La vida de José Joaquín de Olmedo, como la de cualquier persona, se divide en etapas. Las más importantes de él en su vida pública son: desempeño en las cortes de Cádiz, participación en la Independencia de Guayaquil, presidencia del Gobierno Provisorio, elaboración de la primera constitución cuando Ecuador se convirtió en república, actividades en Perú, estadía en Londres y participación en la revolución marcista en 1845. No todas sus fases han sido estudiadas en detalle. Los libros de historia no profundizan su actuación como Presidente del Gobierno Provisorio entre noviembre de 1820 y julio de 1822, período indispensable para la independencia de Ecuador. Rocío Rosero Jácome, en su obra Olmedo Político, Patriota o Desertor, apenas dedica 20 páginas de las 580, a describir la labor de Olmedo en esos años.
Siempre he estado interesado en investigar la parte de la historia ecuatoriana que no ha sido escrita, o lo ha sido pero superficialmente; me refiero a la que los historiadores del siglo XIX y gran parte del XX ignoraron por falta de conocimiento o por considerarla irrelevante. Entre las historias no escritas están la empresarial y la económica. También he preferido escribir sobre la historia de personajes que los historiadores sí tomaron en cuenta, pero pasaron por alto lo más importante. Ejemplo es José Joaquín de Olmedo. Finalmente me ha interesado revisar ciertos episodios de importancia histórica para comprobar si lo escrito es verdadero o manipulado. Este agotador trabajo lo vengo haciendo desde 1985. Gran parte de mi tiempo lo he dedicado a investigar y escribir; también ha sido un gran esfuerzo económico. En el camino he tenido que enfrentar a historiadores quiteños que tienen la idea equivocada de que la historia está grabada en piedra, es decir intocable.
En mi opinión el trabajo de historiador no es ser exclusivamente narrador de lo ocurrido. Hay que interpretar los hechos y desde la retrospectiva llegar a conclusiones. Por ejemplo, no conozco historiador que haya escrito si convino o no a Ecuador formar parte de la Gran Colombia. Yo sí lo he hecho y mi trabajo está publicado en el diario virtual Desde mi Trinchera, iniciado por columnistas de El Telégrafo cuando era una empresa privada.
Ustedes se preguntarán ¿qué hace un experto en historia económica y empresarial hablando sobre el 9 de Octubre de 1820 y José Joaquín de Olmedo? Para la mayoría, esta magna fecha está relacionada con historia militar, política y diplomática. Tal afirmación, es verdad a medias; los empresarios fueron indispensables para lograr la Independencia de Guayaquil, el apoyo a Olmedo entre noviembre de 1820 y julio de 1822 y la financiación de la campaña de Bolívar en Perú. En Memorias porteñas con el título de Banqueros de la Independencia escribí: “El empresario guayaquileño, siendo de naturaleza libertaria, conocía que para expandir los mercados internacionales y tener libertad económica, era necesario independizarse de España y ayudar a liberar a las demás provincias. No escatimó esfuerzo económico en financiar la Independencia de Ecuador. Las demás provincias no contaban con capitales, ni existía en su gente la generosidad y solidaridad guayaquileña. Bolívar en carta a Santander se quejaba de que los quiteños no aportaban dinero para sus campañas: “En Quito no se paga a nadie porque no hay que pagar…”
La historia ve a Olmedo como un gran poeta, político y redactor de la constitución de Guayaquil y primera de Ecuador. Olmedo fue mucho más: auténtico estadista, decidido, implacable defensor de los intereses de Guayaquil, recaudador de contribuciones, gran comunicador, con fuerza de carácter y estratega militar. Él demostró todas estas cualidades durante el corto período que presidió el Gobierno Provisorio. Olmedo sin los empresarios guayaquileños no hubiera podido financiar el ejército de Guayaquil, la traída del ejército de Sucre y la alimentación de miles de soldados durante los 19 meses que duró la campaña militar hasta el triunfo en Pichincha. Durante estos meses, Olmedo apoyó y participó en la planificación y organización de la logística de las tropas. Él tuvo que enfrentar más de dos insurrecciones, siendo las más importantes una militar, cuando un grupo de soldados trató de sabotear barcos; otra separatista, cuando Portoviejo pretendió imponer a la fuerza, la anexión a Colombia. Finalmente tuvo que enfrentar a Cochrane quien pretendió llevarse a la fuerza un barco como trofeo de guerra. Olmedo también encaró momentos difíciles al tratar de defender una región que no cumplía las condiciones para valerse por sí misma: tenía pequeña población, estaba rodeada de dos ex virreinatos con mayor capacidad económica, experiencia política y cuyos líderes querían apoderarse del puerto más importante del Pacífico sudamericano, además tener al enemigo español a pocos kilómetros de distancia hacia el este y corsarios al oeste atacando todo barco para robarse la carga y dinero de quienes navegaban.
Olmedo tenía escollos por delante; el más importante era cómo manejarse en buenos términos con San Martín y Bolívar, dos genios de la guerra que habían puesto la mirada en Guayaquil, a la cual comenzaban a enviar representantes para firmar acuerdos. Olmedo estaba consciente de que necesitaba de ellos y no podía romper relaciones, por lo que supo manejarse con diplomacia sin perder la dignidad y tratando de no mostrar inclinación por ninguno de los dos. Olmedo fue hombre de convicciones cuando expresó su forma de pensar a Bolívar, San Martín, Sucre y representantes de los dos primeros.
17 de Marzo de 1821
A Bolívar:
“La provincia de Guayaquil está dispuesta a sostener el voto de ser libre; y no lo está menos a cooperar con todas sus fuerzas a la hermosa causa de América, excitada por sus propios sentimientos y estimulada por el sublime ejemplo que le han dado los pueblos de Colombia”
4 de Junio de 1821
A Sucre
“La compra de la corbeta Alejandro y bergantines Ana y Potrillo por el Gobierno de Colombia parece que es condicional, y lo celebro para que no tenga efecto. Es curiosa la representación que el amigo Illingrot hizo al Vicepresidente sobre este negocio, manifestando las miras poco generosas de Henderson en esta especulación. A esta hora ya habrá usted conferenciado con aquél y habrá conocido la ninguna ventaja, y sí el grave perjuicio que nos acarrearía la compra. El estado de esos buques es otro motivo de consideración, pues sólo en repararlos se gastaría mucho”
17 de Diciembre de 1821
A Sucre
“Si Ortega detesta esta provincia, ¿para qué la busca? Si todos los guayaquileños son unos pícaros, ¿por qué los quiere como conciudadanos? Si se jacta de que no reconoce este Gobierno y de que, aunque se le mande, no ha de salir porque usted es la única autoridad que sufre, ¿será justo que se le tolere para que difunda más semilla de desunión, y vaya preparando una disolución que no tuvo efecto otra vez? Sí, amigo, esto no tiene duda…”.
En lo militar, a pesar de no tener ninguna experiencia, Olmedo fue planificador, estratega y experto logístico, preocupado de los más mínimos detalles en las campañas militares, como se evidencia en numerosas cartas que el mantuvo con Toribio Luzuriaga, general peruano, quien reemplazó a Febres Cordero y Urdaneta, después de la derrota de Huachi, General José Mires de Colombia, Sucre, San Martín y otros.
A San Martín
29 de Abril de 1821:
“¨…propusimos a V.E. por si lo creyese conveniente el plan de hacer mover a Piura una división que obrando por Loja amenace a Cuenca con el fin de llamar la atención al enemigo por aquella parte y dividir su fuerza; mientras las tropas de Colombia y de esta provincia marchaban directamente contra Quito. Parece que la combinación no es desordenada y por el contrario necesaria; y cuando se piensa que después de libertadas las provincias, pueden todas las fuerzas reunidas marchar o engrosar el ejército del Perú, se presenta una perspectiva hermosa y llena de esperanza”
A Sucre
16 de Julio de 1821:
“… a las dos horas de salir de Samborondón pueden las embarcaciones llegar a la Boca de Baba, hacienda de Baquerizo; y que desde este punto a Babahoyo hay camino de tierra muy corto como de dos o tres horas. Me parece, pues, que sería bueno, que en las balsas vayan hasta Boca de Baba caballos y caballeros, que allí salten, monten y marchen a su destino. De este modo le quedan a usted expeditas las canoas para conducir la tropa. Estas canoas pueden entrar por el estero de Lagartos desembarcar en la hacienda de ese nombre que dista un cuarto de hora de Babahoyo por tierra y ahorrar cuatro o cinco por el río”.
15 de Agosto de 1821:
“Si el enemigo ataca sólo por Sabaneta, es preciso recibirlo como está usted resuelto. Si la división de Cuenca viene por Naranjal, no es posible su pronta reunión con la de Guaranda. El mismo movimiento indica que no intentan reunirse, pues de venir a Naranjal, o de ir a Yaguache, van a pasar 8 días de marcha por caminos difíciles. Situados en Naranjal, sólo por el río pueden invadir la Ciudad; y esto es difícil, imposible. Illingrot está hecho cargo de dos cañoneras situadas en la boca del río de Naranjal y que rondan la costa. A pesar de la circunstanciada relación de este último espía no puedo resolverme a creer que el enemigo dirija toda su fuerza por Naranjal, porque de ese modo no se unen. Si se unen, es forzoso retirarse antes de su reunión, y la retirada debe ser por tierra, dirección de Babahoyo. …”.
“Haga usted que se dé orden a don José Garaycoa para que haga retirar cuanta embarcación haya en los ríos de Caracol, Juana de Oro y Pueblo Viejo. Hace días que dimos nosotros esa orden general a todos los pueblos de esa comarca para que retirasen todo, luego que supiesen que se acercaba el enemigo. Esta orden va a renovarse. Los mismos señores Campo y Baquerizo indicarán a usted los medios y modos de retirar los ganados de esos campos; pues la operación es dificultosísima. Hace dos días que salió una balsa para Yaguache a recoger y traer todos los arroces que allí hubiere. En Samborondón hacíamos un acopio para que se fuese proveyendo Babahoyo; ahora mismo va orden para que venga a la Ciudad”.
“No sé qué decir a usted, pero creo que, preparado todo para la retirada, no debe emprenderse hasta que no haya noticia segura de que los enemigos están en Yaguache. Pero la suprema ley es salvar la división, pues en ella se salva la provincia y se prepara la libertad de todo el Departamento. Repito que si la retirada es inevitable, debe hacerse por Baba, y de allí a Daule: en este tránsito hay posiciones ventajosísimas, y sobre todo se impide que el enemigo se apodere de toda la provincia en el momento y sin embarazo”.
“La mayor parte de municiones está en el río. Una lancha costea por la boca del río de Yaguache. Veo que nos cercan grandes atenciones; pero es poco gloriosa una victoria sin peligros”.
Olmedo fue la fuente de información de San Martín, sobre lo que sucedía en los diferentes frentes de batalla en Ecuador y Colombia. La mayoría de sus cartas tienen comentarios sobre los movimientos del enemigo, los éxitos y fracasos de las batallas.
Sin los capitales de los empresarios guayaquileños, Bolívar no hubiera logrado su triunfo en 1822, se hubiese demorado muchos años. El Libertador tenía cerrado el crédito en Londres por haber nombrado como sus representantes en Londres a personas de pésima reputación. Sobre el tema me permitiré citar a Jeremy Bentham, uno de los mayores pensadores y juristas ingleses de la época, a quien Bolívar había escrito numerosas cartas solicitándole proyectos de ley para la Gran Colombia. En el epistolario de Jeremy Bentham, hay numerosas cartas dirigidas a Bolívar pidiéndole no enviar a Inglaterra representantes indeseables: “Tan baja ha sido la reputación de la Gran Colombia durante algún tiempo, que cualquier beneficio que dependa de la reputación, lo perderá necesariamente a no ser que cambie de representantes…” Sobre el fraude cometido con los préstamos de la Independencia, no se ha hecho ningún estudio para determinar cuál fue el verdadero monto usado para la Independencia. Este es un trabajo que tengo pendiente. No me llamaría la atención si más del 25% fue a parar a los bolsillos de los representantes de Bolívar en Londres e intermediarios que compraron con sobreprecio los barcos de guerra, armamento y demás implementos bélicos.
Olmedo cedió a Bolívar el arsenal español que existía en Guayaquil incautado el 9 de Octubre; según el escritor peruano Mariano Felipe Paz, “…el único arsenal que entonces existía en la América del Sur…” Para dimensionar el monto de los préstamos, Ecuador exportó 700,000 pesos en 1821. Entre 1822 y 1826, Bolívar recibió por concepto de préstamos forzosos en pesos, 1,669.202 de Ecuador, 160.223 de Venezuela y 426.677 de Nueva Granada. Al referirse al sacrificio monetario de los guayaquileños, el escritor Mariano Fasio Fernández afirma: “El gasto de transporte al Callao desde Colombia a través de Guayaquil, de 6.848 soldados y otros 3.000 desde Panamá costó 939.109 pesos. La escuadra colombiana del Pacífico fue pagada por Guayaquil: los cinco barcos que la conformaba costaron 178.489 pesos”. El valor citado cubre apenas una parte de lo que los empresarios guayaquileños entregaron: además de lo mencionado, financiaron la alimentación, uniformes, armamento, carpas y medicina; Bolívar compró naves estadounidenses con cargo a fondos guayaquileños, etc.
En la correspondencia de Olmedo se conoce el destino del dinero guayaquileño en la liberación de Ecuador. El 14 de Abril de 1821, le indica a Bolívar “Desde hoy empiezan a salir de este puerto los buques que deben trasportar las tropas de las costas del Chocó. El convoy se compone de una fragata, dos bergantines y dos goletas, con el repuesto de víveres suficientes para 1500 hombres… ya hemos recurrido a dos empréstitos forzosos de 80.000 pesos, de los cuales la expedición del Chocó, que no baja de 40.000 de gasto, ha consumido el último resto”. En carta de Olmedo a Sucre el 9 de Julio de 1821: “Por comisaría deben pagarse los gastos de espías y los extraordinarios con orden de usted”. En carta del 12: “Desde antes de ayer salió el oficial Pellicer con dos mil pesos para Babahoyo y con encargo de recibir otros dos mil de aquel Ayuntamiento”. En la del 16: “Van los 20.000 cartuchos de operación y los 10.000 de instrucción, y demás municiones que usted pide”. En la del 18: “El oficial ayudante del amigo Morales que sale dentro de horas, llevará mil pesos y la quina. Repito que el botiquín que existe en Samborondón fue provisto bastantemente y es preciso que se pidan los artículos que no tengan y sean precisos”. Olmedo a San Martin en el 14 de Julio de 1821: “El teniente Bell… tiene ya a bordo de la Golondrina las 400 tablas y los cien remos que nos pidió V.E. últimamente.” Durante el mes de Agosto, en cartas de Olmedo a Sucre, la del 12: “Con esta marea van 44 mulas que mandamos traer de Balao; de Yaguachi sé que fueron 14. Hemos comprado la bayeta para frasadas, irán con algún dinero”. La del 15: “El hospital se embarcó anoche para el Morro”. La del 16 del Ayuntamiento de Guayaquil a Sucre: “… es indispensable que se abra un empréstito extraordinario de cincuenta mil pesos que deben estar colectados dentro de cinco días”.
Los dineros de Guayaquil también fueron usados por Bolívar para la liberación de Perú, como se evidencia en carta del 17 de Marzo de 1824, que se refiere a la compra de la fragata Kingston al estadounidense Ricardo Alsop por 25.000 pesos. En la citada carta se explica las condiciones del negocio: “Por cuenta de este pago deben abonarse al señor Alsop en derechos de exportación e importación de esa aduana de Guayaquil 8.000 pesos. Así S.E, previene a US que se admita al señor Alsop o a quien él tenga a bien, la introducción de mercadería hasta cubrir con los derechos la mencionada cantidad de 8.000 pesos que le han ofrecido como dinero al contado”. En el mismo año, J. Gabriel Pérez, secretario del Libertador ordenó al Intendente de Guayaquil cruzar una deuda del estadounidense Tomas Foley que tenía con la Aduana, por 11,687 pesos “se le admitan por cuenta del haber nacional que la República adeuda a este individuo como inspector que fue de nuestros hospitales con el carácter de Coronel, y por cuenta de los sueldos que se le adeudan del tiempo que sirvió…”
El 11 de julio de 1822, Bolívar llegó a Guayaquil acompañado de Sucre y rodeado por 3000 veteranos de las guerras de la independencia. El 13 se arrió la bandera de Guayaquil y se izó la de Colombia; el Gobierno Provisorio fue cesado en las funciones que había funcionado desde noviembre de 1820. La sentencia de Bolívar “Una ciudad con un río no pueden formar una nación” se había cumplido. Olmedo huyó de la ciudad el 29 por temor a ser encarcelado. Con Olmedo se repitió lo sucedido a Winston Churchill, quien terminada la II Guerra Mundial se postuló para primer ministro y perdió las elecciones. Sin Churchill la II Guerra Mundial se hubiera prolongado por mucho tiempo. Parecería que el ser humano tiene la ingratitud en sus genes.