Sí! Aunque sean miles de millones de dólares que resulten de la intervención petrolera en el Yasuní, no quedaría curada jamás la herida causada en su hábitat. ¿Es que algo podría pagar la destrucción de sus bosques, la desaparición de las especies de fauna y flora, la intoxicación de sus ríos, la contaminación y degradación de su capa atmosférica? Pero, sobre todo, ¿cómo determinar y promover que la vida de los pobladores nativos que residen en el territorio de la reserva amazónica, sea respetada? No solo en su aspecto físico. También en su cultura. Con sus valores sociales, sus comportamientos sicológicos, sus vivencias mágicas y filosóficas al igual que sus creencias religiosas. ¿Acaso, no existe el ejemplo de la devastación ecológica causada por la presencia extractiva de las empresas norteamericanas, desde 1967?. ¿O es que se quiere arrasar con vegetación, tierras y etnias indígenas sobrantes? El daño hasta ahora es imperdonable. Madereros y caucheros han insistido, desde mucho antes, en desmantelar todo indicio de vida, buscando incluso lograr, por genocidio, la desaparición de las poblaciones del área? ¿Y los gobiernos que han optado por entrar, desde hace más de 40 años, contando con el actual, en el juego de los petrodólares? Ni siquiera han conseguido detener, o al menos calmar, la catástrofe socio ambiental de la amazonía nacional.
Con que facilidad, y a nombre de una civilización segura de ser el único destino socio cultural, se hace tabla rasa de la vida. Miles y miles de hectáreas de tierra, convertidas en bosque húmedo tropical con la mayor biodiversidad del mundo, en un proceso por cerca de 2 millones de años son exterminadas, con el visto bueno de un vandalismo administrativo de gobiernos incapaces… El Yasuní, integrante de esta promesa paradisiaca, está hoy amenazado de muerte por la ambición desmedida de hacerse con el petróleo que posee. ¿De qué sirve el reconocimiento de este Parque patrimonial de la nación por la UNESCO, como reserva de la biósfera, en 1989, teniendo en cuenta sus 982.000 hectáreas de bosque húmedo tropical y una de las más grandes biodiversidades del planeta si, hoy, al margen de toda racionalidad, el saqueo petrolero de sus tierras es la prioridad? El gobierno habla de que la extracción del petróleo será con la mejor tecnología de punta para que no haya deterioro ecológico. O sea, que la explotación será con un mínimo impacto en lo referente a la perforación y mínima intencionalidad invasiva en la toma del recurso maderero. Estas condiciones de trabajo, sin embargo, no han surtido efecto permanente en ningún lugar en donde la ambición de los petrodólares es la clave. Por eso, técnicos responsables y ambientalistas aclaran, desde hace tiempo atrás, que la propuesta gubernamental es, por decir lo menos, engañosa. En otras palabras, la mentira está direccionando el destino del Yasuní.
El decir que solo habrá un impacto mínimo directo al Parque nacional con la perforación es falso, pues hay que comprender su realización práctica con sus efectos directos y colaterales, inmediatos y mediatos. Antes que nada, ninguna gestión de gran escala acometida en un sitio del área resiente solo dicho sitio. Pues no existen, en la naturaleza, compartimentos blindados de tantos metros o hectáreas y distribuidos en cuadrículas manejables al antojo tecnológico. Cada centímetro responde, en cuanto a integración a un sistema comunicado interna y externamente en una unidad de vida ambiental. Al destruir, por ejemplo, una hectárea del Yasuní son destruidas, ipso facto, más de 600 especies de árboles y más de 100.000 especies de insectos, sin tener en cuenta los cientos de especies de mamíferos y aves. O sea, que no solo afecta el lugar escogido para perforar sino todo el entorno de superficie y subterráneo en conjunto. ¿Es que quienes impulsan la extracción desconocen que, por ejemplo, las hormigas se desplazan mediante túneles internos de kilómetros de largo, formando una red de cientos de caminos para trasladar su alimento y defender los nidos con sus crías, y aportar con su eslabón en la cadena alimentaria de vida? ¿Es que, así mismo, desconocen que las abejas, y aquí hay más de 60 especies, necesitan para su alimentación de las flores de acuerdo a la estación, y cumplir, vivas, la distribución de las semillas en los bosques? ¿Qué pasa, entonces, al abrir las carreteras, por muy pequeñas que sean, con los árboles que van cayendo uno a uno, diez a diez, cien a cien? ¿Y los desperdicios de aserrar la madera, el gas carbónico de los carros, tractores, camiones que están continuamente de ida y vuelta, las aguas tóxicas de todos los días? ¿Es que no es suficiente el desastre sufrido en estas 4 décadas de explotación petrolera que marcó a miles de indígenas con enfermedades, desnutrición y muerte? ¿O es que los 100.000 millones de litros de aguas residuales botadas en los ríos, más de 1 millón de hectáreas de bosques liquidados, derramados más de 70 millones de litros de petróleo crudo y millones de m3 de gas quemados al aire libre infectando el ambiente, no significan nada para considerar la nueva explotación?
Complementariamente el doble discurso político, desde el gobierno central, contribuye con su nefasta arremetida a insistir con la destrucción del Parque Yasuní… Sea como sea. A cualquier costo social, ecológico y humano… Sólo está interesado en obtener unos cuantos miles de millones de dólares. ¿Para qué, y vale recordarlo, recorrer, como se hizo, país por país industrializado mendigando los millones de dólares que se obtendrían de la explotación petrolera del área, para no efectuarla y no afectar el ecosistema amenazado? ¿No es que el Plan B estaba al acecho de realizar la extracción, de no resultar el proyecto mendicante? ¿Cómo comprender la palabra gubernamental si al tiempo que ataca a la Chevron promueve el inicio de la devastación del Yasuní? ¿Y la tan cacareada Constitución de Montecristi que prioriza la vida de la Pacha mama? ¿En qué queda el Art. 14 que declara de “interés público la preservación del ambiente, la conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y la integridad del patrimonio genético del país, la prevención del daño ambiental y la recuperación de los espacios naturales degradados”? ¿O es que el Parque Yasuní está al margen de estas consideraciones constitucionales, en función de las aberraciones del poder político mandante? Defender el Yasuní es luchar por la vida, y en esta lucha está la dignidad nacional! No a la extracción petrolera de su territorio
El Ecuador está en manos del peor de los hombres que haya parido su suelo. En manos de un badulaque. De un cuentero, de un irresponsable. De un fulano que siempre vivió de patrañas y a CREDITO. ¿Hasta cuándo se lo va a aguantar? ¿Qué esperamos para pararle el carro y meterlo en un manicomio? La destrucción del Ecuador seguirá. Nos ha empeñado con los chinos y quiere más. El monstruo es insaciable. ¡Ya basta!
NO entiendo todos sus numeros. Por ejemplo: Dice Ud. que en una ectarea existen 600 especies de arboles? 100,000 especies de insectos? Todo en una sola ectarea, esta Ud. seguro?. Con mi mayor respeto,creo que la buena intencion no es suficiente,creo que mientras mas claros los numeros,mas fuertes los argumentos y mas solida la defensa. Yo siempre que puedo, emplazo a la dictadura y deseo contribuir a reducirle el espacio de maniobra politica y el poder economico con que lograrlo. Creo que ataques fundamentados en numeros incorrectos, son contrarios a esa intencion.
Felicitaciones por el contenido del artículo tan bien logrado y que tiene el 99,9999% de verdad, que desgracias que la ironía de una economía capitalista sea la causa de esa destrucción y sobretodo la prepotencia del dirigente de nuestro país.