Como no puede ser de otra manera, para una madre trabajadora los domingos son de cine, y en esta ocasión los niños exigieron: “Maléfica”.
Como mis hijos son pequeños, estoy totalmente sintonizada con Disney, y el cuento de la bella durmiente, la dulce Aurora con sus cabellos de oro y sus labios rojos cual carmín, me lo conozco de memoria.
Ahora, ver la nueva versión del cuento de hadas de Disney, no pudo dejar de llamar mi atención, por la sutileza con que la película rompe los paradigmas clásicos y destruye ciertos estereotipos. Para empezar, lo que siempre creímos que era malo hoy ya no lo es, sino que es todo lo contrario. Hoy es bueno y con una bondad interior que, por lo general, tras las ropas negras no la vemos. Sólo espero que en la nueva película de Star Wars el lado oscuro de la fuerza no sea rosado.
La mujer juega un papel importantísimo que sin duda destroza paradigmas. En la versión original del cuento, cuando la princesa Aurora se encuentra con el príncipe Felipe, éste se enamora a primera vista y le propone volver a verla. Ella se hace la difícil y le dice que no la podrá ver nunca, pero luego, tras la insistencia del joven galán, acepta verlo algún día, y termina así con un encuentro, esa misma noche, en la cabaña del leñador. El príncipe se va feliz y no deja de pensar en la bella joven. En la nueva versión, el príncipe, casi no le “para bola” a la joven; sólo le pregunta por una dirección, se da la vuelta y se sube a su corcel. La chica lo persigue y le pregunta si volverá. Aquí ella es quien se le lanza y toma la iniciativa, con lo cual aquel viejo refrán de que el hombre propone y la mujer dispone, quedó para el olvido. Hoy las mujeres tomamos la delantera, somos nosotras quienes proponemos y disponemos. Ya no esperamos que nos propongan nada. No lo necesitamos.
El amor a primera vista no existe; tampoco el amor verdadero. De mujer a hombre, el único amor sincero es el de madre a un hijo; el resto, puro cuento, “¿será verdad?”.
La figura paterna totalmente derrocada, cruel, villano, insensible, dictador, que ve a su hija luego de 16 años y la manda a encerrar a la habitación. Quizás por ello hoy en día la figura de mujeres en la presidencia toma más adeptos, por algo dicen que la mano que mese la cuna es la mano que domina al mundo. Bravo por ello y bravo por Disney.
Muy interesante su comentario Sra. Acosta, pero cuidado con la ortografía, «mese la cuna» se debe escribir «mece la cuna», el verbo es MECER y en tercera persona del presente se conjuga: Él (ella) mece. Gracias por su atención y espero acepte la crítica constructiva.
Genial! Gracias por el comentario así me dan ganas de salir corriendo a verla!!!