La Universidad de Guayaquil tiene más de 146 años de vida institucional y a muchos que alguna vez pasamos por sus aulas nos entristece verla sumida en una intervención. Sin embargo, nadie puede negar que dicho acto es legal, no solo necesario, sino urgente.
La decisión tomada como resultado de un riguroso proceso iniciado por el Consejo de Educación Superior permitió comprobar la existencia de varias irregularidades, tales como falta de gratuidad, malos manejos administrativos, anomalías académicas, violencia universitaria, baja titulación de docentes, etc.
En esta ocasión quiero referirme a la docencia y al mejoramiento de la calidad académica como parte del Plan de Excelencia para el alma máter guayaquileña, propuesto tras una exhaustiva investigación de la comisión interventora que pudo determinar que del universo de profesores, menos del 1% cuentan con el famoso PhD, que solo el 2% labora a tiempo completo y que más de la mitad de los maestros no cuentan con nombramiento; todo esto sin hablar de la tan anhelada paridad y alternancia entre hombres y mujeres, lo que continúa siendo una utopía, a pesar de la ley.
A nivel mundial, ser profesor universitario constituye una de las más altas distinciones. Por ello, en otros países, los docentes a tiempo completo ganan un salario que les permite dedicarse de lleno a una de las funciones más altruistas que tiene el ser humano: proveer de alimento intelectual.
Por estas consideraciones, vemos acertado que uno de los objetivos del plan de excelencia sea el mejoramiento de la remuneración al personal docente y la abolición de la tercerización académica, pues solo de esa manera podrá volver la “Estatal” a sus albores y retomar a los mejores docentes y profesionales del país, como alguna vez los tuvo la que fuera el alma máter de los guayaquileños, una de las más antiguas del Ecuador.
En estas fiestas, nunca está de más volver a recordar a mis amables lectores que los que “beben y beben y vuelven a beber” son los peces en el río y no usted. ¡Felices Fiestas!
Estimada Diana. En el análisis del presente artículo hace mensión la crisis de las universidades, a las autoridades no les importe el prestigio de estos centros, deberían actuar con visión futurista y renovar su filosofía.