Indiscutiblemente la educación ecuatoriana está pasando por una etapa de gran trascendencia revalorativa, tan necesaria como parte del desarrollo de la nación a ocupar un buen sitial en el consenso nacional e internacional.
Filosóficamente y desde el punto conceptual es positiva, mas, hay que reconocer que los entes educativos colegiados están sufriendo la vorágine de una planificación gubernamental dislocada y agresiva, creando mucha incertidumbre. Anotaré lo más simple: la cantidad de notificaciones en inmensa papelería que reciben los colegios, de los diferentes entes directivos ministeriales: con mandatos, acuerdos, entre afirmaciones y contraindicaciones, cuya lectura hace entrever falta de coherencia entre los especialistas planificadores, que parece cada uno lo hizo por su cuenta en su especialidad y luego los juntaron en un todo.
Si bien el actual ministro trabaja por enderezar entuertos, a veces le hacen caer en declaraciones y contraindicaciones muy notorias, especialmente en logística de fechas, regiones, etc.
Nadie puede oponerse a una revalorización de la educación en el Ecuador o en cualquier parte, que significa transformaciones de acuerdo a cada presente que vive la sociedad respecto al mundo, sobre todo para lograr su optimización.
Lo que no es válida, la forma explosiva como se la quiere hacer, sin contar, que toda transformación y más en educación, si se la hace solo desde el campo de las hiperespecializaciones, tiende a disolver lo esencial-la parte humana-imprescindible en ella y que debe ser tomada en cuenta, en un País como el nuestro, considerando sus diferencias regionales: geográficas climáticas, etc.
Otra réplica es que, cuando se hace énfasis, que tal o cual prueba, “más que calificar conocimientos, calificará el razonamiento verbal, y la lógica abstracta… etc.” señala a uno de los dos aspectos como el de mayor importancia; que la mala interpretación por parte del alumnado, dará como resultado la depreciación a los estudios académicos…
El desafío en la educación, en su parte esencial es contextualizar en un todo los conocimientos con la “capacidad de razonamiento”, que se la desarrolla desde que el niño entra a la escuela.
Los que incursionamos en Pedagogía sabemos que si bien es esencial en la enseñanza-aprendizaje, desarrollar la capacidad racional del alumno para que el conocimiento sea válido, el maestro debe ser doblemente sabio para articularlo con los conocimientos científicos-académicos a impartir, cumpliéndose lo que Morin plantea “La reforma de la enseñanza debe conducir a la reforma del pensamiento y la reforma del pensamiento debe conducir a la reforma de la enseñanza”
¡Por otro lado! por qué fragmentar la evaluación en tantas pruebas.
Sería factible un examen, como censor del Bachillerato y, como lo dice el Ministro, debe ser preparado en el mismo Colegio para evitar la proliferación de ofertas preparatorias externas, para el que cada plantel trazará su logística especial. El otro examen sería para el ingreso a las Universidades, que tienen que ver con puntaje, número de cupos, etc. el que si necesita preparación específica de acuerdo a las facultades universitarias a seguir.
En cuanto a la evaluación PISA, para situarnos en el rango internacional, los entes ministeriales y docentes, deben estar al tanto de ella, para trazar estrategias formativas en todo el elemento educativo nacional, para enfrentarlos sin temor, dado a que dicha evaluación entre otras cosas dice: “los estudiantes de 15 y 16 años, de colegios públicos y privados, serán parte de la evaluación y su selección será aleatoria “¿ ?”