“Voy contra mi interés al confesarlo…”
G. A.Becquer
Parece que el Gobierno ecuatoriano ha decidido emular la serie “Aunque usted no lo crea” de Ripley.
En el capítulo de salud, somos innovadores. Si en los países desarrollados la venta de antibióticos es sólo por prescripción médica, ya que los antibióticos pueden crear resistencia bacteriana y desarrollar infecciones potencialmente mortales, nosotros, basados en el riesgo de que los aines pueden favorecer el riesgo de dengue hemorrágico en los pacientes que tienen esa enfermedad, decidimos prohibir la venta de antitérmicos, a menos que sea con receta médica, con sello y firma de responsabilidad. Eso incluye al acetaminofen o paracetamol, que aunque no está en el grupo de drogas que favorecen la aparición de dengue hemorrágico, es hepatotóxico y a lo mejor le produce alergia a alguna de las autoridades.
Ahora tampoco se puede comprar “over the counter” (en forma libre), el complejo B. Las boticas exigen receta médica, es decir, que si una persona quiere tomarla, debe ir a un Médico a que se la recete (para que el Médico también pueda vivir).
Mientras tanto los antibióticos, que pueden favorecer las infecciones por gérmenes polirresistentes y muchas veces mortales, sí se pueden vender en forma libre. Sólo falta que también exijan prescripción médica para vender el ácido fólico, cuyo uso puede prevenir malformaciones graves en los hijos de la mujer embarazada, ahora que tenemos más de 25% de los embarazos, en adolescentes.
Proponemos un acto de defensa al mundo, decidiendo no explotar el petróleo de nuestro oriente. El parque oriental Yasuní, ITT etc., donde tenemos una gran biodiversidad, se encuentra sobre el tesoro del petróleo ecuatoriano. Actuamos en forma arbitraria y pretendemos que el mundo nos crea que luego de que nos den el dinero, vamos a respetar la promesa de no explotar el petróleo. Luego de unos años, cambiamos de Presidente y el que sube, dirá que él no ha hecho ningún acuerdo y empezará a explotar el oro negro. ¡Quién nos puede creer?
Debemos ser congruentes y obrar no por pasiones, sino con sindéresis y pensando en el país. Destruir una Ciudad porque tiene un Alcalde que hace obras y necesita crecer, es un acto infantil. La subsidiaridad hace que, si yo le doy el dinero para que se realicen las obras, yo también llevo el mérito de lo realizado. El second ammendment del Gobierno americano no permite la segunda reelección de un Presidente, pero un Alcalde, si sus obras son buenas, puede ser reelecto indefinidamente. Una cosa es el país y otra la Ciudad.
Creo que es hora de reflexionar y poner las cosas en su sitio correspondiente.
Por favor, no pretendamos de sabios y copiemos lo bueno que se hace en el mundo civilizado.. Somos especialistas en copiar lo malo y hacer mal lo que es bueno.