21 noviembre, 2024

El Kirtan en la India

“Soñé una vez con varias puertas que se abrían una a una, y al abrirse, me iban mostrando distintas historias, las cuales no recuerdo con exactitud. Intento que mi memoria recupere esa especie de visión de hechos y personajes, pero no lo logro. Parece ser que las historias ya no existen, aunque las puertas siguen ahí… Sé, que solo una es la verdadera.

Intento recuperar lo observado y sentido en esas puertas pero es en vano. Recurro a mis recuerdos. Tanto vivido… tanto por vivir. Cuando era muy joven quería ir a la India. Para qué, no lo sé. Sólo era un deseo.

Pero los deseos, se cumplen.

La vida es como un hilo, el hilo de la vida. Una madeja de hilo que se va desenrollando a medida que pasan los años, todo tiene continuidad. El hilo de la vida sigue su curso y llega hasta donde alcanza el carrete. Hasta ahí llega la vida; hasta ahí cualquier posibilidad; hasta ahí cualquier deseo. No dejes por tanto, que se te pase la vida sin haber visualizado tus posibilidades, sin haber alcanzado tus deseos. Mejor aún, no dejes que los deseos te impidan alcanzar la vida.

Un Kirtan es un compartir de devociones. Esta historia es el inicio de una vida sin apegos. Si no poseo nada, nada temeré y seré libre. Solo disfrutaré de mi paso por el mundo. Esta historia es un Kirtan de devoción a la libertad.

Las historias tienen vida propia, tal vez ocurrieron pero de manera diferente de cómo son contadas. Al escribir las historias les damos el soplo de la vida y ellas echan a andar. Somos dioses creadores, forjadores, revitalizadores de los seres navegantes del mar de nuestra imaginación.

El Kirtan en la India es mi historia de la India, de mi deseo de partir lejos cuando tenía diecisiete, de seguir partiendo lejos años después, de mis ganas de ser feliz toda la vida.

Es la historia de mi vida, la historia del amor de mi vida, escribiendo tal vez aquello que no he podido vivir, o aquello que feliz o infeliz ya he vivido.”

Así empieza El Kirtan en la India, mi tercera novela, basada en un viaje que hice a la India en el 2011. Escrita en casi 300 páginas. Lo que me costó bastante, ya que no me gusta escribir larguras, prefiero los cuentos cortos.

Es una historia que no fue planificada, la viví (bueno la parte real ya que hay mucha imaginación también) y luego, pasaron dos años para sentarme a escribirla. Recuerdo cuando llegué al ashram de Sadhú Maharaj en Vrindaban, estábamos sentados escuchando lo que Sadhú nos hablaba sobre el amor, sobre el Amor, con mayúscula, porque nos hablaba de Dios. Cuando terminó su charla, algunos nos quedamos un rato más conversando con él. De repente pidió mi mano y la miró con detenimiento. Vas a escribir un libro – dijo,- ¡y tú me lo vas a dar! Y tu nombre es Kamala. Kamala es la abundancia, abundancia en el bien y también en el mal. Esa es la parte en que a ti te toca decidir.-

La verdad no viajé con la intención de escribir un libro, pero como hago cuando viajo, tomé nota de todo y fotos a todo.

Pasaron meses luego de mi regreso para ir chequeando esos apuntes y dos años para tomarlos en serio.

Luego de escrito el libro pensé, ya está, tendré que enviarle el libro a Sadhú. No fue necesario. Sadhú Maharaj visitó Guayaquil debido a su participación en el Sadhana Conference del 2014, y pude entregarle personalmente El Kirtan en la India.

Gracias a la colaboración del Municipio de Guayaquil a través de su programa editorial, El Kirtan en la India es una realidad.

Debo agradecer de manera especial a este diario, Desde Mi Trinchera, ya que por uno de los artículos que publiqué en mi espacio, el arquitecto Melvin Hoyos, director de cultura del municipio, se contactó conmigo para darme un comentario, y así aprovechando el momento, inicié las gestiones para la publicación del libro.

Escrito en pasado, presente y futuro e intentando que al leer la historia se pueda encontrar en sus páginas el concepto de reencarnación (ampliamente difundido en la India y en sus libros sagrados), fue un trabajo difícil, pero pude llegar hasta el final, ese día, cuando puse FIN, estaba sola en mi casa. Era tal mi alegría que abrí una botella de champán e hice un brindis a la salud del Kirtan, de sus personajes y de todo lo que en esa historia hay, solo Pequeña Titi, la vieja perra me acompañaba, mirando sin entender la causa de mi gozo.

Después de entregar el libro editado, corregido, etc., y luego de realizar los últimos retoques, no le he vuelto a leer, sin duda habrá alguna falla por ahí, errar, humano es. Espero que cuando pierda el temor de abrir sus páginas como lectora, no como autora, no me suceda lo que con los libros anteriores. Decirme: me gustó la historia, pero ¡qué bestia! ¡Cómo pudiste escribir esto! ¡Qué descarada! Y sentir con resignación una íntima vergüenza…

Complemento este artículo con dos comentarios, uno de mi compañera de Trinchera, María José Salazar, quien tuvo la gentileza de escribir el comentario de la novela, y al final, lo escrito por Victoria Pazmiño, ex compañera asuncionista, editora de Yekibud Yekinabud, Barcelona.

“El Kirtan en la India es una historia de muchos colores.

Es la historia de un sueño que empieza con un viaje a la India y se transforma repentinamente en un viaje al pasado y al interior de uno mismo, tras la búsqueda de la felicidad. Es una historia sobre el sufrimiento; sobre las trampas del amor y las indomables rebeldías; sobre el apetito espiritual; sobre el miedo y la lucha por la libertad.

Es la historia de un camino. A ratos hueco y abatido. A ratos ligero, claro y emocionante. Es la historia del silencio también. Del silencio que nace de la soledad y la contemplación.

Narra lo que sucede entre líneas, en los espacios que se abren entre los pensamientos, las emociones y los silencios de su protagonista Gabrielle Melancolía. Rebelde, espiritual y sensible, de mente lúcida y espíritu resiliente; Meli, como la llaman algunos, es una buscadora insaciable del abrazo de Dios, de la lucha por la libertad y de sueño universal de la felicidad.

Es una historia con un final realmente inesperado, un tanto escalofriante también, al descubrir la delgada línea entre lo real y lo imaginario y cómo las cargas existenciales pueden finalmente llevarnos a perder el control…” (María José Salazar)

Victoria Pazmiño me escribió que le encantó El Kirtan: “¡¡¡El final es extraordinario!!! Le diste la vuelta a todo…las tres últimas páginas no tienen desperdicio. Me costó un poco entrar, lo sentía demasiado espiritual y religioso para mi gusto pero todo fue cobrando sentido a medida que avanzaba en la lectura y esos personajes me rondaban el resto del día, empezaba a psicoanalizarlos, trataba de entender sus reacciones y sus porqués…a pesar de que la espiritualidad está muy presenta y en algunos casos la religión, no hay dogma, yo puedo percibir en tus palabras el respeto por todas las creencias, e incluso las no creencias…”

Y así es, el respeto es la base del amor, es el mínimo a alcanzar si deseo al menos intentar cumplir con el segundo mandamiento que junto al primero, resume la Ley y los profetas: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Están todos invitados a compartir el Kirtan…

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