba con sus acompañantes que miraran los cerramientos y jardines que existen en las urbanizaciones cerradas de los pelucones de Samborondon, en tremendo contraste con lo que existe en los barrios suburbanos de Guayaquil, que las obras se han realizado en Samborondon en los últimos cinco años y que los barrios como el Guasmo de Guayaquil, siguen igual que hace 35 años.

Realmente no entiendo como diferenciar si es ignorancia o mala fe, la forma en que fue relatada la belleza y armonía de las urbanizaciones en Samborondon, comparativamente con el desorden y falta de servicios de los barrios marginales de Guayaquil.

No hay comentarios

  1. El maniqueismo en politica es muy usado como forma de explicar la realidad,pero en ensayo de critica social,me parece fuera de lugar.Decir que todas las guerras son inmorales es,de si, una inmoralidad. Yo ,por uno,soy y estoy muy agradecido que los aliados se hayan enfrentado al mounstro Nazi y derrotado.Para muestra un boton decia la abuela.

  2. LA ÚNICA ARMA DE «DESTRUCCIÓN SELECTIVA» QUE CONOZCO ES LA DEL FRANCOTIRADOR, TODAS LAS DEMÁS SON DE «DESTUCCIÓN MASIVA». EN EL MUNDO ARABE NO FUNCIONA LA DEMOCRACIA, SOLAMENTE FUNCIONA EL ORDEN QUE IMPONE EL MAS FUERTE, GENERALMENTE EL QUE ES APOYADO POR LAS SECTAS MEJOR ARMADAS O MAS RICAS. HAY QUE SER MUY CAUTELOSOS PARA REEMPLAZAR A ASSAD.
    SALUDOS

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