¿Cómo se fija la fecha del miércoles de Ceniza?
Con el Miércoles de Ceniza se inaugura la Cuaresma. En la Biblia, el número 40 va asociado a la preparación: los años de peregrinación de Israel para llegar a la Tierra Prometida; los días de ayuno de Jesús previos a su Misión Pública… Para fijar al Miércoles de Ceniza en el calendario litúrgico se calcula conforme al equinoccio de primavera, luego se busca la primera Luna llena de ese mes y el primer viernes de esa fase lunar, es el Viernes Santo; el Miércoles de Ceniza es 40 días antes. El término equinoccio proviene del latín aequinoctium (noche igual) y alude a los momentos del año en que la duración del día y la noche es la misma en todo el planeta. Esto sucede porque el paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste coinciden, por lo que la noche y el día tienen la misma duración en todo el mundo
El Miércoles de Ceniza, uno de los ritos más significativos de la religión católica y fecha clave para el arrepentimiento y el compromiso público para cambiar, a partir de la toma de conciencia de que Dios quiere nuestra vida; no nuestra muerte y que en después de la muerte cosecharemos lo que hemos sembrado en la vida: “Acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás”.
En la Biblia, los judíos tenían la costumbre de expresar su arrepentimiento vistiéndose de telas ásperas y cubriéndose de ceniza. Por el ejemplo, el Rey David, cuando el profeta Natán le dijo que había cometido un horrible pecado matando a su mejor General, Urías, para quedarse con su esposa, el Rey se arrepintió y para mostrar su sinceridad, en presencia de todo el pueblo llevó a cabo el rito de la ceniza. El Rey compuso el salmo 50, que dice: «Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Rocíame con el hisopo y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa».
La historia del Rey David.
En 2º libro de Samuel 11:1 – 12:1-23 se relatan los detalles del pecado que el rey David cometió. II Los soldados habían terminado sus trabajos, y llegó el tiempo de ir a la guerra. En esta ocasión, David decidió que su ejército podía salir a la guerra sin él, y se quedó en la casa sin hacer nada. Fue así que, cuando él caminaba sobre la terraza de su casa, vio a una mujer hermosa; la codició, la tomó y adulteró con ella. Esta mujer era la esposa de uno de sus soldados llamado Urías; el más fiel, el más bueno y el más valiente de sus soldados. David lo engañó y mandó con él mismo una carta para el jefe del ejército, mandando que le colocara en sitio más peligroso de la batalla. Urías murió. Dios, viendo que David no hacía nada para rectificar su hecho pecaminoso, mandó al profeta Natán para que lo amonestara. Cuando Natán le indicó que él era culpable, David lo confesó inmediatamente y para expresar exteriormente su arrepentimiento interior, se quitó sus vestiduras reales, se puso una túnica de tela de saco y se cubrió de ceniza, y compuso el Salmo 50.
Lamentablemente, muchos hoy acuden a la ceniza, pero sin ningún dolor, sin ningún arrepentimiento, sin un anhelo de conversión interior. Quienes reducen el Miércoles de Ceniza a ponerse la ceniza sin arrepentimiento, sin Confesar al Sacerdote sus pecados (entre católicos), lejos de agradar al Señor, le ofenden, le humillan, juegan con Él: hago el teatro de ponerme la ceniza, pero sigo metido en mis pecados…
¡Cuidado! Examina tu vida y tu conciencia, duélete de tus pecados, hazte el propósito de enmienda, confiesa tus pecados al sacerdote y ponte la ceniza como penitencia, para expresar, como David, tu conversión interior con el gesto exterior.
Muchísimas Gracias Padre Paulino, hemos tomado su texto para nuestro programa radial de evangelización juvenil para que los jóvenes que vivan una cuaresma diferente. Su bendición.