Conocer la historia te pronostica el futuro, he aquí datos tomados de nuestra historia monetaria. Este es un buen momento para repasarla.
Un punto de partida: la polémica sobre la inconvertibilidad.
De acuerdo con la teoría monetaria de inicios del siglo XX, el patrón monetario fijaba el tipo de metal “precioso” que debía ser acuñado como dinero.
Bajo el bimetalismo, las monedas tuvieron por base el oro y la plata. Pero el monometalismo oro (“patrón oro”) pasó a regir las transacciones internacionales.
La emisión de billetes de banco estuvo referida al patrón monetario, de manera que tal emisión debía respaldarse en una determinada cantidad de oro.
Los Estados admitían la convertibilidad de los billetes, o sea, la posibilidad de ser canjeados por oro, luego plata, y se consideraba un «mal» al papel-moneda o billete sin respaldo.
El Ecuador adoptó el primer patrón-oro (1900) y la convertibilidad, en una época en la cual sólo existían bancos privados, a los que se impuso la obligación de mantener primero un 30% y después el 50% de respaldo en oro para la emisión de billetes.
Sin embargo, un Decreto Legislativo del 30 de agosto de 1914, sancionado por el Presidente de la República General Leónidas Plaza Gutiérrez (1912-1916), estableció que los bancos no estaban obligados a cambiar sus billetes en oro, que tampoco estaban obligados a pagar en oro las cantidades que recibieron en depósitos y que tampoco podría exigirse el pago en oro de las obligaciones comerciales o particulares vencidas o por vencerse. Por esta llamada «Ley Moratoria» se estableció, en consecuencia, la inconvertibilidad.
La decisión gubernamental provocó aguda polémica en el país. A los pocos días, en un extenso artículo («El Decreto Legislativo de 30 de agosto de 1914»), N. Clemente Ponce fue de los primeros en cuestionar la inconvertibilidad. Reconocía en los billetes de banco simples «pedazos de papel que de suyo nada valen», porque la moneda legal era el oro.
Según Ponce, la primera consecuencia de la grave decisión gubernamental sería la inevitable depreciación de los billetes, que perjudicaría injustamente a los tenedores pero beneficiaría a los bancos emisores.
Realidad ya palpable era la subida de precios frente a los billetes depreciados. «Los únicos que no pueden alzar el precio de lo que dan por ellos sostuvo Ponce, son los que, en cambio de esos billetes depreciados, se ven urgidos, con la urgencia de las necesidades de la vida, a dar su trabajo personal, los infelices artesanos, los desgraciados jornaleros, para quienes es de todo punto imposible subir de un momento a otro el precio de su trabajo».
Argumentando con aplicación de la «Ley de Gresham», según la cual la mala moneda ahuyenta a la buena, N. Clemente Ponce también sostuvo que «el oro huirá, el oro saldrá de nuestras fronteras, derrotado por los billetes inconvertibles». Finalmente sostuvo que el Decreto, que supuestamente quería precautelar al país contra las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-18), «no pasa ya ni por las creederas del más simple» y que «única y exclusivamente se trata de un Banco (se refería al B. Comercial y Agrícola de Guayaquil) que, por haber puesto en circulación cantidades de billetes excesivas, fuera de los límites de la ley, se halla en mal estado; con la circunstancia de que ese Banco ha sido en mucho tiempo el proveedor de sus billetes al Gobierno y sigue siéndolo, de lo cual resulta que el Gobierno le es deudor de una muy fuerte suma: he ahí todo».
Uno de los grandes defensores de la inconvertibilidad fue el banquero Víctor Emilio Estrada («Moneda y Bancos en el Ecuador»), quien la consideró como una medida justificada y necesaria en medio de condiciones monetarias difíciles. Advirtió que si bien las estadísticas comerciales parecían favorables, ocultaban una balanza de pagos contraria. Además Ecuador demostraba retraso en el pago de su deuda externa, que «valía más que las Reservas de Oro que poseían los Bancos en 1914». Pero, ante todo, dos factores políticos habían agravado la situación: el conato de guerra con Perú en 1910 y luego la Revolución de Esmeraldas (1913-16), que la dirigió el caudillo liberal radical Carlos Concha.
Continuará…
EN RAZÓN DE QUE CONTINUARA EL RELATO, AL FINAL EMITIRÉ MIS COMENTARIOS, REVISANDO DOCUMENTACIÓN QUE POSEO, POR LO TANTO ESTÁ BIEN LO EXPRESADO.
Gracias por instruirme.
Antonio:
Estamos esperando la continuación de este artículo.
Saludos,
El país que no conoce su historia, esta condenado a repetirla