Solo son perdigones dicen los guardias armados y el presidente Maduro confirma que son de plástico o de goma… Lo que no concuerda, sin embargo, es que al parecer, por arte de magia, los perdigones lanzados llegan a destino convertidos en balas de grueso calibre. Y el destino son los pobladores que manifiestan sus descontentos en las calles de las ciudades venezolanas. Entonces hay heridos, atropellados, muertos entre los gritos de amenazas e impotencia… Son jóvenes de ambos sexos que entienden que esta es la mejor manera de expresar sus aspiraciones insatisfechas. Pero de igual forma lo entienden los adultos, padres de familia, profesores, trabajadores, empleados, obreros… Es una especie de respuesta por la desesperación de ausencia de comida, de utensilios de cocina, de papel higiénico, de jabones, de transportes organizados, de seguridad individual y familiar… También, por supuesto, por la falta de trabajo estable, los bajos salarios, y una moneda que cada día cae, sin parar, en un abismo de inflación incontrolable, junto al aumento geométrico de los informales que, incluso, ya no saben que ofrecer en venta… Entonces, los delincuentes hacen su agosto en todos los meses del año. El cuchillo, la pistola y hasta las recortadas advierten su objetivo mortal. Es que el desasosiego, la mentira, la frustración no es reciente. Ya son 14 años de inconformidad y angustia. Son 14 años de las falacias y corruptelas del gobierno chavista, ahora en continuidad de un sálvese quien pueda! Un gobierno que ha suplido la ideología con la palabrería, la confrontación política con el insulto, la amenaza y la fuerza del palo y las balas…
Este caos, de ninguna manera, es resultado de las movilizaciones estudiantiles. Todo lo contrario. Las movilizaciones son resultado del caos, amamantado, día a día, por la incapacidad de sus gobernantes, autoridades y funcionarios… Los gritos hoy contra el gobierno de Maduro no responden a un desgañitarse porque sí, a un desquicio mental del conjunto de ciudadanos. En Venezuela la producción agraria prácticamente es inexistente. La alimentación del diario vivir es en alto porcentaje de sus insumos o productos terminados importados. Y muchas de estas importaciones están impagas a Colombia, Ecuador, Brasil… La ausencia de conocimiento básico para estabilizar la economía ha llevado al gobierno venezolano a pedir ayuda a Siria, Irán y ha terminado con su periplo de entrega en la dependencia de China. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que siendo el segundo productor de petróleo del mundo, y con los precios de venta tan altos por barril, esté hipotecado el país con una deuda de más de 176 mil millones de dólares y entregado el 50% de la extracción petrolífera a China? ¿Qué significa lo prioritario, además, en términos de presupuesto nacional para el actual gobierno, si ha disminuido en un promedio global de 15% la dedicación a la salud, a la educación, a la justicia y en cambio ha subido en más del 26% la defensa nacional?
En apariencia un asunto complicado. Aunque, en verdad, no es más que una sinrazón guerrerista típica de los populismos fascistoides. Desde cuando Chávez tomó el poder en 1999 la meta en su accionar de gobierno fue militarizar el país. El rumbo de su política exigía convertir a cada ciudadano en un soldado. Por eso hablaba, en cada posible ocasión, de hacer de Venezuela un cuartel gigante de la “milicia popular”, que no era otra cosa que “una guerrilla urbana y rural”. La información sobre este aspecto, al morir Chávez, decía que estaba ya por conformarse una fuerza de 500.000 civiles, verdadero brazo armado de la estabilidad del poder chavista. Claro que todo esto contraviene las normas, las leyes y, en gran medida, la Constitución venezolana que expresan que “solo el Estado puede poseer y usar armas de guerra”. Al margen de que romper el ordenamiento jurídico de derecho no tiene importancia para los regímenes populistas, la pregunta de rigor es “¿contra quién, para defenderse de qué debe estar armado todo el pueblo venezolano?”.
Lo cierto es que la compra de armas sofisticadas, aviones, misiles, y tecnología guerrerista ocupa la mayor parte del presupuesto del estado venezolano, casi igual que la suma de lo destinado a educación, salud, justicia. La Rusia, manipulada por el ex KGB, Putin, es la proveedora principal de armas y capacitación militar… Hasta hace no mucho Venezuela era su mejor cliente de Latinoamérica con un total cercano a los 12.000 (doce mil) millones de dólares. Fórmula típica populista para mantener engreídos a los uniformados, dándoles juguetes para distracción, contra enemigos fantasmas. Tal es la patología socio política que vive ahora Venezuela que, siguiendo la chifladura chavista, la idea es “instalar sistemas antiaéreos en los barrios, para protegerlos del enemigo imperialista” (¿?)
¿Y la seguridad social? No es algo que preocupó a Chávez ni preocupa a Maduro. Por las estadísticas oficiales se sabe que de 75 a 80 personas son ASESINADAS por día, en oposición a las mesas de veedores que indican que el número de homicidios ya pasó, y hace rato, los límites de los 120 diarios… Tal situación ha convertido a Venezuela en el país más peligroso, del mundo, para propios y extranjeros. La información internacional no deja de insistir que “el país es un refugio de falsificadores, blanqueadores de dinero y traficantes de seres humanos, armas y, por supuesto, drogas. Según Naciones Unidas, Venezuela se ha convertido en el principal proveedor de drogas de Europa”.
La respuesta a 14 años de dictadura populista, encubierta por un discurso protector de nacionalismo fascista, solo es una Venezuela destruida social, económica y políticamente. Con una población dividida y enfrentada por el odio, en un contexto de miseria que aumenta, día a día, mediando una fatal criminalización de los derechos sociales y humanos personales. ¿Reflexionará Maduro, terminando con la prepotencia de su falso poder, y reconociendo su incapacidad para gobernar, o esperará concluir por la avalancha de la turba desesperada que está a las puertas?