A ratos, nuestras vidas; un tanto confundidas, se aferran a cierto tipo de fantasías y supersticiones, propias del incansable trajinar por lograr días mejores, lo cual nos permite anhelar lo que creemos que por ley nos pertenece. Esto es, una vida mejor, una vida llena de prosperidad, que a la gran mayoría de ecuatorianos les permita incluso ya no tener que ir a la tienda del barrio a solicitarle al vecino, dueño de la misma, les fíe cierta cantidad de alimentos, hasta que llegue la quincena o el fin de mes, para así poder “parar la olla”, para que nuestros hijos tengan algo que comer para ese día, aunque lo que se venga luego, aquello será resuelto en su momento, pues no hay capacidad para más.
Son muchas las circunstancias envolventes un 31 de diciembre a las 12 de la media noche, son muchos los sueños y esperanzas que nos mueve a convencernos que comiendo las 12 uvas, saliendo a pasear por la cuadra del barrio con equipaje al hombro, quemando un muñeco y haciéndolo tronar hasta más no poder, besando y apretando hacia nuestro corazón el retrato de la novia o el novio, etc, es aquello, más o menos, asegurar una mejor alternativa para el año venidero.
Ahora que mucho se está hablando de lo que aparentemente nos espera dentro de pocos años, debido al veraz cumplimiento de lo que ya hace siglos está escrito, y que poco o nada nos importa, así como la aparición de misteriosas formas de querer convencernos de la grotesca llegada del anticristo y de la existencia de los iluminatis o los reptilianos, o de un cambio drástico en vías de ejecución por quienes destacan un nuevo orden mundial, que no es otra cosa que una extraña mezcla de personajes entre aquellos ya nombrados con quienes practican la masonería, etc, o que se yo, y por el inmenso peligro que esto representa para futuras generaciones, realmente nos queda muy corto el tema de las uvas, del equipaje, de la quema del año viejo, etc, etc.
No estoy al momento con el ánimo de explicar o razonar sobre lo que yo pienso al respecto, solamente sé que vivo en un país en donde los padres sufren por no tener capacidad u oportunidades para llevar el pan a su casa, se que vivo en un país en el cual, aun hay madres que lloran junto a su prole, viendo como se consumen las horas y sus vástagos les piden llenar sus estómagos de alimento, solo se que vivo en un país en el cual se critica lo bueno que quieres hacer por erradicar la miseria, y se festeja la insolencia de aquellos que creen saberlo todo, pero que al final nada hacen por el pobre.
Solo sé que vivo en un país, en el cual Dios generosamente nos dio una hermosa geografía y un espacio envidiable ante el mundo, repleto de recursos, pero harto de cierta miseria humana, capaz de cortar tus alas y no dejarte volar.
Este año que empieza quisiera; desde lo más profundo de mi corazón, que nos llueva café, principalmente a todos los ecuatorianos. Pero que aquella gramínea sea de fragancia noble, de profundo amor y de propósitos humanitarios, que los padres no sufran, y que sus hijos y sus nietos se regocijen en una indescriptible abundancia de amor y paz, que cada uno de mis conciudadanos gocen de excelente salud; física y espiritual, que exista inquebrantable respeto entre todos nosotros, que apoyemos conjuntamente el hombro por una patria nueva, sin importarnos ideologías ni filiaciones políticas, y que el hombre honre a Dios por sobre todas las cosas, que además honre a su padre, a su madre y a sus hijos, y que aquellos hijos sean recíprocos con ese amor sin condiciones.
Entonces, con aquella hermosa y reconfortante lluvia de café, forjada por cada uno de nosotros, si existirían verdaderas esperanzas de lograr un mundo mejor, para el próximo y para los subsiguientes años venideros, sin necesidad de las 12 uvas, y sin necesidad de aferrarnos a simples supersticiones.
¡FELIZ AÑO 2014!
Que bueno es leer importantes contenidos. Ojala que sirva de reflexion para muchos el mensaje de su profundo, claro, concreto y directo articulo. Felicidades en el nuevo año.
Saludos