Los clásicos versos de Antonio Machado siguen inspirando, no solo a cantantes sino a los peregrinos de la vida, aquellos que vamos haciendo de nuestro andar un proyecto de vida que recorrer: “Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más/ caminante, no hay camino, y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar/ Caminante, no hay camino/ sino estelas en la mar/. Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar/ pasar haciendo caminos,/ caminos sobre la mar.”
Cuando un joven va creciendo, sus padres y sus educadores lo que más anhelamos es que sepa construir el camino por su propia cuenta, que lo ande y recorra con alegría y dignidad. Hoy en día hay muchos caminos, muchas puertas y muchas oportunidades que nos revelan la tecnología, la ciencia, las culturas, la vida. El punto está en saber elegir el mejor camino como individuo y que nos haga personas, que nos haga trascender, aportar a la sociedad. Para el creyente, Dios cuenta como el “camino, la verdad y la vida”. Pero, ¿cuenta para el joven de hoy? ¿Es Jesús entendible para los jóvenes de hoy?
Es muy fácil quedarse en la vida “sin caminos” hacia Dios. No hace falta ser ateo. Basta seguir la tendencia general de nuestros días e instalarnos en la mediocridad de no querer indagar sobre los fundamentos y el sentido de la vida y vivir una indiferencia religiosa o irrelevante, monótona, que no dice nada a la sociedad. Debe quedar claro que antes de una crisis religiosa, hay una crisis personal, ¿quién soy realmente? ¿por dónde elegir mi camino? Hay una valorización de lo material, lo cómodo, el consumo sobre lo espiritual. Se prioriza el placer y el bienestar individual a cualquier precio. Uno vive privado de interioridad esforzándose por aparentar una determinada imagen ante los demás ¿así se puede abrir uno con hondura ante el misterio de la existencia?
Urge recuperar la humanidad de la religión. Escuchar los profetas y en especial al profeta Jesús, cuya vida y acciones atraen. Las personas de hoy volverán a Dios no por el miedo, sino atraídas por su amor. Es necesario ensanchar al horizonte de nuestra vida. Vivimos informados de todo, pero no sabemos hacia dónde orientar nuestra vida. Nos creemos las generaciones más inteligentes y progresistas de la historia, pero no sabemos entrar en nuestro corazón para adorar o dar gracias. Por eso, nuestro caminar debe estar apoyado en un fundamento sólido. La vida es como una casa, hay que cuidar la fachada y el tejado, pero lo importante es construir sobre un fundamento seguro. Al final siempre necesitamos poner nuestra confianza última en alguien o en algo: el amor, la justicia, la dignidad, la honestidad…DIOS. Se puede vivir encerrado en uno mismo, sin caminos hacia nada nuevo ni creador. Pero también se puede buscar caminos nuevos hacia Dios. Este tiempo de fin de años deberíamos aprender a callar para escuchar los latidos de nuestra existencia, como aprender a ver la luz en medio de la oscuridad que nos trae la navidad. “Nuestras horas son minutos/ cuando esperamos saber/ y siglos cuando sabemos/ lo que debemos aprender”.
PARA PENSAR
¿SE PUEDE PONER OTRA METAFORA DE LA VIDA COMO CAMINO?
Sí, El proyecto de vida, que es algo que se construye en el camino.
¿ES FACIL PERDER EL CAMINO HACIA DIOS?
SÍ, si nos sumergimos en el consumo, lo materia, lo trivial
¿QUÉ HACER PARA RECUPERAR EL CAMINO HACIA DIOS?
Humanizar la religión, ensanchar nuestro horizonte, solidificar la vida.