Las ciudades viven e interpretan su historia, se nutren, se regeneran, aprenden de ella y enrumban y construyen su futuro. Esto no es anclarse al pasado. Todo lo contrario. Se trata de, a ratos, mirar hacia atrás para caminar hacia adelante –haciendo camino al andar, como dijera Machado- buscando un mañana cada vez más igualitario para la sociedad que la habita.
Guayaquil, en esto del pasado tiene mucha historia de la cual aprendió y sigue aprendiendo. Ha pasado por situaciones de invasiones piráticas, plagas devastadoras, incendios catastróficos, centralismo absorbente, malas administraciones, montañas de basura, contaminación ambiental por exceso de vehículos motorizados, contaminación de aguas por químicos y excretas, y, las invasiones que se producen por la búsqueda del sueño de vida provocando la expansión horizontal e indiscriminada.
Estos hechos posibilitan la creación de una fortísima memoria colectiva alimentada no sólo por la historia, sino y también, por la imagen cambiante de los diferentes escenarios urbanos, y, porque el inmigrante se preocupa de absorber las imágenes que lo rodean buscando su identificación con la Ciudad a la que ha arribado. Para el guayaquileño, crecido y educado en Guayaquil, el asunto es más sencillo: le basta con escuchar la trasmisión oral y recorrer los escenarios urbanos promocionados y conocidos.
Todo lo anterior forja una historia de resistencia, dolor, rehabilitación y renacer.
Guayaquil es una ciudad fácil de recordar, fácil de aprehender, fácil de orientarse. Tiene hitos claros (vg: monumentos, iglesias, etc.), nodos muy marcados (vg: mercados y centros comerciales), calles anchas y rectas, bordes que son parte de la geografía y la historia (vg: ríos y esteros).
La memoria colectiva es cambiante como cambiantes son los escenarios urbanos con la dinámica de la Ciudad. Cada ciudadano la posee de acuerdo a sus circunstancias y su realidad. Los hechos diarios incentivan los recuerdos y las escenografías. Las migraciones la debilitan o la enriquecen según el nivel cultural de donde provengan y si se le puede agregar valor a la economía.
Las costumbres se modifican y, lógicamente, la memoria también se altera.
A la vez, las influencias ofertadas por la tecnología, la moda, el poder de consumo. Todo para prevenir la inseguridad urbana, la venta de un escenario paisajístico o el simple sueño de una vivienda propia.
La Ciudad no es más que un intermediario a través del cual hacemos camino consumiendo tiempo. A veces lo perdemos, a veces lo ganamos. “Negarse a llevar reloj o estar sometido a los horarios convencionales es una manera de declararse independiente de la sociedad convencional” (Kevin Lynch).
Guayaquil debe aprehender de su historia, encontrar esencias, reforzar su personalidad, sin buscar imitaciones urbanas o arquitectónicas traídas de otras partes y sin competir con ellas, más bien mirando a su interior y creando con evolución una nueva cultura progresista y un estándar de calidad de vida para todos y cada uno de sus habitantes.
Lo que mas hay en GYE es Ecuatorianos! Tremendo orgullo que siento de ser Guayaquilena, tremendo orgullo de nuestros ancestos provenientes del Ecuador entero! La grandeza de la ejemplar GYE es incomparlable.GYE fue,es y sera la GUIA del Ecuador!