Y si nuevas cadenas prepara la injusticia de bárbara suerte, gran Pichincha! prevén tú la muerte de la patria y sus hijos al fin;
Hunde al punto en tus hondas entrañas cuanto existe en tu tierra: el tirano huelle solo cenizas y en vano busque rastro de ser junto a ti.
Juan León Mera Martínez
El gran poeta ambateño, demostró que las horas de independencia que se inauguraron al amanecer del 9 de Octubre de 1820, comprometía a los ciudadanos ecuatorianos a desear primero morir que perder su libertad.
Ese glorioso 9 de octubre en 1820, cuando brilló “La Aurora Gloriosa” la Provincia Libre de Guayaquil era libre, para siempre, del dominio español o del que pretendiese.
Se había iniciado la independencia de la Patria, el guayaquileño auténtico, por nacimiento o habitación, debe llevar grabada en su alma el lema: Libertad o Muerte.
En su “Reseña Histórica”, José de Villamil señala que el 9 de octubre de 1820 “…por disposición de la Junta (de Gobierno) se desplegó la bandera de Guayaquil independiente compuesta de cinco fajas horizontales, tres azules y dos blancas y en la del centro (azul) tres estrellas…”
En la comunicación que el Ayuntamiento de Guayaquil envía ese mismo 9 de octubre de 1820 a Quito y a Cuenca dice textualmente “…el hermoso estandarte de la patria tremola en todos los puntos de esta plaza”.
Antes del mediodía Villamil y Febres-Cordero insistieron ante Olmedo para que asuma el cargo de Gobernador Civil de la Plaza, y aunque este se excusó varias veces, tuvo finalmente que acceder.
Se anunció entonces por “bando” la libertad obtenida, y por el voto general del pueblo, al que estaban unidas todas las tropas acuarteladas, se proclamó de manera definitiva la independencia y se firmó el acta del cabildo del 9 de octubre de 1820, que constituye de hecho el “Acta de la Independencia de Guayaquil” y de toda la Patria, pues no hay otra.
Esa acta, en su primera página, dice textualmente: “En la ciudad de Santiago de Guayaquil, a los nueve días del mes de octubre de mil ochocientos veinte y años, y primero de su independencia…” Allí, en el acta del 9 de octubre de 1820, por primera vez en nuestra historia aparece la palabra independencia.
El eco de la revolución de octubre retumbó en todos los rincones de la patria y patrocinó y financió el ejemplo que fue seguido inmediatamente por Samborondón, Daule, Baba, Jipijapa, Naranjal… El 3 de noviembre Cuenca se puso bajo la protección de Guayaquil… Quito guardó silencio, pero finalmente fue liberada el 24 de Mayo de 1822.
Mientras, el 8 de noviembre de 1820, convocados por el Ayuntamiento de Guayaquil, con expresión libre y democrática los 57 diputados representantes de todos los pueblos convocados eligieron a Olmedo como Presidente de la Provincia Libre de Guayaquil (no alcalde como algunos mal informados repiten constantemente), a Rafael Ximena para que se encargue de los asuntos militares, a Francisco Roca para que asuma la responsabilidad de atender los asuntos civiles, y se designó a Francisco de Marcos como secretario.
Se dictó un “Reglamento Provisorio de Gobierno”, que fue la Constitución que regiría los destinos jurídicos de este nuevo Estado ¡La República de Guayaquil! Que incluía todos los territorios comprendidos desde el río Esmeraldas, al norte, hasta la ciudad de Tumbes al sur, comprendiendo además las estribaciones occidentales de la cordillera de los Andes.
Esa fue, definitivamente, la Primera Asamblea Constituyente que se instaló en un territorio libre que fue perteneciente a la Audiencia de Quito.
Recuerda guayasense, y guayaquileño en particular, este próximo 9 de Octubre debe brillar nuevamente el comienzo de una “Aurora Gloriosa”, que apacible, pero firme, gallarda y valiente, reimplante el honor recibido de la “Fragua de Vulcano”.
La Revolución Francesa tuvo el lema: ¡Liberté, égalité, fraternité, ou la mort! (¡Libertad, igualdad, fraternidad o la muerte!)
Nuevamente me veo precisado a replicar la cantidad de falsedades que en este texto se dicen:
1. El Presidente de la Real Audiencia de Quito, brigadier Joaquín de Molina, de quien veremos documentos en el capítulo IV, en un escrito dirigido al Rey de España, en 1812, entre otras aspectos, le dice:
?? La experiencia tiene acreditado que las ideas características de la Provincia de Quito son desde su cuna, propensos a revolución e independencia. Esto es el espíritu que ha animado a los padres; esta la leche que ha alimentado a los hijos: esto en lo que fundan su soñada felicidad; esto por lo que suspiran; esto en fin, en lo que tienen puestas sus miras y lo que meditan sin interrupción como en el negocio más importante?? ??siendo Quito el que regó por toda la América los planes que tantos estragos ha causado?
2. El conde Ruiz de Castilla, afirmó así al Rey el 21 de septiembre de 1810:
??Noté con el mayor dolor de mi corazón el mismo fermento que antes, (el de Agosto de 1809), causado por el trastorno de la capital de este Reino en una Provincia como esta que fue la primera que aspiró a su independencia y gobierno propio??
4. Melchor de Aymerich, en su carta al coronel Carlos Montúfar de fecha 14 de octubre de 1810, manifestó: ?América no se vió manchada con la insurrección hasta que los quiteños no dieron el escandaloso ejemplo de aspirar a la autoridad suprema??
5. El entonces Brigadier Sámano, en su informe al Consejo de Regencia de 1 de noviembre de 1813, añadía:
?? Quito dio la señal a los demás insurgentes??
6. Pedro Calisto y Muñoz, Regidor del Cabildo de Quito, manifestó:
??Quito, señor, no habría dado el escándalo ignominioso de traición ni este pernicioso ejemplo a la América??
7. Ramón Núñez del Arco, español, procurador General de Quito, en su carta al Consejo de Regencia dice:
??La ciudad de Quito fue la primera en levantar el estandarte de la rebelión y la que dio la señal a los demás para que aspirasen a trastornar la Monarquía desde sus fundamentos, y para dar el último golpe mortal contra la Madre patria??
8. O como el 24 de julio de 1813, el mismo gobernador Tacón, mediante oficio al Ministro de Estado, expresa que:
??Por el influjo de Quito en otros países de América del sur, que se glorificaban de ser imitadores suyos??
9. El ministro fiscal Aréchaga, que vino desde Lima y emitió el dictamen acusatorio por la rebelión de independencia, añadía:
?todos los procedimientos de la Junta revolucionaria, no han respirado, sino libertad, independencia y sustracción de la dominación española. ??
12. Mientras que, el Libertador Simón Bolívar dijo:
?El gozo de Colombia ha llegado a su colmo al recibir en su seno al pueblo de la República que levantó primero el estandarte de la libertad y de ley contra la usurpación extranjera?.
13. El Gran Mariscal de Ayacucho, al presidir una sesión electoral en Quito, dijo:
?El primer pueblo que desde el ecuador dio a los americanos el grito de libertad, debe ser el primero que enseñe que la misma libertad reclama principios moderados para que jamás la licencia sea su término???Los principios de que dio ejemplo a Colombia en la carrera de la independencia?
El destacado catedrático colombiano Gerardo León Guerrero Vinueza, en su libro: ?Pasto en la Guerra de la Independencia, 1809-1824? , nos dice:
?La batalla de Funes fue el primer enfrentamiento en Hispanoamérica entre las fuerzas que propugnaban la Independencia y las que se fueron perfilando como adictos a la monarquía Española que, en lenguaje de la época eran denominados ?realistas? y ?defensores de los reales derechos de S.M?. Pasto fue la primera región de la Nueva Granada que sufrió los embates de los gestores de la revolución y desde el comienzo, todos, españoles asentados en Pasto, criollos, clero, e indígenas que integraban la sociedad pastusa condenaron, a través de sus gobernantes instalados en el cabildo, el movimiento revolucionario protagonizado por los quiteños. Desde el principio se mostraron firmes en sus posiciones y listos a ?defender los intereses del rey, la religión y la patria? amenazados por los franceses que en esa hora habían invadido España. El cabildo manifestaba: ?Quito presentó al mundo un espectáculo de la más negra perfidia ?cubriendo su iniquidad con el sacrilegio abuso de la fidelidad a los sagrados nombres de la religión, del rey y de la patria, procurando envolver en su traición, todo este reino?sin vacilar, desterramos y desaprobamos el escandaloso exceso de la Junta de Quito??
El mismo autor, luego de un muy profundo análisis de la naturaleza de las primeras proclamas libertarias y las guerras a través de las cuales se materializa el pensamiento político, hace conocer datos insospechados sobre la participación de los pueblos de la Provincia de los Pastos en las Guerras de la Independencia que empieza, en efecto, con la Batalla de Funes el 16 de octubre de 1809, entre los ejércitos Patriotas representados por los milicianos de la ciudad de Quito, y sobre todo el grueso de sus fuerzas, constituidas por oficiales y tropa de sus Provincias norteñas. Por ello, la reflexión intelectual mínima que todo lector y más aún todo historiador ha de formularse es la siguiente: ¿sí tomamos como referente objetivo de la posición realista, a la ciudad de Pasto y su actividad antirevolucionaria, que mantuvo tal postura incluso cuando América era libre y republicana y hasta luego de las victorias de Pichincha y Junín y Ayacucho, cuál era entonces la otra posición que enfrentaron los habitantes de Pasto con las armas y con la ubicación ideológica, habida cuenta que sólo se luchó por la Libertad o en contra de ella? La respuesta es indudable una sola: la asumida, sostenida e impulsada por el otro bando no realista: La libertaria. Esas dos posiciones no dan cabida para ninguna otra, no hay términos medios ni eclécticos y así lo demuestran los procesos revolucionarios que inicia Quito: los conjurados que se salvaron de la muerte el 2 de Agosto, sus familias, sus grupos sociales y descendientes, anduvieron por la misma línea del 10 de Agosto y concluyeron en ella hasta las citadas batallas de Junín y Ayacucho, nunca por tanto los Próceres de Agosto estuvieron en otro andarivel de los proyectos políticos que en el de la Independencia y aquellos sobrevivientes, lucharon junto a cada tropa, milicia y líder republicano de la segunda etapa, que se inicia entre 1813 y 1814, cuando se ?internacionaliza? el proyecto revolucionario.
Restrepo, ministro que fue de Simón Bolívar, dice entre otras cosas que cuando la Junta Soberana de Quito recibió las respuestas negativas (en un primer momento que perduró menos de un año) de las ciudades importantes de Nueva Granada entre ellas Santa Fé y Popayán, quienes en efecto, negaron inicialmente el apoyo a la causa patriota, además de las réplicas negativas de Guayaquil y Cuenca, estas últimas en cambio profundamente subordinadas a la corona y realistas a ultranza y que tardaron el enorme período -para aquel entonces- de diez años en decidirse por la Libertad, cuando el fuego republicano ardía por fortuna, sin control en todo el continente americano, hacía muchísimo tiempo y desde 1809. Varios de los conjurados se vieron en una situación no prevista para el ilustrado entendimiento de sus miembros, pues asumían que el espíritu del desarrollo cognoscitivo era uniforme en las demás ciudades americanas y éstas entenderían con claridad la necesidad de aceptar la revolución pacífica de la Independencia por ellos así proyectada. Afirmamos sin ambages que Quito se hallaba en un estadio superior de civilización y que para sus líderes nada sería más natural que una propuesta como la suya fuese aceptada en otras latitudes. Las barreras mentales -por diferencia de conocimientos- que separaban a los pueblos de América en ese entonces son más grandes que las que podemos apreciar entre los países del África y los de Europa en la actualidad.
Bien lo afirma Ekkehart Keeding para quien si bien el inicio del movimiento de la Ilustración se hizo sentir, en la historia de la Audiencia de Quito del siglo XVIII, con determinado retraso temporal en comparación con el de Europa, éste constituyó el fundamento de la ruptura con el pasado. ?Tiene sus raíces y su desarrollo en la naciente cartografía americana, en la apertura hacia la literatura ilustrada y en la aceptación de la filosofía europea ilustrada por parte de las Órdenes religiosas. Había preferencia por las bellas letras, la geografía, la filosofía y la literatura clásica, las enciclopedias, la astronomía y la física, cuestiones de historia, sobre todo de América, y textos prohibidos venidos de Europa. Por lo tanto, el inicio de la Ilustración en Quito se da entre 1725 y 1750. Su final coincide con la soberanía del pueblo de Quito y con la separación de poderes estipulados en la primera Constitución del Estado de Quito, en 1812.?
?Es precisamente dentro de este marco que, en Quito, la historia del pensamiento se emancipó de las tutelas preestablecidas?. Hacia finales del siglo XVIII, se atacó a la Inquisición y se proclamó la lucha contra el Monarca español, a quien se le puso condiciones (en esa Constitución)? Estas condiciones se formularon a partir del ?Derecho subjetivo-individualista de los hombres?, es decir, bajo la premisa de la igualdad de todos. La manifestación más importante de aquella ebullición intelectual está en la producción de textos de muy diversa índole por parte de los habitantes de Quito.?
PERSONAJES ENEMIGOS QUE CONSTATARON EN EL PRECISO TIEMPO LA CONDICION INDEPENDENTISTA DE QUITO:
1. El Presidente de la Real Audiencia de Quito, brigadier Joaquín de Molina, de quien veremos documentos en el capítulo IV, en un escrito dirigido al Rey de España, en 1812, entre otras aspectos, le dice:
?? La experiencia tiene acreditado que las ideas características de la Provincia de Quito son desde su cuna, propensos a revolución e independencia. Esto es el espíritu que ha animado a los padres; esta la leche que ha alimentado a los hijos: esto en lo que fundan su soñada felicidad; esto por lo que suspiran; esto en fin, en lo que tienen puestas sus miras y lo que meditan sin interrupción como en el negocio más importante?? ??siendo Quito el que regó por toda la América los planes que tantos estragos ha causado??
2. En mismo J. de Molina, en 1810, mediante comunicación dirigida al Presidencia del Consejo de Regencia, dijo: ?? Este inicuo plan (el de la separación de España) se ha seguido ya por muchos lugares de la América confederada con Quito, o movidos de su ejemplo?.
3. El conde Ruiz de Castilla, afirmó así al Rey el 21 de septiembre de 1810:
??Noté con el mayor dolor de mi corazón el mismo fermento que antes, (el de Agosto de 1809), causado por el trastorno de la capital de este Reino en una Provincia como esta que fue la primera que aspiró a su independencia y gobierno propio??
4. Melchor de Aymerich, en su carta al coronel Carlos Montúfar de fecha 14 de octubre de 1810, manifestó: ?América no se vió manchada con la insurrección hasta que los quiteños no dieron el escandaloso ejemplo de aspirar a la autoridad suprema??
5. El entonces Brigadier Sámano, en su informe al Consejo de Regencia de 1 de noviembre de 1813, añadía:
?? Quito dio la señal a los demás insurgentes??
6. Pedro Calisto y Muñoz, Regidor del Cabildo de Quito, manifestó:
??Quito, señor, no habría dado el escándalo ignominioso de traición ni este pernicioso ejemplo a la América??
7. Ramón Núñez del Arco, español, procurador General de Quito, en su carta al Consejo de Regencia dice:
??La ciudad de Quito fue la primera en levantar el estandarte de la rebelión y la que dio la señal a los demás para que aspirasen a trastornar la Monarquía desde sus fundamentos, y para dar el último golpe mortal contra la Madre patria??
8. O como el 24 de julio de 1813, el mismo gobernador Tacón, mediante oficio al Ministro de Estado, expresa que:
??Por el influjo de Quito en otros países de América del sur, que se glorificaban de ser imitadores suyos??
9. El ministro fiscal Aréchaga, que vino desde Lima y emitió el dictamen acusatorio por la rebelión de independencia, añadía:
?todos los procedimientos de la Junta revolucionaria, no han respirado, sino libertad, independencia y sustracción de la dominación española. ??
10. El presidente de la Real Audiencia de Quito, escribió en 1818 al Secretario de Estado en el Despacho de Gracia y Justicia, entre otras expresiones, la siguiente:
??repitiendo otra nueva y más escandalosa rebelión que las innumerables que se cuentan en la historia de Quito, promovidas por sus progenitores, numerando algunos más de 80 tumultos que han ocurrido en esta ciudad desleal y belicosa??
11. El obispo Santander, sucesor de José Cuero y Caicedo, en su informe al Rey, el 1 de julio de 1813, decía:
?Quito, ciudad que desde su descubrimiento ?según he oído de la misma boca de sus habitantes que de ello se jactan- cuenta veintisiete revoluciones urdidas para eximirse de la dominación de los Reyes de España y que en 1809 fue la primera que levantó el grito y el estandarte de la rebelión en toda la América meridional? Quito, ciudad en que no obstante de ascender su población a sesenta mil habitantes, no se encuentra sino seis o siete personas que no sean insurgentes, incluso Clérigos, Frailes y Monjas y en cuya Diócesis de mi cargo, compuesta de 204 pueblos, sólo se encontrará 20 ó 30 individuos fieles a V.M??
Y EL TESTIMONIO DE LOS LIBERTADORES ES IRREFUTABLE, PUES ELLOS LO VIVIERON, CONSTATARON, CONOCIERON, ASUMIERON Y RECONOCIERON, COMO OLMEDO:
12. El Libertador Simón Bolívar dijo:
?El gozo de Colombia ha llegado a su colmo al recibir en su seno al pueblo de la República que levantó primero el estandarte de la libertad y de ley contra la usurpación extranjera?.
13. El Gran Mariscal de Ayacucho, al presidir una sesión electoral en Quito, dijo:
?El primer pueblo que desde el ecuador dio a los americanos el grito de libertad, debe ser el primero que enseñe que la misma libertad reclama principios moderados para que jamás la licencia sea su término???Los principios de que dio ejemplo a Colombia en la carrera de la independencia?.
Otro historiador colombiano, Edgar Bastidas Urresty, al referirse a la batalla de Funes, afirma:
?Esta acción de armas abrió la etapa sangrienta de las guerras de la Independencia en los pueblos de Latinoamérica. La expedi¬ción organizada por la Junta Suprema de Quito fracasó lastimosamente por la ineptitud de sus jefes Zambrano y Ascásubi, pues di¬vidieron las tropas en varios grupos, uno de ellos que se dirigió hacia el ca¬mino de Barbacoas, presuntamente para cerrar el paso a los pocos realis¬tas de ese cantón y el otro, que siguió con dirección a Pasto, para fragmentarse en partidas que pugnaban por pasar el Guáitara por algún punto favorable. De allí que los 200 hombres que estaban frente a Funes no pudieron resistir la embestida de fuerzas supe¬riores y de un gran espíritu combativo.?
?Pero esta invasión a Pasto constituyó la mejor demostración del espíritu revolucionario que animaba al gran movimiento qui¬teño del 10 de agosto de 1809, razón muy buena para que esa ciudad reclame el título de ?Luz de América?. ?? Las tropas de Pasto avanzaron sobre Túquerres e Ipiales y capturaron los restos diseminados de las fuerzas patriotas. El desconcierto se propagó desde Tulcán e Ibarra hasta la misma capital quiteña y fue parte importante en el fracaso que había de culminar con la masacre de los patriotas de Quito el dos de agosto de 1810?
El Dr. Gerardo Guerrero, nos proporciona muchos datos desconocidos hasta hoy en el Ecuador:
Participaron en esta acción (por parte de los realistas pastusos), las compañías segunda, tercera, cuarta y quinta de Pasto. Las compañías de Taminango, Popayán y Patía, Auxiliares de Yacuanquer; colaboraron los indígenas de los pueblos, Onobuco, Jonjovito, Catatumbo y todos los del pueblo de Funes, quienes con su Párroco José F. Palacios fueron decisivos en la acción.
Los quiteños derrotados continuaron haciendo algunas escaramuzas y pretendieron de nuevo pasar el río por otros puntos el 18 de octubre, siendo hostilizados por los pastusos, que con fiereza, los atacaron hasta hacerlos huir hacia Túquerres donde tenían el cuartel general, otros que siguieron hacia Iles y Pupiales, fueron perseguidos. El capitán ramón Zambrano informaba ?seguí en alcance de ellos hasta la Hacienda de San Alejandro en cuya casa habían ranchado y hoy les dimos alcance y ha resultado una completa victoria? Se hizo prisioneros a 18 soldados más y al oficial teniente de esa tropa.
En otro punto denominado Imbued (5 leguas hacia el sur del río Guáitara) sufrieron los rezagados del dispersado ejército rebelde la última derrota. Allí tomaron otros 12 prisioneros, los 4 cañones y muchos pertrechos de guerra, apresaron al cura de Imués Juan Bautista Argoti , adicto a la causa revolucionaria, quien mandó a repicar las campanas cuando entraron en su pueblo los rebeldes. Participaron tropas de Popayán, Almaguer y de la provincia de los Pastos.
La derrota de Funes, Sapuyés, Iles, Imbued y otros puntos en el norte y al mismo tiempo, la invasión a las provincias del sur de Quito por parte de las tropas de Guayaquil, Lima y Cuenca, debilitaron al máximo a la Junta Suprema, que se vio desorganizada internamente y sin defensa exterior, y se obligó a capitular. Enseguida Ruiz de Castilla retornó al poder y ordenó la prisión de los principales revolucionarios, allí cayeron los Dres. Morales y Riofrío y los más importantes pensadores de América, líderes de la rebelión. Las prisiones se iniciaron el 4 de diciembre de 1809, es decir, a poco más de cuarenta días de la derrota de Funes.
En España se conoció la convulsionada situación que viven Quito y otras ciudades y jurisdicciones en América, por ello el Supremo Consejo de Regencia de España, renuncia por el momento, a la política de represión y cambia por otra sutil encaminada a designar diputados americanos ante las Cortes y pacificadores en las jurisdicciones insurgentes. Bajo este criterio son designados como Comisionado Regio el coronel Carlos Montúfar para la Audiencia de Quito, el capitán de navío Antonio Villavicencio -hijo del Conde del Real Agrado- para el virreinato de Santa Fe, ambos quiteños pertenecientes a la nobleza y relacionados con dirigentes españoles, para el Alto Perú, José de Cos Irriberi, oficial de la Secre¬taría de Indias y José Luyando para la Nueva España (México).
Su objetivo era sostener la autoridad real en los dominios americanos y representar al Consejo de Regencia. Montúfar salió de Cádiz el 1 de marzo de 1810, con sus dos compañeros. Llegaron por La Guaira a Venezuela, en el mes de abril, y tuvieron participación directa en la revolución del 19 de los mismos mes y año, en Caracas. Montúfar y Villavicencio se dirigieron a Cartagena de Indias, este último prócer quiteño asistió a los actos revolucionarios del 14 de junio, en los cuales el cabildo destituyó al gobernador por abuso de autoridad, y en su reemplazo nombró a Blas de Soria. Cartagena fue la primera ciudad del Nuevo Reino de Granada que participó en la revolución política de 1810. Montúfar desde esa ciudad el 16 de mayo de 1810, informa al Consejo de Regencia sobre la situación de Quito y hace al Rey dos pedidos: cle-mencia para los enjuiciados quiteños y cambio de autoridad.
Continúa su viaje hasta Santa Fe donde arriba el 17 de junio de 1810, en esa ciudad permanece hasta el 7 de julio del mismo año y el día 20 se produce la revuelta independentista que se celebra como debe ser, con el máximo respeto en Bogotá, que conformó su Junta Suprema ese día, idéntica a la de Quito, y afirmando también una presunta fidelidad al monarca. Sin embargo, a nadie en Colombia se le ocurriría impugnar al 20 de julio, como la fecha. En Popayán, es reconocido como Comisiona¬do Regio, establece una Junta semejante a las existentes en España. En el trayecto a Quito, las tropas realistas asesinaron a los Iluminados.
Sin embargo no alcanzó a impedir el hecho de que en los meses subsiguientes, se prosiguiera el juicio a los Iluminados, tal como lo veremos en el capítulo siguiente, en que realizamos un análisis parcial de naturaleza jurídica al dictamen del infame Fiscal Tomás Aréchaga, que dispuso la pena de muerte para 86 personas de la primera categoría intelectual y moral de América. En el terrible 2 de agosto de 1810, es decir, al año siguiente al Primer Pronunciamiento libertario, fueron salvajemente asesinados en las cárceles los Próceres americanos y en las calles y casas, niños mujeres y ancianos. Los responsables del magnicidio fueron las tropas de Lima, Guayaquil, Panamá y Pasto, al mando todas del Crnel. Manuel Arredondo, quien luego de los execrables sucesos, fue recibido con honores en Guayaquil, donde permaneció con la más absoluta tranquilidad varios años y se casó con una de las damas de la élite, emparentada con toda la cúpula actual de esa ciudad.
Producidos los hechos del genocidio del 2 de agosto, acelera su llegada a Quito, donde arriba según Pedro Fermín Cevallos el 29 de agosto de 1810, es decir, tres semanas luego del exterminio de los mártires del continente americano.
La historiadora Guadalupe Toscano, sigue a José Gabriel Navarro y transcribe:
El día de la llegada de Montúfar fue un día de gloria para Quito. Creyéndose que le iban a recibir mal, como se decía, todo el pueblo se hallaba en campaña, se lo veía desfilar por calles y plazas, en bandadas, armados de escopetas, de fusiles, de sables, cuchillos y palos. Eran más de cincuenta mil hombres y mujeres que le guardaban la espalda del Comisario Regio.
La Junta Gubernativa creada por Montúfar, en sesiones del 9 y 11 de octubre, desconoce primero la subordinación al gobierno de Santa Fe y termina rompiendo todo vínculo con España Carlos Montufar de Comisionado Regio pasa a constituirse en ?Comandante de las fuerzas de Quito? y abraza decidida y definitivamente la causa en la independencia. El 11 de diciembre de 1811, proclamó solemnemente la Independencia y el 15 de febrero de 1812, se aprobó la Constitución Política del Estado de Quito. TODO ESTO MUCHOS AÑOS ANTES QUE EL 9 DE OCTUBRE.
Segunda guerra contra Pasto.- La vindicta quiteña.
La Segunda Junta Superior de Gobierno decidió destinar una nueva excursión hacia Pasto, jurisdicción de Miguel Tacón, gobernador de Popayán, quien había tenido dificultades para hacer frente a las tropas de los Comandantes Antonio Baraya y Joaquín Caicedo, representantes de la Junta similar a la de Quito, que se organizó en Popayán habiendo desconocido al Virrey.
El mantenimiento de la comunicación con la costa a través de Esmeraldas, era sustancial para la Junta; esto evitaría el bloqueo de Quito y su aisla¬miento. Se designò entonces a Benito Bennet como gobernador de Esmeral¬das, quien con una escolta armada de 50 hombres, somete a la jurisdicción pero enseguida el gobernador realista de Guayaquil, envió un destacamento militar a órdenes del capitán Ramírez que toma el control de la provincia, ocasionando un serio problema a la Junta que se ve privada de un puerto seguro para la recepción de pertrechos militares.
Los adeptos a la causa facilitaron los acuerdos entre patriotas quiteños y granadinos, para impedir que Tacón se fugara por el ca¬mino de Barbacoas llevándose los caudales y se haga fuerte en la costa del Pacífico, sin embargo, el ex gobernador de Popayán, huyendo llega a Pasto y posteriormente merodea las cercanías de Quito (hacienda Chilpe), desde donde más tarde se dirige a Tumaco. Los patriotas granadinos han triunfado ampliamente en los valles del Cauca y Neiva y buscan vehementes la unidad con las tropas quiteñas que des¬de Quito avanzan hacia Pasto.
La Junta Superior de Gobierno que había ya resuelto declarar la guerra a Pasto, ordenó entonces el des¬plazamiento de las tropas al mando de Pedro Montúfar, quien más tarde entra vic¬torioso en Pasto después de una larga y penosa campaña, de esta for¬ma el camino entre Quito y Popayán está abierto, así como las comunicaciones entre los revolucionarios quiteños y los de Santa Fe que buscan consolidar su independencia mediante normas jurídicas que amparen la creación de los nuevos Estados:
La Segunda Junta Suprema, decidió organizar una segunda campaña contra Pasto y el Crnel. Pedro Montúfar, hermano del Marqués de Selva Alegre, salió desde Quito hacia Pasto con 600 hombres alrededor del mes de abril de 1811. En Ibarra la fuerza había alcanzado los mil efectivos. El historiador Galo Chacón nos informe que de acuerdo a la versión del Dr. Luis Felipe Borja el ejército del norte se componía de tres divisiones al entrar en territorios de los pastos. El día 4 de julio un cabildo abierto en Quito, declara formalmente la guerra a Pasto.
Las tropas quiteñas, luego de fortalecerse nuevamente en Tulcán, se enfrentan brevemente con las realistas en Carlosama en donde alcanzan su primer triunfo de modo eficaz y pasan a Cumbal donde hicieron una primera base de apoyo, siguen al norte y ocupan Túquerres, ciudad en la se instala el cuartel general. Como veremos luego, el ejército en ese momento ya se componía de más de 2000 soldados, es decir, al menos la mitad de sus efectivos eran carchenses. Desde esa ciudad los comandantes quiteños envían un amplio oficio al cabildo de Pasto:
?En virtud de la protección que han reclamado sus habitantes contra las violencias y hostilidades que han sufrido de parte del cabildo de Pasto, solicitando con insistencia que se les agregue a la jurisdicción de Quito?.
En la misma comunicación se llama la atención al cabildo por la conducta impolítica y abiertamente hostil observada contra el superior gobierno y explican su presencia para tranquilizar los ánimos y dar garantía a los pobladores y soldados que fueron apresados solo por ?ser adictos a la causa de Quito?, también hay un reclamo expreso por la violenta ocupación de Tumaco por las tropas del rey y por resistirse a reembolsar una suma sobre los 200.000 pesos que Quito tenía depositado en las reales cajas de Popayán que Tacón había tomado. Los comisionados exigían la inmediata evacuación de Tumaco, la libertad de los presos, el reembolso a las cajas de Quito del dinero que Tacón se había llevado a Barbacoas y la exigencia más radical que plantearon fue el reconocimiento de la legítima superioridad del gobierno en todos los ramos de la administración pública.
El cabildo de Barbacoas representado por su máximo representante, Fernando de Angulo, comerciante y minero poderoso, seguidor incondicional de la causa realista y amigo personal del terrible Tacón respondió de modo expreso que al pueblo y al ayuntamiento de esa ciudad no les constaba la legitimidad del superior gobierno de Quito y por ello: ?no pueden prostituirse en su honor incurriendo en un perjuicio adhiriéndose a otro gobierno y a otras autoridades, ni están para imitar a las ciudades del Valle del Cauca que se han separado de su legítimo jefe, pues esto sería tal como lo recalcan- olvidar lo que se debe así mismo, a Dios y al rey? por tanto no dudaron en volver a ratificar su adhesión al rey y a las autoridades que lo representaban.
Ante tal respuesta los ejércitos de los pueblos quiteños, de la misma forma que en la primera invasión de dos años atrás, atacaron nuevamente por Funes y el nuevo puente del río Guáitara, ?obligando a los pastusos a retirarse al pueblo cercano de Yacuanquer?. Ante los reiterados ataques los pastusos se desorganizan, aunque como siempre pelearon con ardor y valentía, pero todo era inútil nos dice el historiador Dr. Gerardo Guerrero, ?la superioridad de los ejércitos patriotas de Quito era visible. El 22 de septiembre entraron triunfantes en Pasto. Las pocas partidas de soldados que se salvaron del desastre se refugiaron en los montes para rehacerse en espera de una nueva oportunidad y recomenzar la lucha?? como en efecto ocurrió luego de la salida de las tropas quiteñas que dejaron la administración de Pasto y la provincia a los patriotas de Popayán, encabezados por Joaquín Caicedo y Cuero, sobrino del Presidente del Estado libre de Quito, el Obispo Dr. José Cuero y Caicedo.
La ciudad, al entrar los vencedores, estaba casi desierta, los habitantes inclusive las autoridades, habían huído a los campos temerosos de posibles represalias. Pasto entraba por poco tiempo en la órbita de los territorios liberados, pues reanudarían más tarde con mayor empeño el combate a favor de la monarquía y de España.
En el parte de guerra enviado por el coronel Pedro Montúfar y el Dr. Agustín Salazar se indica:
El 20 al rayar la aurora, engrosado el enemigo con todas las fuerzas del Guáitara, que había reconcentrado, y ascendían según se asegura, contados algunos indios a más de mil quinientos hombres, volvió a trabarse la acción con tanto tesón y arrojo por los soldados de Pasto, que intentaron cortar al capitán Checa, a quien en efecto, lo cercaron. Entonces dicho capitán nombró brecha a viva fuerza que los cubrió de espanto?.poniéndolos en ignominiosa fuga y derrotándolos completamente… hoy (22 de septiembre de 1811), entramos a Pasto, cuya ciudad está desierta y abandonada. De ella informaremos en detalle más circunstanciado de lo que ocurra, y V.E. celebre la victoria más gloriosa que ha tenido Quito? pues Pasto está rendida a nuestro esfuerzo, libre el cañón para la comunicación con las provincias del norte, asegurada la felicidad de la patria; nuestras armas respetables llenas de reputación para los siglos venideros .
En esta guerra hubo además varias batallas y significativas acciones de guerra en Cuaspud, La Orqueta, Calabozo y Chupadero, acciones en las que intervinieron varias compañías de carchenses.
Me encantó esta recordación y pedido a todos nosotros los guayaquileños, para que sigamos siendo dignos hijos de nuestra ciudad y no bajemos la cabeza ante nadie que quiera injuriarnos o perjudicarnos.
En el informe dirigido a las autoridades militares del Cauca -nos dice Guerrero- les decían:
?Ya Pasto deja de ser la piedra de escándalo de sus hermanos y el último abrigo que le había quedado por esta parte al despotismo y a la tiranía. Unido Quito con Santa Fe, ya serán incontrastables el poder firme, la opinión pública e imperturbable la libertad.?
En el mismo parte, los comandantes quiteños señalaban:
El 22 del corriente entramos aquí en toda formación?el día siguiente se promulgó un bando, que en copia acompañamos a V. Exas. Así para asegurar la tranquilidad de este consternado vecindario, como para diferir a la mediación que V. Exas. Proponen en su favor, y siempre había obtenido pacto el buen tratamiento que repetidos exhortos le hemos ofrecido, ya por nuestros principios, ya por seguir las órdenes equitativas del prudente liberal gobierno del que dependemos.
También existían hombres simpatizantes de las ideas revolucionarias del momento y amigos de la independencia, quienes se quedaron en la ciudad para recibir a los ejércitos triunfadores, ellos formaban un grupo pequeño de inconformes, en medio de un pueblo que sólo sabía de Dios y el rey. Hasta entonces habían estado en la clandestinidad, esperando el momento propicio para presentarse como tales. Antes de entrar los ejércitos quiteños a la ciudad de Pasto, enviaron una carta al comandante Montúfar en la que le decían: ??¡oh feliz, y dichosa hora que por la primera vez tenemos la gloriosa satisfacción de poder hablar a V.S. con la libertad deseada y con la franqueza de hermanos y amigos compatriotas! A las seis de la noche del día de ayer supimos con evidencia el glorioso triunfo que habían conseguido las armas de V.S. contra las tropas de esta ciudad
EN EL DICTAMEN ACUSATORIO DENTRO DEL JUICIO PENAL SEGUIDO CONTRA LOS PROCERES DEL 10 DE AGOSTO, EL MINISTRO FISCAL TOMAS ARECHAGA, dice: /Se deduce pues de aquí, que habiendo concurrido libre y espontáneamente las Provincias de la España a la elección de sus respectivos Representantes, que no son en sustancia otra cosa que unos apoderados autorizados para constituir el Cuerpo Soberano de la Nación, quedaron con toda la autoridad necesaria, a pesar de haberse reducido a solas las Provincias de la Andalucía, respecto a que las demás fueron ocupadas injustamente por la violencia incontenible de las armas; porque ni la material variación del lugar, ni la injusta usurpación del tirano, pudieron en buena jurisprudencia haberles quitado jamás el justo derecho a la reconquista, que ahora le han verificado con general aplauso, y satisfacción nuestra .
Pero aún hay más, que aunque aquella sofística reflexión pudiese influir de algún modo en el alucinamiento de los ignorantes, sólo tendría lugar para con los españoles, cuyas provincias se hallaban ocupadas por las tropas del tirano, mas no para con los americanos, que poco antes de la referida escandalosa revolución, procedieron gustosos, y libres de la opresión francesa, a la elección de sus respectivos Diputados en quienes según los mismos principios de los revolucionarios no se podía dudar su legítima, y política representación, Siendo esto así ¿con qué facultad, ni qué motivo, procedió la ciudad de Quito a la verificación de un hecho tan diametralmente opuesto, a lo que poco antes había practicado? No hubo otra facultad, ni motivo, para semejante procedimiento, que la corrompida intención de algunos individuos que quisieron hacer independiente esta Provincia a vueltas de las críticas circunstancias en que nos hallábamos, y a la sombra de igual acaecimiento que suponían públicamente haber sucedido en las Capitales de Lima, y Santa Fé no menos que en todas las demás Provincias de ambas Américas. Este es el criminal fin a que aspiraron estos insurgentes sobornando la vil tropa del cuartel, y engañando a los demás con las más seductivas especies, bajo de los sagrados nombres de Religión, Rey, y Patria, quebrantando por consiguiente no sólo el juramento prestado de obediencia a la Suprema Junta Central de España, sino también el de vasallaje a nuestro amado Soberano el Sr. Dn. Fernando 7º y su dinastía, por otro sacrílego , que se recibió en la Catedral a favor de la Junta revolucionaria de esta ciudad, y de la Constitución, que no era otra cosa en sustancia que la indicada independencia, y sustracción del suave yugo de la dominación española, según se acredita más claramente por el modo, y forma con que se realizó el plan, que es el segundo miembro de la división que se propuso el Fiscal.//
CON TANTA INFORMACIÓN QUE SIEMPRE HEMOS PROPORCIONADO, RESULTARÍA CONTRARIO A LA ÉTICA QUE NO SE PUBLIQUEN ESTOS COMENTARIOS EN ESTA MISMA SECCIÓN. Espero que haga honor a sus epístolas y editoriales.
Sr Kure:
He leído con atención los comentarios del Sr. Juan Francisco Morales S. y no comprendo cual es el mensaje de el, quizás por que soy ignorante. Quizás sea por eso de que «al que le caiga el guante…»
A lo mejor Usted gentilmente puede explicármelo.
Como no voy a recordar eso, si es lo que primero me enseñaron en el Centro Escolar Experimental No. 3, Nueve de Octubre, escuela de renombre allá en el Astillero. Gracias Sr. Kure por tan hermoso recuerdo, ya algunos guayaquileños, por sus compromisos políticos que es lo primero para ellos, de eso se han olvidado hasta el extremo de ansiar que Guayaquil desaparezca, o por lo menos pierda su calidad adquirida a traves de lo que usted, bien atinadamente expone. Por eso hay que seguir en la lucha de no caer ante ninguna fuerza opresora, pues Guayaquil es libre, Independiente y Soberana, de aquí nació la Libertad y la Independencia, aunque ahora ya nos queda poca libertad, Independencia, adorada Independencia, ojalá no la perdamos por esos malos hijos, porque la sangre de los que la consiguieron, todavía rueda por nuestras mentes y eso es prohibido olvidar, al contrario hay que honrarlos y recordarlos. Quiero leerle dos de las frases célebres de Don Eloy Alfaro que dice: «La Ingratitud es la peor lacra que aflige a la humanidad» y, «Entre el Patriotismo y el fanatismo, hay la misma diferencia que entre la luz que vivifica y el rayo que extermina» Siga comentando que eso mantiene viva la fe de la gente.
VIVA GUAYAQUIL CARAJO… GUAYAQUIL POR SIEMPRE INDEPENDIENTE! JAMAS NOS DOBLEGARENMOS ANTE NINGUN TIRANO, NI ODIADOR DE NUESTRA HERMOSA PERLA Y DE NOSOTROS SUS HIJOS, GUAYAQUILENOS DE CORZON, NACIDOS EN COSTA SIERRA, GALAPAGOS Y ORIENTE! GUAYAQUL LA METROPOLI! GUAYAQUIL LA GUIA! GUAYAQUIL, GUAYAQUIL LA EJEMPLAR! GUAYAQUIL LA DIGNA!
SON ARENGAS ÚTILES PARA TUMBAR TIRANOS, PERO NUNCA TENDREMOS LA SEGURIDAD DE QUE EL NUEVO TIRANO SEA MEJOR QUE EL ANTERIOR.
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