La razón es y debe ser de la verdad. La verdad es de Dios, y la verdad entre los humanos, debe ser discernida, debe ser razonada, es conveniente que sea analizada, discutida y de ser posible, probada con argumentos basándose en lo conocido y en la lógica.
Lo más opuesto a la razón es la imposición. Cuando se impone algo, se pierde toda opción a la razón porque la verdad impuesta deja de ser verdad.
En política, por el populismo, viene ocurriendo un fenómeno que considero muy peligroso: la masificación de la prepotencia, la que se ha ido intensificando. A mi modo de ver, no hay nada peor que los dueños de la verdad. Yo tengo que admitir que hay personas que piensan diferente que yo y tengo la obligación de aceptar que puede y definitivamente tiene que haber alternativas diferentes a lo que yo propongo y es posible que alguna de esas alternativas pueda ser incluso mejor que la mía. El creerme o sentirme dueño de la verdad, no me la pone en mi propuesta.
Una de las formas de imponer la verdad es callando toda otra voz, Se lo logra al permitir el derecho a la réplica sólo a la autoridad, con el fin de tener siempre la última palabra. Eso permite a la autoridad desdecirse y recular, primero hablo de defender la ecología y luego hablo de explotar destruyendo, dando argumentos que pueden ser fuertes o débiles, pero como nadie me puede replicar, lo que yo digo llega a tener sentido, aunque no lo tenga realmente. Como nadie puede replicar, se pasa desapercibido el daño a una Ciudad al quitársele su producción.
El tener la única voz permite hacer muchas cosas buenas, pero también justifica muchas obras malas y mucho daño a una nación. El consenso no debe hacerse solamente con el criterio de los líderes del partido. Hay que escuchar y analizar las posturas de la oposición. No soy dueño de la verdad aunque aparentemente lo sea, por las circunstancias dadas.
Por otro lado, lo cortés no quita lo valiente. Si yo he insultado, difamado o hecho difamar contra un inocente, aunque me sea antipático, es mi deber de hombría de bien, rectificar, decir la verdad y pedir disculpas.
La prepotencia es antipática y puede cobrarnos más caro de lo que podemos suponer, el querer mantener la actitud de prepotencia. “L´etat se moi” (El estado soy yo) decía prepotentemente Luis XIV y pocos años más tarde rodaban las cabezas de los reyes de Francia bajo la guillotina.
Un megalómano, se cree omnipotente y poseedor único de la verdad. Es una patología que se ve en psiquiatria.
«aquel» (clon de LUIS XIV) que no se lo nombra y que todos aqui nos Imaginamos para quien va dirigido este excelente articulo seguro no se da por aludido y debe sentirse muy tranquilo y seguro, porque sabe que ya las GUILLOTINAS no se usan mas!