Otro año que se va, otro viejo que quemar.
Cada año la infalible quema del monigote tiene más restricciones, tanto así que muchas urbanizaciones han decidido regularla por el riesgo que implica y en otras incluso hasta las han vetado.
El Cabildo porteño también tiene su instructivo para la quema de los “viejos”, prohibiéndolos en calles y avenidas asfaltadas (las de color negro), así como en las áreas sometidas al proceso de regeneración urbana, siendo responsable por los daños causados, el propietario o arrendatario del predio más cercano al lugar donde la quema produjo deterioros. La incineración del monigote está permitida en las calles o avenidas pavimentadas con hormigón y en veredas o solares no edificados.
La Ley de Defensa contra Incendios, en el capitulo relativo a las contravenciones, dispone que “serán reprimidos con multa de uno a dos salarios mínimos vitales y con prisión de seis a quince días, o con una de estas penas solamente”, quienes quemaren fuegos artificiales sin permiso del Cuerpo de Bomberos, o quienes, reventaren petardos o cohetes, o hicieren fogatas, en las calles y plazas “sin permiso de la policía”.
Tanta prohibición a la quema del pobre viejo me recuerda otra fiesta popular menos arriesgada pero más mojada, que bien puede ajustarse a aquellos que escogieron pasar el fin de año de cara al mar.
Los cariocas visten de blanco en la playa para hacerle una ofrenda a Yemanyá, diosa del mar, para pedir un deseo. Dice la tradición que justo a las 12 de la noche se le debe llevar flores blancas y una vela prendida, para que con la séptima ola Yemanyá le arrebate suevamente su ofrenda.
Yemanyá es conocida como la “Reina del mar, representante de la fertilidad, protectora del hogar y la familia, de los barcos, los pescadores…”, y habita en las profundidades del mar; con lo que el rito también podría aplicar por acá.
A mis amables lectores que optaron por la playa en estos eternos cinco días de asueto, no duden en aventurarse y pedirle el deseo a la diosa Yemanyá; recuerde que solo es uno, lo bueno es que dicen que la “Diosa” es muy poderosa y siempre cumple lo que se le pide. ¡Ya veremos! ¡Feliz año nuevo!
Con todo respeto, no estoy de acuerdo con su sugerencia de copiar una costumbre extranjera.
En cuanto a la quema de los años viejos, considero que también el concreto pierde resistencia por la acción del fuego.