21 noviembre, 2024

Insensato, ¿para quién será?

“Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho y se preguntaba a sí mismo: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha”. Después pensó: Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, y date buena vida”. Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche vas a morir, ¿Y para quién será lo que has amontonado?”

Lucas 12, 13 – 21

Ayer no es hoy, tampoco es mañana, hoy es hoy.

Muchos que estuvieron ayer, no están hoy ni estarán mañana. Otros vendrán…

La decadencia del poder y de la vitalidad personal es algo que ocurre en cualquier momento…y el final llega sin darnos cuenta.

Sin un deseo expreso de hacerlo porque el tema no es agradable, tan solo como una simple revisión de gente que ya se fue, saqué la cuenta de las personas que conocí en un momento de mi vida, algunos formaron parte importante de mi vida y ya no están aquí. Cada quien en su circunstancia, simplemente murió. Lo mismo me tocará un día, pensé. ¿Y para quién será todo lo que en apariencia, ahora me pertenece?

Ni un testamento detallado de entrega de mis bienes me podrá asegurar que después de dejar este mundo, los que se quedan cumplirán mis deseos.

No es sensato acumular ni guardar, ni aferrarnos a nada. Ni a bienes materiales ni a bienes sentimentales, ni a la gente. Lo más sano en la vida de cualquier persona es vaciarse por completo y quedarse satisfecha de no poseer nada, de no poseer a nadie. Surgirán así cosas nuevas, porque lo nuevo nace de la vacuidad. Igual cosa debería suceder con la mente humana.

Vaciarse de la tipología estructurada de la vida, la que nos enseñan apenas abrimos los ojos al mundo: esto es bueno, esto es malo, esto es peligroso, esto no es para ti, esto es lo que te conviene…

¿Qué es lo que conviene a cada uno? Solo lo podremos saber si buscamos en nuestro interior, si enfocamos nuestra atención y sintonizamos nuestra conciencia, si logramos emprender la ruta del conocimiento dentro de cada uno. Para lograr esto es importante dejar de hablar tanto e intentar permanecer en silencio unos minutos al día, haciendo un alto en medio de la jornada. Hablamos demasiado, y entonces no escuchamos, ni a los demás, ni a la voz de nuestra conciencia que nos habla dentro de nuestro ser.

Por eso vivimos atrapados entre la “evasión y el blindaje”, dos actitudes de vida que impiden la autenticidad.

Evadimos lo que no queremos afrontar, a veces nuestras equivocaciones y fracasos, la propia realidad. Nos forramos de un blindaje a prueba de todo lo que venga a derrumbar nuestra falsa estructura, lo que “hemos construido con tanto esfuerzo”; que a la larga no es más que una gran mentira.

Mentiras que se fabrican para complacer a una sociedad también falsa…

Escuché decir a una persona que hablaba sobre la muerte: al momento de morir la gente no se arrepiente de lo que hizo, se arrepiente de lo que no hizo, de los planes truncados, de todo lo que quedo por hacer.

Puede ser cierto, y esto es porque vivimos postergando y no establecemos prioridades, solemos dejar para mañana lo que debemos hacer hoy.

Y seguimos dando vueltas en la rueda del cúmulo…rellenando el pozo millonario de posesiones, materiales o no, pero posesiones, que nos llenan por fuera, y por dentro nos despistan. ¡Insensatos! La vida no nos pertenece, y lo más seguro es que un día nos vamos a ir… vale la pena parar, y replantear las cosas intentando encontrar y comprender la finalidad de la vida.

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