22 noviembre, 2024

Aguardiante de Ajíes

Siempre terminamos llegando a donde nos acogen, a donde nos esperan. Se trata de la esperanza. De comprender que vivir es bueno. Que hay un sitio donde protegerse: de la lluvia, de la nieve, del sol inclemente, de la noche que nos trae fantasmas y bruma. Es una invitación a caminar: yo camino, tú caminas, todos caminamos y nos encontramos en el camino.

Es mirar adentro, centro de todo lo que nos pasa. La esperanza de ver morir el conflicto y ver nacer la alegría de las nuevas oportunidades. En la mañana yo espero que al nacer el nuevo día, el nuevo tiempo traiga la solución de algunas cosas y en la noche ya no espero lo que no pudo pasar en el día. Empiezo y termino, estoy vivo para el ahora, vivo para el momento, existo despierto, para existir y cantar, bailar, el gozo de decir: “te amo”, para aceptar que mi muerte también esta ocurriendo ahora, que la muerte nos pasa al otro y a mí, que trae la despedida del conflicto y de la alegría.

Muerte: cuándo será, qué pasará, qué es. Muerte: Veo, me veo, te veo, nos ven. Somos lo que vemos: lo que nos ve, somos. Yo soy lo que alcanzo a ver; lo que me alcanza a ver ahí estoy yo. Estoy vencido, me doy por vencido. Ya no hay nada que hacer, entonces no hago nada. Mi enemigo me ha dormido, también duermo, un momento no puedo, en otro momento me rindo.

No soy infalible, inclaudicable, ni ejemplo de nada, no sigo a nadie, ni siquiera me sigo a mi, sigo a la vida, que me tiene a alguien esperándome, con una copa de vino, con un buen plato de todos los frejoles, con pastas dulces y aguardiente de ajíes para brindar por las oportunidades que se me ofrecen, por la meta que me he propuesto, por las rosas del parque que iluminan la calzada. Ahora estoy despierto, lo aprovecho, para desearme paz, para traerte paz a ti a quien espero. Corre buen aire hace buen tiempo me doy cuenta, estoy listo, nadie me roba el día, la noche, tu mirada, tu bienvenida.

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La casa de los bellos durmientes: duerme papá, mamá, el hijo, la hija, la sobrina y el ahijado. El único despierto es el perro, que merodea por las camas y catres, ladrando de vez en cuando. Cuando “adoración”, así llaman al perro, escucha el sonido de las camas mover sus engranajes y pernos, se echa para dormirse mientras sus amos se estiran.

La bella casa del poder: dormido el presidente, duerme el alcalde, dormidos los ministros todos los señores jueces y cabizbajos y cabeceando de sueño los militares tambien los amigos del poder y hasta los enemigos que antes fueron amigos, también. Duerme el palacio donde sueña el poder y los demás poderosos se pasean en globos viendo a los otros dormir y durmiendo de l misma manera también. ¿Adónde vamos? Con tantos durmientes, a dormir sin despertar.

2 comentarios

  1. el editorial aguardiente de ajíes bueno y causante de curiosidades .los felicito SR. RANGEL siempre trayendo cosas nuevas y curiosas .

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