21 noviembre, 2024

Carta a Harry Haller

Ha sido toda una aventura acompañarte en este recorrido literario, mi querido Harry; más que literario, vívido, sangrante, purificador. Gracias porque has bautizado mi condición humana con tu lobo estepario. Qué consolador descubrir mi historia en tu historia, saber que no estoy sola, que el mundo está lleno de lobos esteparios anónimos. Saber también que hay esperanzas para las bestias como nosotros, que para todos existe una Armanda que nos devuelva a la vida, una María que avive nuestros sentidos y un Pablo que nos invite al teatro mágico. ¡El teatro mágico! No para cualquiera. Sólo para locos. La entrada cuesta la razón. ¿Quién podrá guiarme hasta esa tierra fantasiosa? ¿A quién debo confiar mis cadenas? ¿Quién podrá liberarme? Soy Armanda y busco a mi lobo estepario. Soy Tarzán y te espero, Juan Manuel Carpio.

Comprendo bien esa sensación tan tuya y tan mía de volver a nacer al roce del calor humano. Sentirse despertar después de un largo sueño, un sueño cansado y triste. ¡Ay! Al menos tu Armanda se tomó en serio su misión de salvarte. Yo no tengo quien me salve, pero exijo ser salvada. Una que otra vez me sorprenden unas pequeñas llamas flameantes que prometen fuego pero pronto las apaga el viento. No hay nada más triste que eso. Sembrar hermosas flores en tierra mala, recibir rosas efímeras… ¿habrá una mayor desgracia?

Y como tú, Harry, hermano mío, me cansé ya de este abrasador dolor, de estas penas cansadas, de esta soledad condenada. No quiero vivir más como muerta en vida. Quiero reír a carcajadas con los inmortales, con Goethe, con Mozart y conmigo misma. Quiero besar a María y enamorarme de Armanda. Quiero aprender a oler las flores de la vida y deleitarme en las pequeñeces terrenales. Pues una vez que conoces la cura, no debes elegir la enfermedad. Pero, ¿cuál es mi enfermedad? Más aún, ¿cuál es mi cura?

Sólo pretendo estar en el mundo de una manera diferente donde mis diez personalidades, mis cientos de almas caminen juntas y, al verse reflejadas en un espejo, no se asusten, sino que se besen y se abracen en armonía. Que pueda yo apreciar el arte de la esquizofrenia y reconocerme como artista, pues no soy una, soy todas.

Gracias, una y mil veces gracias por el coraje de tus palabras, por la sensibilidad de tu pluma y la espiritualidad de tu alma.

No me dejes.

Yo y todos mis yo

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No, no es la cantidad de años que algunos trasnochados seudo izquierdistas esperan que sus gobiernos revolucionarios del siglo XXI duren al frente de sus respectivos países, sino la cantidad de años que tendré a cuestas dentro de menos de un mes, y les comento que para mí, es una sensación un poco rara.

Puedo decir en honor a la verdad, que hasta ahora, más allá de los problemas normales financieros y de familia que todos pasamos, ha sido un grato recorrido por esta vida, he tenido la oportunidad de trabajar con grandes y admirables personajes, de los cuales he tratado de emular sus mayores virtudes, y de llegar a comprender lo que sus detractores les han endilgado como sus defectos, y entender la motivación de los mismos.

Logré una excelente educación de primer y segundo nivel, se lo agradezco a la mayoría de profesores del Colegio Cristóbal Colón, donde algunos de los actuales detentadores del poder gubernamental lo fueron, incluido el primer personero del País, y del cual, déjenme decirles que no guardo los mejores recuerdos.

2 comentarios

  1. No es tan difícil.

    Solo dile a uno de tus yo, el más dominante (que es seguro que existe) que tome el control.

    No debes buscar más afuera, dado que la solución siempre ha estado dentro de ti.

  2. El problema Patricio es que el «yo dominante» no siempre es el más saludable. Al menos en mi caso. Pero concuerdo contigo en que la solución siempre es una respuesta interior. Saludos.

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