Nota: Todos los personajes de esta historia son ficticiamente reales.
Había una vez un loro belicoso que vivía en la selva. Decían que era bonito y de plumaje verde, así como verde también lo eran sus ojos. Aparentaba ser simpático y carismático; destronó al rey de la selva, al que le decían el dueño de la jungla. Los animales ya se habían cansado de lo mismo o quizás porque el pajarraco cantaba, bailaba, era pico de oro y prometía de todo, creyeron en el cambio que el plumífero les prometía.
Siempre decía lo primero que le salía de su lengua. Como era conflictivo y no sabía ni podía callarse, comenzó a pelear contra todos los animales que anteriormente habían gobernado a la jungla.
Para ese entonces hubo elecciones en la selva. Como era carismático y representaba algo diferente; el loro ganó. Con su triunfo, en toda la selva nació la esperanza y una multitud de especies creía que se iban a transformar las cosas por medio de una asamblea de irracionales que permitiría la participación de toda la fauna. Todos creían que con lo prometido por la cotorra, por arte de magia iban a tener sin ningún esfuerzo, dinero, salud y trabajo.
Para controlar el poder creó un movimiento al que llamó alianza de la jungla. Dentro del mismo se enrolaron los animales más voraces que existían. Junto a reconocidos reptiles de anteriores movimientos que decía odiar, se integraron los burros revoltosos del Movimiento Popular De alimañas democráticas, a los que usó y luego votó para que den bala, palo y piedra a todo el que se opusiera a su omnímoda voluntad.
En su gobierno se rodeó de las más grandes bestias que existían en la jungla. Semovientes, escorpiones, sanguijuelas, águilas, sapos y borregos estaban enteramente a su disposición. Una vez que obtuvo el poder, el pajarraco enfrentó a los buitres carroñeros que habían depredado de la troncha en el pasado.
Destituyó a los representantes de los disputados animales que habían hecho una mayoría contraria a sus designios, pero que en realidad obedecían a las órdenes de los mismos cuadrúpedos de siempre. Con las artimañas propias de los batracios que decía combatir, los expulsó del palacio donde se hacían las reglas y los substituyó por el grupo de los dignos gallinazos que engullían todo sobre los manteles nuevos, pero que realmente actuaban como sus perros y estaban bien entrenados para agachar la cabeza, al mismo tiempo que le movían la cola.
En medio de este caos, todos los días enjuiciaba a cualquier animal que podía y especialmente a los pericos que comunicaban los sucesos. En una ocasión les ganó un juicio a tres periquitos que decían tener el mejor medio de comunicación del Universo.
Para asegurarse de no perder en este tongo, hizo que su mismo cancerbero redactara el dictamen final del juzgamiento con el que se condenaba a los pericos.
Con el poder que había acaparado mediante la violación de los manuales de la selva, el loro belicoso insultaba, difamaba y se peleaba contra cualquier animal que tuviera el atrevimiento de enfrentarlo.
Cada vez que hablaba deshonraba y se burlaba despectivamente de todos los que consideraba mulas pitufas carentes de cerebro. En lugar de tranquilizar a la selva generando un clima de paz y trabajo, se dedicó a dividir a las manadas y también a endeudar a la selva con las avispas chinas que lo hacían chino para chinearlo.
Cada semana hacía un show para la fauna que solo era oído por un grupo de sordas como una tapia que eran acosadas para escucharlo. Estos mamíferos eran voluntariamente obligados a estar presentes cada vez que el pajarraco se presentaba. Debían aplaudirlo, adularlo y vitorearlo siempre que hablaba.
De igual manera tenían que gritar, abuchear y pifiar cada vez que atacara a todo animal que fuera su enemigo. Todos los que estaban ahí eran comadrejas aduladoras que fueron intimidadas para que alaben al rey a cambio de darles algún tipo de trabajo.
Estas transmisiones eran como cadenas insoportables que aprisionaban a la existencia de toda la jungla. Las mismas le servían para denigrar, agraviar y ofender a todo animal que quería. Otra de sus prácticas inexplicables era la agresión a cuanta animalita podía.
Así, a una gallareta la mandó a golpear en una ciudad llamada piedra fuerte. A una minina rechonchita le dijo gorda horrorosa. A una pantera del oriente que era la perfecta, la metió en la cárcel para que se pudra. A una gata de sólido pedigrí que era muy aristocrática, le dijo felina, vieja y pelucona. A una osa que antes lo adulaba, le dijo majadera.
En el fondo decían por ahí los veterinarios entendidos en el estudio de los cromosomas genéticos del género de las cosas raras, que estas agresiones se debían a que el loro era un narciso al que le gustaba rodearse de loros a los que solo les gustaban los loros.
Incluso se decía que había hecho aprobar una ley para que se puedan casar entre los que tenían pájaros que iban al mismo baño para orinar. Cada vez que podía agredía a todos los animales. Deshonraba a las bestias salvajes que comunicaban lo que sucedía en la jungla. Los denigraba diciéndoles que eran parte de un complot contra su reinado y la causa del aumento de la delincuencia y los crímenes.
Así por ejemplo, a una momia guacamaya que llevaba cincuenta años leyendo noticias detrás de una pantalla, le dijo que escribía pornografía periodística. A un canario que usaba lentes y escribía desde el universo, lo votó del lugar de su apellido. A un renacuajo margarito lo metió preso por lazarle un papelito.
Así pasó el tiempo y mientras destrozaba a la jungla, actuaba de la misma perversa manera que todos los animales que decía odiar. Ofendía a quien podía. Metía preso a cada burro que encontraba a su paso, ya sea por rebuznar, mover una oreja o también por estar excitado y confundir la excitación con una pata alargada, ya que pensaba que los que no estaban con él; estaban contra él.
Se le metió en la cabeza que debía reformar el reglamento de la jungla para reelegirse indefinidamente como rey. Hizo que los borregos sumisos violaran a la norma para que no hubiera la forma de evitar que pudiera reinar para siempre.
Trató de tener el control del animal que controlaba la contraloría para tener el control de todos los controles. Quiso intervenir en la plusvalía de las madrigueras y las cuevas de todos los animales, para que solo desde su reino se pudiera establecer el valor de cada escondrijo.
Hizo un código de las monedas para regular el circulante del intercambio de todas las especies que habitaban en la selva. Toda forma de trueque o de compra venta estaría controlada por el poder de poder controlar el circulante.
Hizo una ley de comunicación para evitar los rugidos, bramidos y aullidos de la libre expresión del pensamiento de los animales.
Solo podían rugir los que él quería que rujan y solo se podían dar las noticias que su majestad permitía, siempre y cuando las mismas solamente hablaran bien de él o lo ensalzaran como el mejor rey que jamás hubiera existido.
Hizo una ley de las aguas que debían beber los animales de toda la selva. Nadie podía injerir el líquido a pesar de estar muriéndose de sed sin su permiso. Incluso hizo una ley para prohibirle al Sol que evapore dicho líquido sin su permiso, so pena de mandar a apagar al mismo astro rey, si este no le obedecía.
Estableció un severo control sobre las importaciones animales que hacían los animales que importaban todo lo que animalmente consumían. Empeñó el oro de la reserva de su reino y entregó todo el lodo negro que yalosunía a los de la selva, para que las avispas que venían desde china puedan comerse la miel y se la pudieran llevar sin nada que dejar.
En menos de siete años la jungla estaba al borde del infierno. No había libertad y solo se podía decir lo que él cotorro permitía que se diga. Todo lo que hacía era magnánimo, faraónico, extraordinario y antes jamás visto.
Su reinado no tenía parangón en la historia y nunca había existido un rey tan extraordinario como él. Siempre informaba donde comía y como buen pájaro que era decía que nadie había comido un guineo con la gracias real con la que él lo hacía.
Había logrado imponer un reinado de terror. Tenía bajo su control a todos los poderes de la jungla. Para hacerlo hizo que en los lugares donde antes estaban los animales independientes, sean remplazados por dóciles semovientes para que aceptaran sin discutir sus infalibles imposiciones.
Como consecuencia de su prepotencia, ninguna otra jungla quería ser amiga de su jungla y en todo el reino andaban libres las peores bestias criminales que venían de otras selvas gracias a que él se los permitía.
Todos los animales vivían en medio del temor y la zozobra. Nadie sabía lo que pasaría en la selva y a donde iba a parar el desenfreno provocado por el loro. Todos clamaban para que retorne la paz y les sean devueltos los derechos animales a los irracionales. Todo empeoró cuando el plumífero trató de atacar a su propia especie de nacimiento.
Hizo cosas que ningún animal por más corto de mente que fuere, jamás lo había hecho anteriormente. Dividió su propio territorio entregándole las playas a los buitres que carroñaban en una península. Parece que por algún resentimiento odió el lugar donde nació, porque trató de quitar el puerto donde comerciaban los macacos.
Estas agresiones a su misma cuna hicieron que los monos del lugar a donde había nacido, no votaran por la macaco que había puesto para tratar de controlar la región del río y del estero. Las embestidas a su lugar de origen le produjeron la reacción de todos los monos que ahí vivían y estaban dispuestos a luchar para que no les tocaran su zona.
Por eso, masivamente apoyaron al mono bigotón, que era un mono que con otro mono que parecía un León habían transformado el muladar donde vivían los macacos. Entonces por estar desesperado; el loro belicoso metió preso al que pudo, mientras insultaba y amenazaba con cerrar los medios de las bestias salvajes para apoderarse de los canales de las pantallas chicas.
En su engreimiento, vanidad y egolatría, menospreciaba a todos los que vivían en su reino y despreciaba al que no estuviera sobándole las plumas.
Así pasaron los días…
Hasta que vino el desconcierto de la dicta dura que se vivía en la jungla y también porque se le terminó el lodo negro que se lo llevaron las avispas chinas después de haberlo chineado.
Ya no había que comer y sobrevino el hambre. Como consecuencia de ello se generó la reacción de todos los animales y especialmente de los que antes fueron sus parásitos y que ahora se sentían defraudados, ya que la asamblea compuesta por borregos y la misma forma de gobernar del emplumado no habían cambiado nada y las cosas estaban peor que cuando gobernaban los mismos zopencos de siempre.
Entonces vinieron los saqueos y las luchas entre los cuadrúpedos de regiones diferentes. Los muertos, la sangre, el dolor y la anarquía se hicieron presentes. Para ese entonces todos los animales estaban indignados y acabaron desplumando del cargo al loro belicoso. Era tan grande la rabia contra el plumífero; que aunque este seguía tratando de luchar para quedarse, ya nadie creía en sus amenazas y no le tenían miedo.
Por eso, al desplumado pajarraco no le quedó otra alternativa que solicitar refugio en el reino de un orangután que fumaba habanos en una isla y se fue. Así terminó la historia del loro belicoso que desplumado, compungido y por primera vez callado, huyó presuroso, mientras agarraba a sus pantalones para que no se le cayeran.
En el momento que se escapaba con la velocidad de un rayo; un mono que era galeno y también el que esto escribe, lo reconoció y le gritó: ¡ya viste loro belicosoAl que le quitan la correa se le caen los pantalones!
Pablo Picasso dijo una vez: todo lo que te puedas imaginar es real.
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Como para leerselo a todos los niños antes de acostarse para que estén advertidos en la vida real de la aparición de estos engendros del Chupacabras y la Mama Lucha, para que puedan ser identificados e ignorados. Muy bueno.. Estoy seguro que mi compañero Beto Negron Frugone comparte mi opinion.
Que linda manera de exponer la realidad que estamos viviendo, como quisiera tener esa facilidad de expresión para gritarle al mundo. Felicitaciones por el artículo
Jamás he leido tanta basura de alguien que vive obsesinado con una persona,me gustaria saber que fue lo que le hizo?,que le quitó,que le robó, etc…….para tanto odio ,tampoco estoy de acuerdo con algunas politicas del gobierno, pero al menos no me enveneno y vivo envenando a la gente.
Buenazo el comentario. Le cae como anillo al dedo!
Nunca me canso de leer a este editorialista.
Algunos pseudoperiodistas , como ya no pueden mentir , difamar , insultar , levantar infundios , rumores o supuestos porque hay una ley que no les permite hablar tonterias en forma irresponsable , no les queda otro camino que dejar volar a su imaginaciòn y vivir en el reino de las fabulas de Esopo o del imaginario popular criollo que solo sirve para engatusar a los niños……Asì desfogan su rabia y frustraciòn que es en esencia lo que les motiva a Fabular.
Gran artículo al más puro estilo «Orwelliano»:
-Mezcla de Animal Farm y 1984.
JR
PERMITAME FELICITARLE DR. POR ESTA INTERESANTE E INTELIGENTE PARODIA DE NUESTRA SELVA, OJALA EL FINAL QUE PREVEE SEA LO MAS RAPIDO POSIBLE
Fantástico!!! Felicitaciones!. No tienen idea cómo he reído a carcajadas por este excelente artículo.
Cualquier parecido con la realidad no es ninguna coincidencia.