24 noviembre, 2024

Parafernalia Informativa

Lo que hace diferente a una ciudad no es, solamente, su arquitectura, sus costumbres, su comida. Lo que hace diferente a una ciudad son los símbolos, las imágenes, los informativos quesobre ella colocamos los propios habitantes. Elementos que modifican la escenografía citadina, alteran constantemente el imaginario urbano y trastornan la memoria colectiva proporcionando, muchas veces, una sobrecarga de elementos visuales que conlleva la indiferencia del usuario. En diseño urbano todo lo exagerado si no gusta al principio, termina por ser disculpado.

Uno de los hechos que más contribuye a conformar al paisaje urbano, para cualquiera que tenga ojos, es el de la señalética callejera. Y con esto de señalética callejera involucramos a todo tipo de información pública: señales de tráfico, semáforos, grafitis, letreros informativos, móviles, luminosos, gigantografías publicitarias, etcétera. En cada metro de la escena urbana existe un rótulo comercial, una placa empresarial, una indicación de tráfico, una marquesina, una parada de autobús o simplemente el rótulo con el nombre de la calle. En ciertas áreas urbanas este mobiliario parece palillos de dientes en charolito de aceitunas (Avenida Pedro Menéndez Gilbert, Avenida Francisco de Orellana, por ejemplo).

De todos los elementos del mobiliario urbano, este sea, quizás, el más característico de una ciudad moderna como Guayaquil. Se ha logrado crear un paisaje citadino para el día y otro para la noche. Esto es algo evidente para el usuario del espacio público, sin embargo, los urbanistas –que intervienen la Ciudad- parecen ignorarlo y soslayan la dosificación.

Toda la publicidad y demás señales informativas (tanto para peatón como para conductor de vehículo) deben ser legisladas con cautela y flexibilidad. Cautela para aplicar la ordenanza respectiva de acuerdo a la circunstancia; flexibilidad para actuar con elasticidad de criterio frente a las innovaciones tecnológicas, al uso, al sector y la opinión de los ciudadanos.

Los anuncios suelen ser (con excepciones) de mal gusto y desproporcionados. Invaden las calles y avenidas y al ciudadano no le queda más remedio que enterarse. Si es un área regenerada, destruyen el espacio diseñado. Si es una avenida de corte vehicular, alteran lo diseñado, distraen la atención de los conductores y de los usuarios del espacio público.

En este juego de mixturas intervienen la estética, el diseñador, el cliente, el ambiente social, la libertad de expresión, la moda, la técnica y sus posibilidades, la respuesta del público, el clima, el paisaje, el uso propio del espacio, etcétera. La calidad estética de un espacio urbano depende no sólo de su conformación morfológica esencial, sino y también de los componentes adicionales que las decisiones individuales le coloquen. La ciudad y sus espacios son la suma y consecuencia de micro escenarios que se crean diariamente. Son parte de la escenografía complementada con la coreografía de la movilidad ciudadana que, muchas veces forman un incongruencia visual.

En definitiva, las señales y la publicidad son elementos del mobiliario urbano que deben ser normadas con cierta dureza, para, sin menoscabar la libertad de expresión, se mantenga la calidad requerida por las autoridades y su gasto de inversión y mantenimiento y, a la vez, incluir las fachadas y las culatas de los edificios circundantes.

Para terminar, repetiremos lo que dijéramos hace muchos años atrás: “La urbe moderna es un calidoscopio de actividades superpuestas que exige una expresión propia, una norma de acción y unas reglas de juego muy claras, en donde el acto de libertad individual no sea atentatorio a la libertad colectiva. Caso contrario, la ciudad, nuestra ciudad, se convertirá en un caos agraviante a los sentidos y sentimientos ciudadanos que, terminará produciendo la repulsión del propio escenario de vida.” (R. Yturralde.85/08, El Universo).

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No hay comentarios

  1. Excelente artículo. De valor universal.Vivo en Costa Rica y sufro porque la publicidad nos ha robado el paisaje, nos ha quitado la libertad de ver el cielo. Las carreteras están amuralladas por gigantografías espantosas.
    Reciba mis felicitaciones.

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