Hoy nuestra Latinoamérica está triste, pues el coronel ya no tiene quien le escriba.
La semana pasada falleció Gabriel García Márquez, uno de los escritores más importantes de la literatura universal, considerado uno de los padres del realismo mágico latinoamericano.
Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982 y autor de obras tan emblemáticas como “El coronel no tiene quien le escriba” (1957), “Cien años de soledad” (1967), “Crónica de una muerte anunciada” (1981), “El amor en los tiempos del cólera (1985)”. No solo fue escritor, sino también periodista, guionista de cine y un “agitador cultural por convencimiento”: “Para los europeos, América del Sur es un hombre de bigotes, con una guitarra y con un revólver”.
La literatura es la máxima expresión de la cultura y su disciplina es tan antigua como la ciencia humanística De allí que la universidad desde sus inicios (Universidad de Bolonia, 1088) siempre haya estado vinculada a ella, “ofertándola” a estudiantes y académicos desde sus albores (Dante Alighieri, Umberto Eco, etc.).
Hoy me pregunto cuál es la razón por la que cada vez menos ecuatorianos estudian la carrera de Literatura. ¿Por qué razón algunas universidades han unificado la carrera de Literatura con la de Comunicación Social?
La respuesta, la más práctica: “La literatura no paga” (a decir de los estudiantes).
En esta fecha en la que el mundo ha perdido a uno de los más grandes exponentes de la literatura latinoamericana, es hora de que el Estado y las autoridades educativas se replanteen lo importante de esta disciplina que tanto orgullo ha dado a nuestra América Latina.
Es hora de voltear los ojos a la universidad y retornar a lo esencial de la cultura, la literatura, que en Ecuador poco ha producido en los últimos años.
Decía el insigne dramaturgo que “el mundo habrá acabado de joderse el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga”. Por ello, pongamos a la literatura donde se merece, en primera fila.
Excelente artículo